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Cableados para amar: ¿Son los robots los compañeros sexuales del futuro?
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"¿Con humor para un poco de piel-a-piel?", arrulla un amante deslizándose entre las sábanas. "No esta noche", masculla
su pareja, dando media vuelta. "Hazlo con el robot, si quieres".
¿Una pervertida fantasía de ciencia ficción? ¿Amor y
lujuria en el siglo XXIII?
"En absoluto", dice David Levy, un doctor en estudios de sexo e inteligencia artificial, además de autor de "Sexo con
Robots: La Evolución de las Relaciones Humano-Robot".
A mediados de este siglo, predice el experto de 62 años, hacerlo con una electrónica femme-fatale o con un fornido robot
sexual se convertirá en una parte aceptada del entorno humano.
"Piense en esto: gran sexo de inmediato, de manera continuada", dijo. "La gente incluso podría enamorarse de sus
esclavos sexuales electrónicos", añade.
No todos aceptan la idea de un futuro donde los humanoides garantizan la satisfacción en la cama además de la
conversación post-coital pre-programada por Levy.
Pero muchos están de acuerdo en que está sobre la mesa, después de ciertos saltos exponenciales en la potencia de las
computadoras, del progreso en la imitación de los músculos humanos y sus movimientos, y mucho más avanzados en el
software de inteligencia artificial (IA) para reproducir emociones y personalidad.
"Ya hoy no podemos distinguir las voces sintéticas de la mejor calidad de las humanas", dijo Levy a AFP, añadiendo
que algunas pieles artificiales ahora rivalizan con la más suave piel de los traseros de los bebés.
El pasado noviembre, los investigadores de la Universidad Waseda en Japón revelaron un robot, llamado Twendy-Uno,
que puede cocinar, hablar, obedecer órdenes verbales, y usar sus suaves manos envueltas en silicona, cada una
equipada con 241 sensores de presión, para interactuar con los humanos.
Aún así, reconoce Levy, pasará mucho tiempo antes de que no podamos notar la diferencia entre un humano y un
humanoide.
El robot sexual Gigolo Joe que Jude Law interpretó en la película de Steven Spielberg (2001) "Inteligencia artificial:
A.I.", ofreciendo conversación y apoyo emocional tanto como sexo, está al menos a 40 décadas de distancia, piensa.
No todos expertos en IA están de acuerdo. "No creo que tengamos robots con un aspecto humano convincente dentro
de ese límite de tiempo", dijo Frederic Kaplan, un investigador en la Escuela Politécnica Federal en Lausanne, Suiza.
Las personas todavía van a sentirse perdedoras
Kaplan, que impulsó la idea de la inteligencia robot al programar el cerebro del adorable e inquietante perro robot Aibo
de Sony, también se pregunta si incluso queremos robots hechos a nuestra propia imagen.
"Las interacciones humano-máquina serán interesantes en su propio derecho, no como "simulaciones" de las relaciones
humanas", dijo.
Pero Levy está convencido de que la demanda está ahí, y que la fuerza del mercado proveerá el combustible financiero
para superar cualquier obstáculo técnico... o psicológico.
"Es sólo cuestión de tiempo antes de que alguien en la industria del entretenimiento adulto, rebosante de dinero, piense,
"Vaya, podría hacer una pila de dinero"", dijo.
Una compañía de Japón, Axis, ya ha producido el primero del mundo, muy rudimentario, robot sexual... para hombres.
Llamadas Honeydoll [muñeca de miel], las figuras de tamaño natural están hechas de silicona quirúrgica y resina, y
equipadas con sensores emisores de voz en cada pecho. Si le pellizca los pezones, Cindy (o Soari o María, depende del
modelo) reaccionará con un grito y le susurrará unos mimitos pre-programados en la oreja.
Unos archivos de sonido MP3 personalizados pueden ser sustituidos para un contacto más personal. Precio: 7.000
dólares (4.800 euros).
"Las mujeres, también, serán atraídas por los robots sexuales", afirmó Levy.
"No creo que las mujeres sean menos atraídas que los hombres... podrían ser más atraídas", dijo, señalando un
incremento mundial en las ventas de vibradores, impulsadas por el levantamiento de los tabúes, por la facilidad de la
compra y por la aprobación del medio.
Levy, que alguna vez se ganó la vida organizando campeonatos de ajedrez, escribió su libro primero y luego lo ajustó
para presentarlo como una tesis doctoral en la universidad de Maastricht, en los Países Bajos.
El trabajo ha generado lo que él llama un "tsunami" de interés en los medios de comunicación desde su publicación el
año pasado y desde un espectro inusitadamente amplio de publicaciones.
"En marzo estaré invitado en Scientific American, y en abril habrá un artículo en Hustler", dijo el futurista.
Pero lo que para Levy es un sueño de interminables relaciones sexuales sin culpa ni enfermedad es, para otros, una
pesadilla de desolación.
"Creo que es inverosímil pensar que los humanos van a enamorarse de los robots", dijo Yvonne K. Fulbright,
sexologista de New York, autora de numerosos libros sobre sexo y sexualidad.
Reconoce que probablemente los robots sexuales encontrarán un lugar en el mercado, especialmente para hombres que
tratan de cumplir las fantasías que sus parejas de carne y hueso podrían rechazar.
"Pero habrá un real estigma pegado a los robots sexuales. Las personas todavía van a sentirse perdedoras si ése es su
último recurso", dijo.
Fulbright piensa que Levy está aun más lejos de la meta cuando se trata de las mujeres. "Es un enorme salto", dijo,
"pensar que porque las mujeres se estimulan con artilugios van a adoptar parejas robot".
"Las mujeres pueden decir que adoran y aman sus vibradores. Pero no quieren decir que están enamoradas de ellos",
dijo.
Fuente: Physorg.com. Aportado por Graciela
Lorenzo Tillard
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