01/Feb/08!f>
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La guerra moderna
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El juego 'Call of Duty 4' deja atrás las tácticas de la II Guerra Mundial y permite descubrir con los actuales conflictos un
armamento futurista.
El mundo está en permanente guerra en decenas de lugares a pesar de que sólo una o dos de ellas copen los medios de
comunicación. No todas son iguales armamentísticamente hablando. Las hay de primera categoría y de tercera.
En estas últimas se lucha con escasos medios militares, mientras que en las que se ven envueltos intereses de las
principales potencias, la tecnología se pone al servicio de los que van a ganar.
Infinity Ward retoma las riendas de la saga Call of Duty para permitir que los jugadores descubran cómo
se lucha en la guerra moderna. Atrás quedan pues decenas de misiones que permitieron conocer los terribles hechos de
la II Guerra Mundial.
El escenario de las modernas guerras ya no se limita a un país o un territorio. El planeta entero es el tablero donde se
decide el destino de la humanidad y las misiones de rescate de espías o persecución de terroristas se pueden producir
en cualquier rincón.
Call of Duty 4 permite vivir la aventura desde el punto de vista de las fuerzas especiales SAS británicas y de los
marines norteamericanos. Los primeros están inmersos en misiones por países del Este y Rusia, mientras que Oriente
Próximo es territorio yanqui. En la ficción, unos actos terroristas aparentemente inconexos acaban dando suficiente
poder a Imran Zakhaev como para realizar una amenaza nuclear a nivel global que pone a la humanidad contra las
cuerdas.
El desarrollo de la acción es idéntico a los anteriores títulos de la saga, con una perspectiva subjetiva que permite
saborear los momentos clave como si se estuviese allí realmente.
Se podrán llevar dos armas a la vez, normalmente una pistola y un potente y avanzado rifle de asalto, que ahora es
capaz de castigar a los enemigos incluso si se parapetan detrás de una madera o unos bidones. Si el fuego alcanza al
protagonista, la pantalla va ensangrentándose mientras un indicador señala de dónde vienen los disparos. Mantener esta
situación por mucho tiempo acaba con la muerte del soldado y el retome de la acción en el último punto en que se
guardó la partida.
Para evitar morir basta con correr hasta un lugar seguro y recuperar allí la vida perdida. Quizá este sea el punto más
criticable en un juego que destila realismo. Tratándose de combates corales, donde hay varios soldados aliados
controlados por la máquina, hubiese sido preferible tener que acercarse al médico para emular la curación. Pese a ello,
bien es cierto que el sistema permite una diversión trepidante y la queja pronto queda olvidada.
El uso de modernas armas es el acertado rasgo diferenciador de este título. Los cohetes anticarro portátiles se dirigen
horizontalmente hacia el objetivo y a unos metros de él se elevan verticalmente para volver a caer fugazmente como un
rayo y sin piedad sobre los infelices enemigos. Las gafas de visión nocturna permiten pasearse entre el humo; pero si
hay algo escalofriante son las armas de apoyo aéreo y visión infrarroja que habilitan a un aeroplano silencioso, que vuela
en círculos en plena noche, para segar la vida de decenas de soldados.
A todo ello hay que sumar una puesta en escena extremadamente realista que, por ejemplo, confunde los entornos
devastados por la explosión nuclear de una Chernóbil virtual con los de la ciudad de verdad, por no hablar del detalle
que muestran los personajes, las armas y los vehículos. Una perfecta localización y doblaje ponen el broche a la banda
sonora y los efectos de sonido que circulan por los altavoces.
Fuente: El País. Aportado por Francisco Costantini
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