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Al calor del mar
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Un deslizador subacuático que puede "cosechar" el calor termal del océano fue puesto a prueba por científicos estadounidenses.
El aparato, de color amarillo y con forma de torpedo, ha estado rastrillando las profundidades del mar en la zona del Caribe desde diciembre de 2007. El equipo que desarrolló este curioso vehículo
autónomo dice que ha cubierto "miles de kilómetros" desde que comenzaron las pruebas. Sus diseñadores creen que el deslizador podría llevar a cabo investigaciones oceanográficas de hasta seis meses
de duración, ya que no necesita parar para recargar baterías. "Estamos despejando el camino a una fuente de energía virtualmente infinita para la propulsión", dice Dave Fratantoni, del Instituto
Oceanográfico Woods Hole, (WHOi).
Foto: El torpedo deslizador propulsado por diferencia de temperatura
Sin embargo, Steve McPhail, experto en vehículos subacuáticos autónomos del Centro de Oceanografía Nacional (NOC) en Southampton, Inglaterra, explicó a la BBC que el torpedo no prescindirá
totalmente de las baterías. "De todos modos necesitas proveerlo con energía para los sensores, para el sistema de almacenaje de datos y el sistema de comunicación satelital, para ir recibiendo la
información", explicó. Como resultado, el vehículo tendrá que regresar a un barco o a la costa para "alimentarse". "Siempre hay una negociación entre la energía que utiliza el sistema de propulsión y la
que consumen los sensores", explicó McPhail.
Una red oceánica
Los oceanógrafos cada vez más buscan formas de estudiar el océano durante largos períodos y en tiempo real. Esto es clave para comprender las variaciones naturales en la circulación, por ejemplo, y
poder seguir de cerca cualquier cambio. Los científicos han desplegado extensas redes de sensores en los océanos. Por ejemplo, en 2004 los investigadores del NOC colocaron varios instrumentos en el
Atlántico para estudiar los patrones en las corrientes.
El proyecto Rapid, como fue bautizado, permitió obtener la primera imagen detallada de las corrientes del Atlántico y mostró cómo varían a lo largo del año. Su sucesor, el proyecto Rapid Watch, que
acaba de recibir US$32 millones del Consejo de Investigación del Medioambiente británico, vigilará el Golfo hasta 2014. Los expertos también planean "cablear" el Pacífico. Uno de los proyectos, el
Argos, consistirá en un tejido de 3.000 boyas colgadas cada 300 km en el océano. Los sensores en las boyas transmitirán unos 100.000 informes sobre temperatura y salinidad por año. Otra red, el
sistema de Investigación Acelerada de Monterey, California, conectará a una estación de investigación en ese estado con una serie de sensores colocados en el borde del Cañón de Monterey, el cañón
submarino más profundo de la costa Oeste de EE.UU.
Un deslizador perezoso
El deslizador ha sido probado en las aguas de las Islas Vírgenes. Lo que estos nuevos vehículos podrían aportar a estos conocimientos es la capacidad de viajar entre los distintos sensores. Por ejemplo,
se propuso que una flotilla de torpedos conecte los sensores fijos del Rapid Watch. Los aparatos ya son utilizados por oceanógrafos y se trasladan por sí mismos a través del océano cambiando la
profundidad de su deslizamiento desde la inmersión completa hasta la superficie. Sus pequeñas aletas lo impulsan hacia arriba, mientras la cola lo mueve hacia adelante y hacia los lados. El último torpedo
deslizador fue desarrollado por la empresa Investigaciones Webb y WHOi.
A cera
El torpedo genera su energía de propulsión a partir de los cambios de temperatura entre la superficie -más cálida- y las capas más profundas y frías del océano. Unos tubos rellenos de cera en su interior
se expanden cuando viaja por aguas cálidas, este calor empuja aceite desde un compartimento interno hacia uno externo, lo que poco a poco lo lleva a la profundidad; el enfriamiento de la cera en las
aguas frías revierte el ciclo, y así el torpedo describe un movimiento que vendría a ser como la sierra de un cuchillo.
Desde diciembre de 2007, el prototipo del torpedo ha recorrido con este singular zigzag marino la bahía de 4.000 metros de profundidad entre las Islas Vírgenes. El aparato emerge a la superficie tras
deslizarse perezosamente por el mar, para notificar su ubicación por CPS y transmitir la información recabada. De acuerdo a los investigadores de WHOi, su torpedo amarillo ha cruzado la bahía entre
St. Thomas y St. Croix unas 20 veces estudiando corrientes. "Los deslizadores pueden realizar tareas que los humanos no quieren o no pueden hacer por cuestiones de tiempo o costo", aclara Fratantoni.
"Pueden trabajar a tiempo completo en todas las condiciones climatológicas", agrega.
Fuente: Spanish Science. Aportado por Marcelo E. Shulman
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Más información:
Artículo en BBC Mundo