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Atrapados por la tecnología de consumo
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El afán de protagonismo induce a comprar compulsivamente aparatos de electrónica
Sobre la mesa del despacho de Emilio Montoya, un empresario de 50 años, sólo había dos aparatos electrónicos hace
cinco años: un teléfono móvil, que apenas usaba para llamar, y un ordenador de sobremesa, decorativo, dado el poco
uso que le daba. Atrapado por la vorágine tecnológica, Montoya decidió comprarse un portátil pequeño, que cupiese en
su maletín, y al que le podría enchufar una pantalla plana. Cuando hoy llegue a casa, Montoya dejará en la entrada su
teléfono móvil de última generación y una agenda PDA que su hijo le regaló las pasadas navidades, a pesar de que su
padre siempre ha sido de papel y bolígrafo.
La electrónica de consumo es absorbida con energía por el consumidor medio, históricamente más reticente al cambio.
A nadie le extraña ver los hogares repletos de aparatos electrónicos. Donde antes sólo había una televisión de tubo y un
vídeo, ahora hay una pantalla de plasma, donde se podrá ver mejor el receptor Televisión Digital Terrestre (TDT), o
ganarán calidad las películas de DVD.
El Observatorio Red.es, dependiente del Ministerio de Industria, lo atestigua. El último trimestre de 2007, los españoles
gastaron 3.022 millones de euros en tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El único equipamiento que
decae es el teléfono fijo; el resto, en especial las cámaras fotográficas, aumentan. España es, además, uno de los países
europeos que más rápido ha adquirido televisores planos. A principios de 2005, la consultora GFK, estimaba que se
venderían 450.000 televisores LCD y a mediados de año se aumentó la cifra hasta 800.000. Un año después, se
vendieron cerca de dos millones de unidades.
¿Qué ha ocurrido para que, a pesar de la vorágine de productos, el consumidor no se sienta agobiado, sino todo lo
contrario? La exclusión del individuo de su entorno es uno de los motivos a los que apunta Luis Enrique Alonso,
catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid. "Siempre tienes que estar al día. Si no, la gente es
muy posible que te deje de lado, que te deje fuera de sus conversaciones". Ya no vale simplemente con tener un
teléfono móvil, ahora resulta crucial que tenga cámara de fotos, navegador, cuantas más aplicaciones, mejor. Alonso
cree que este comportamiento se acentúa entre el público adolescente y juvenil y repercute en sus mayores. Guste o no,
ahora es más fácil para ellos sentirse integrados en un grupo si tienen un reproductor de MP3, a poder ser iPod, una
videoconsola... Hay una generación, la que nació en los años 80, y más aún la siguiente, que no entiende la vida sin
tecnología. Sus mayores lo toman como algo natural.
Nadie duda que la oferta es excesiva. Para Manu Contreras, uno de los editores del blog Gizmología, referente español
en la Red sobre electrónica de consumo, esto no es nada malo, puesto que se pone al servicio del consumidor medio la
oportunidad de elegir entre una gran variedad de aparatos. Eso, a su vez, mejora la competencia.
La brutal oferta genera también una cantidad abrumadora de información. Cuando el efecto de la novedad ha pasado, el
consumidor medio puede tener, si quiere, todos los datos sobre el producto que le interesa antes incluso de que se
comercialice. Es el caso del iPhone, el aparato de Apple, que combina Ipod, cámara de fotos, navegador de Internet y
teléfono móvil. Sin teclados, muy intuitivo. No llegará a las tiendas, de mano de una gran operadora, hasta la primavera,
pero, ¿hay alguien que no haya oído hablar de él?
Hay quien ya lo tiene o lo ha probado. Son los denominados "early adopters", gente cuyo único freno para adquirir
tecnología es el dinero. Manu Contreras es uno de ellos. Reconoce que de media al año puede llegar a gastarse 4.500
euros en electrónica de consumo. Además, gracias a su blog consigue llevarse a casa productos que aún están en
desarrollo y que no se comercializarán hasta dentro de varios meses. "Somos adictos a la tecnología, ¿quién no querría
probar un gadget (aparato) antes que nadie?", señala.
Gracias a Internet, están mucho más conectados "y de la misma manera que los rumores y comentarios positivos de un
producto pueden difundirse rápidamente, también los fallos del mismo producto son compartidos por los interesados en
pocos de días", explica Alexis Bonte, inversor y experto en Internet.
Sus opiniones pueden acabar con un nuevo producto en cuestión de días si no les gusta. Prácticamente todas las
innovaciones que han triunfado en los últimos años han tenido que convencer a algún "early adopter". Algunas, como
Google, entre los buscadores, y Firefox entre los navegadores, han conseguido alcanzar posiciones muy importantes.
Las compañías saben de su poder. Por eso, en muchos casos, son ellas las que ofrecen los productos. Xataka, blog de
referencia, sirve de prueba para una veintena de marcas (Motorola, Sony...). Esta espiral crea una cultura tecnológica de
consumo que lleva a demandar constantemente productos. Al fin y al cabo, ésa es la tarjeta de presentación para
muchas personas. El sociólogo Artemio Baigorri lo apunta: "La función del consumo no es satisfacer las necesidades,
sino el ego de cada uno. Es evidente que la tecnología facilita la integración, a pesar de que un usuario medio no llegue a
sacar ni un 20% del rendimiento de sus aparatos".
De ahí que la tendencia sea aglutinar aparatos que quizás no se vayan a utilizar jamás pero que hay que mostrar. Los
reproductores de MP3, son un ejemplo. Almacenar 80Gb de música, vídeos y fotos, es prácticamente imposible. Y si
se consigue, ¿realmente alguien tiene la capacidad de ver y escuchar todo lo almacenado?
Una encuesta de la empresa de estudios de mercado TNS reafirmaba esta teoría. El 45% de los ciudadanos tiene un
móvil que permite escuchar música, pero la mayoría no lo usa. El desconocimiento, la impotencia ante un nuevo
producto con el que se pueden hacer piruetas pero no se sabe cómo, es uno de los principales motivos de rechazo de
los españoles a la hora de acercarse a las nuevas tecnologías. Por encima incluso del coste del producto. Según Red.es,
en una escala de uno a cuatro, los ciudadanos valoran con un 3,22 la idea de que usarían más productos tecnológicos si
alguien les enseñara a utilizarlos.
Esa sensación se percibe cada vez más en las empresas. Buscar lo fácil, lo directo, es la obsesión de las compañías.
"Hagan la vida más fácil a la gente", es el consejo de José Luis Melero, director general en España de la investigadora
de mercado Research International.
Integrar varias funciones en un solo dispositivo es esencial para que llegue a un público masivo. El teléfono móvil es el
punto de inflexión, según los expertos, que ha acercado a los escépticos a la tecnología. Hace apenas unos años sólo
servía para llamar. Ahora sirve para mandarse mensajes, hacer y compartir fotos, vídeos, escuchar MP3 o ver una
película. En España, 28 millones de personas tienen ya un teléfono móvil, un 75% de la población de 15 y más años.
Además de la sensación de poder, otro de los factores que ha propiciado el cambio de mentalidad del consumidor
medio es la facilidad para sentirse protagonista. "La electrónica ha conseguido que mucha gente pueda experimentar sin
ser un experto", razona el profesor de Sociología de la UNED. Ahora una persona prueba a editar sus propias
fotografías, a montar un vídeo.
La Nintendo Wii, una videoconsola hecha para aquellos a los que no les gusta jugar, en donde tú te sientes el
protagonista del juego, es un ejemplo. Entre diciembre de 2006 y 2007, la consola vendió 600.000 unidades, el 51%
del parque de las de nueva generación. El pasado mes de diciembre, de cara a las navidades, la Wii arrasó y alcanzó
unas ventas que representaron el 66% del total de videoconsolas domésticas, muy por encima de sus principales
competidores, la XBox 360 y la PlayStation 3.
Innovar es el principal objetivo de las empresas. No vale con ser el segundo, hay que marcar tendencia. La pelea en la
era digital es feroz. El último ejemplo es la guerra de formatos que han librado Toshiba y Sony por hacerse con el
liderazgo del sistema de alta definición. El triunfo de los segundos, además de dejar, al menos en España, a 10.000
personas con un formato de DVD obsoleto, ha sido doble. Se resarce, por un lado, de la derrota que en los años
ochenta sufrió el Betamax, el producto que creó para la introducción del vídeo casero. Pero más allá de esta victoria
simbólica, Sony ha logrado con el Blu-Ray situarse a la cabeza de la era digital.
Aunque no supone la necesidad de comprar productos Sony, sí obligará a los fabricantes a pasar por el aro, a adaptarse
al sistema creado por la compañía japonesa. El triunfo, más que por una mejor calidad del formato -los dos eran muy
parecidos- se ha logrado gracias a que Sony contaba con un mejor elenco de aliados: la mayoría de estudios de
Hollywood (Warner Bros, Metro Goldwyn Meyer...) y Wal-Mart, la mayor cadena de distribución mundial.
La aventura de Blu-Ray en España comenzó en octubre de 2006. En un año ha conseguido vender 3.000
reproductores, sin contar los que vienen incluidos en portátiles y PlayStation 3. La previsión de la compañía para este
año es llegar hasta las 20.000 unidades. El precio, sin embargo, sigue siendo prohibitivo, unos 450 euros.
En la compañía, sin embargo, no cunde la preocupación. Ponen de ejemplo el DVD. En el año de su lanzamiento,
vendió 5.000 unidades, y 15.000 en el segundo. Ahora, al menos ocho de cada diez usuarios consideran que reciben
mucho o suficiente por lo que pagaron por el aparato, según Red.es. "Blu-Ray es un formato para evolucionar con el
tiempo; aunque ahora se comercialicen discos de 50GB, ya se sabe que podrían llegar a funcionar discos con 200GB de
capacidad de almacenamiento", explica Jorge Gallego, responsable de Sony Alta Definición en España.
En Japón, en apenas cuatro años, el Blu-Ray ha conseguido acaparar el 20% del mercado total del DVD. Si bien, el
país nipón cuenta con emisiones en alta definición, algo que está al caer en España. TVE anunció recientemente que
retransmitirá los Juegos Olímpicos de Pekín en este formato en la TDT. A partir de ese momento se sacará un pleno
rendimiento a los televisores LCD y de plasma.
Fuente: El País. Aportado por Graciela Lorenzo
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