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En la frontera del 'tecnodoping'
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Los nuevos productos y materiales 'milagrosos' cambian la percepción del deporte y de los deportistas
Quizás porque no ha visto a Alec Guinness en El hombre del traje blanco, Jay Meschler, el de las afiladas patillas, no apreció la ironía. En la sátira de Mackendrick, Guinness,
un inventor visionario, sólo se libera cuando su traje, supuestamente indestructible, inarrugable, inensuciable, comienza a desintegrarse.
Chaleco enfriador
A Meschler, un ingeniero con visión de la casa Nike, no le hizo ninguna gracia que uno de los testigos del supuesto carácter irrompible del hilo de vectran -hebras de polímero de
cristal líquido usadas por la NASA para coser los globos del explorador lunar- lo rompiera como si nada después de tirar con las manos de los dos extremos de un cabo. "No, no
conozco la película de Guinness", dijo Meschler en la presentación del producto en la sede de la compañía en Beaverton (Oregón, Estados Unidos). "Pero sí que conozco los
puentes de Calatrava. Y me gustan"
El vectran, 120 hilos del producto casi exactamente, bordados hasta la suela como cables de un puente en suspensión sobre una finísima película de acetato, forma el esqueleto de la
zapatilla de atletismo más ligera jamás fabricada -92 gramos con clavos y todo-, el último invento de la gran ola que ha llevado a los materiales deportivos hasta la frontera del
tecnodoping. Bañadores mágicos que actúan como flotadores, palos de golf en los que el tamaño, la forma y las rayas de la cara suplen la pericia y el toque de los jugadores,
camisetas tan ajustadas y tan aireadas que respiran como la piel de los atletas, cámaras que simulan la altitud a voluntad del usuario... Como si los récords del futuro dependieran ya
más de la tecnología que de la capacidad de los deportistas. Al clásico lema olímpico "más rápido, más alto, más fuerte", los fabricantes le han añadido dos necesidades más: "más
ligero, más frío". E incluso, una más: "más elitista", pues la nueva tecnología no estará al alcance de todos.
Zapatilla 90 gramos
"Pero, bueno, también se escribió y se dijo lo mismo hace 12 años cuando fabricamos las zapatillas de oro con las que Michael Johnson batió los récords de 200 y 400 metros y
ganó los oros olímpicos en Atlanta", dice Meschler. "Y pesaban 112 gramos, pero ahora nadie piensa que los récords los batieran las zapatillas, sino sus piernas. Con éstas, 20
gramos más ligeras, lo único que hacemos es continuar nuestra búsqueda del Santo Grial, que es el regreso a la naturaleza: el hombre primitivo corría descalzo. Nosotros queremos
acercarnos a esa sensación lo máximo posible, como si los clavos surgieran directamente de la planta del pie del atleta. Y ahora estamos más cerca de esa utopía. Pero siempre los
récords los seguirán batiendo los atletas". Aunque la zapatilla hará su debut oficial en los Juegos de Pekín, ya el año pasado fue usada secretamente -hilos de color blanco, invisibles,
ocultaban su diseño interno- por los mediofondistas norteamericanos Alan Webb y Bernard Lagat, quien logró en el Mundial de Osaka el doblete en los 1.500 y 5.000 metros. En
2008, el desafío será mayor: ¿serán capaces las zapatillas Nike Zoom Victory de convertir en campeón olímpico al récordman mundial de los 100 metros, Asafa Powell? "Powell ya
las ha probado y dice que le encantan, que no nota su peso pero sí cómo le sujetan el pie", dice Meschler.
Al igual que la frontera entre la ayuda legal y el tecnodoping es cada vez más tenue, también con el tiempo se hace más débil el límite entre marketing y ciencia. "Yo creo que la
mayor ventaja que pueden suponer unas zapatillas así de ligeras en una distancia tan corta es puramente psicológica, y, por lo tanto, no se puede medir", dice Xavier Aguado,
biomecánico de la Universidad de Castilla-La Mancha. "No dudo que a medida que se vayan mejorando las marcas, en el futuro, y las mejoras sean cada vez más pequeñas,
empiecen a cobrar importancia aspectos que hasta ahora no han sido importantes, pero de momento soy escéptico con lo del peso del calzado".
Nike también desveló sus últimos avances en bañadores de cuerpo entero, donde, siguiendo la estela del ya mítico LZR de Speedo, sacan al mercado un modelo de cuerpo entero y
diferentes materiales según las zonas, con dos variedades: uno que comprime más los músculos, más aerodinámico, y otro que permite más libertad de movimientos, además de
camisetas y pantalones de atletismo. Y también, y dado que el calor y la humedad son el mayor peligro de Pekín, un chaleco congelable que, usado en el calentamiento para las
pruebas de más de dos horas, retrasan en un 20% el tiempo que tarda el organismo en alcanzar los 39,5 grados, temperatura que marca, según los estudios de José González
Alonso, experto español en el estudio del estrés térmico y el rendimiento, el comienzo en la reducción del rendimiento. O a esa conclusión llegaron los expertos de Nike después de
probar el artilugio (pesa 3,6 kilos), en una cámara cerrada de su laboratorio donde pueden simular condiciones de temperatura y humedad que varían de -25 a 50 grados centígrados
y de 20 al 100%. "Pero, claro, este chaleco sólo se puede usar en la fase de calentamiento, no durante la prueba", dice su inventor, Eddie Harber. "Lo ideal, y a lo que se llegará en
los próximos 20 años, será una camiseta similar a las actuales que enfríe durante el ejercicio".
El chaleco, sin embargo, también está sometido al escepticismo de otros investigadores. "En temas de termorregulación, en efecto, se ha avanzado mucho", dice Ricardo Mora,
investigador de la universidad manchega, "pero la mayoría de los inventos no funcionan. Prendas que guardan el calor y lo devuelven sí que se han conseguido, pero que enfríen, no.
Se ha intentado con guantes helados, con congelar los manillares de las bicicletas, y nada... Quizás todo sea tan sencillo como lo que propone la británica Susan Shirreffs, que en un
estudio demuestra que se puede retrasar entre 10 y 15 minutos el ascenso de la temperatura simplemente bebiendo litro y medio de agua a 4 grados media hora antes de la
competición".
Quizás, como dice Mikel Izquierdo, doctor en Ciencias del Deporte y editor de Biomecánica y bases neuromusculares de la actividad física y el deporte, de la editorial
Panamericana, "los resultados científicos de los materiales 'milagrosos' no son tan claros como proclaman los vendedores". "Hay mucho marketing", añade. Quizás, todo sea más
sencillo. "Los fabricantes de calzado, si de verdad creen que reducir el peso de las zapatillas a estos extremos tiene algún significado más allá de buscar la metáfora del calzado sin
peso pero con clavos para simular un pie descalzo mejorado, quizás deberían advertir a los velocistas que se abstuvieran de llevar cadenas, pendientes, anillos, crucifijos y toda
suerte de amuletos u objetos decorativos que echan por tierra sus esfuerzos tecnológicos en las reducciones de peso", concluye Aguado.
Fuente: El País. Aportado por Gustavo Courault
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