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Ordenadores diminutos que ayudan, informan y entretienen
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Para su tesis doctoral, Rafael Ballagas trabajó con otros estudiantes en la construcción de una varita mágica que hiciera
de guía turística por Regensburgo, Alemania. Los turistas podrían pasearse por la ciudad, agitar la varita para "lanzar un
hechizo" y oír una voz que les contara la historia del lugar en el que se encontraran
El traje de Nicole Predky cuenta con sensores que le permiten controlar su música de baile
Parece magia, pero la verdad es un poco más mundana. La varita no es más que un teléfono móvil, señala Ballagas.
"Está en una carcasa. Tiene una piel", explica.
El móvil va controlando el camino que siguen los turistas y les notifica que se están acercando a una zona de
Regensburgo digna de mención. Cuando los turistas terminan el recorrido, el móvil les hace un resumen del viaje con
información sobre cada parada del camino.
Los diseñadores de ordenadores están trabajando para desarrollar más este tipo de magia insertando los últimos chips
en sitios nuevos y dándoles nuevos poderes.
El objetivo es que los ordenadores sean prácticamente invisibles para la gente y que estén aún más integrados en sus
vidas.
El proyecto de Ballagas es un paso más en este camino; quizás por eso lo haya contratado Nokia para trabajar en su
laboratorio de investigación de Palo Alto, California.
Pero en el futuro, los chips de los ordenadores estarán en las casas, en lugares todavía más extraños que unas varitas
mágicas.
Imagínese un paraguas con un móvil insertado en el mango: podría reproducir la predicción meteorológica del día y el
mango volverse verde si el pronóstico es bueno. Pero si una tormenta estuviera acercándose podría empezar a ponerse
rojo a un ritmo determinado por la probabilidad de que realmente llueva.
Un programa como éste crea nuevos modelos de negocios y oportunidades para el mundo de la publicidad.
El paraguas podría ser gratis; si el tenedor está dispuesto a permitir que le susurre ofertas de publicidad al oído: "¿Te
acuerdas de ese café de vainilla, pimiento y frambuesa que te gusta? La tienda por la que has pasado acaba de sacar
una hornada del asador".
Leah Buechley es una investigadora posdoctoral del Craft Technology Group en la Universidad de Colorado, en
Boulder, que estudia las aplicaciones del software en la artesanía tradicional. Está vendiendo el LilyPad Arduino, un
disco pequeño con forma de flor y con un chip informático en el centro, que se puede coser a la ropa. Luego se le
pueden conectar sensores tales como acelerómetros, para medir la aceleración o detectar y medir las vibraciones, y
detectores de luz a los "pétalos" mediante cables para que el chip pueda seguir el movimiento del que lo lleva.
La placa base cuesta cerca de 6,30 euros y en cuanto a los accesorios, el precio del LED tricolor ronda los 5 euros y el
del acelerómetro, los 15,70 (sparkfun.com).
Buechley explica que la placa base se puede llevar como los ordenadores blandos, "de forma que no invadan ni
signifiquen mucho peso". Una bailarina utilizaba un leotardo lleno de sensores para sincronizar un piano automático con
sus movimientos: no era necesario pagar a un pianista para que siguiera el ritmo. Aunque hay muchas oportunidades
abiertas a la diversión, Buechley asegura que el mercado de verdad podría estar en los aparatos que ayudan a las
personas mayores. Está explorando cómo confeccionar ropa que controle el ritmo cardíaco, la respiración y el
movimiento de las articulaciones de las personas.
En el Digital Health Group de Intel Corporation, Eric Dishman, director de investigación e innovación, afirma haber visto
muchas oportunidades para fabricar ordenadores incorporados que podrían ayudar a la gente. "Las personas con mal
de Alzheimer dejan de responder al teléfono y al telefonillo", explica. "Da mucha vergüenza no saber diferenciar a un
extraño del cónyuge en el portal".
Así que Intel construyó un teléfono con "identificación de llamada por esteroides". Cuando alguien llama, el teléfono
parpadea con "una imagen de la persona y una frase corta sobre lo último de lo que se ha hablado con ella". Esto suele
bastar para entablar una conversación y hacer que la gente siga en contacto con sus familiares y amigos.
Otros ejemplos de sensores y pantallas que se integran en campos inesperados incluyen el sistema PhyTalk de Phytech,
una compañía israelí. Utiliza sensores que se ponen en los árboles frutales o en otros cultivos para dar información a los
agricultores. Un sensor supervisa cambios ínfimos en el diámetro del pedúnculo, mientras que otro va controlando el
peso y el tamaño de la fruta.
Avi Lulu, el consejero delegado de la compañía, afirma que el sistema podría reducir los costes de irrigación y aumentar
los beneficios. "No estamos irrigando lo que creemos que las plantas necesitan, sino lo que necesitan de verdad", señala.
A algunos amantes de las plantas podría interesarles Botanicalls, un proyecto más simple desarrollado por el programa
de telecomunicaciones interactivas de la Universidad de Nueva York. El dispositivo mide la humedad de la tierra y le
envía un mensaje al dueño cuando está demasiado seca. Y cuando la planta recibe agua, manda también una nota de
agradecimiento.
Esto podría ser de utilidad, pero no es difícil darse cuenta de cómo los chips informáticos, si se vuelven demasiado
comunes, pueden llegar a convertirse en triviales.
Tom Igoe, que dirige la computación física para el programa de la Universidad de Nueva York, comenta que sus
alumnos están empezando a pensar desde una perspectiva crítica si vale siempre la pena incorporar la informática.
"Es como un niño en una tienda de caramelos", explica. "Empiezas a discriminar. Cuando puedes coger de todo,
empiezas a ponerte enfermo y comes sólo cuando te apetece".
Los costes son un factor, reconoce. La posible pérdida de la intimidad es otro. Y tanta potencia informática puede
terminar con una acumulación incesante de datos.
Señala que el objetivo último al incorporar la informática "no es la comunicación, sino la calidad de vida que da la
comunicación". Igoe nos pone un ejemplo: el Toyota Prius -un híbrido eléctrico- y otros coches nuevos informan al
conductor el consumo de combustible.
Siempre que se pueda ayudar a la gente a "medir cómo están haciendo algo, pueden cambiar la forma que tienen de
hacerlo", afirma. Se convierte en un videojuego viviente, pero uno que tiene un objetivo.
Fuente: El País. Aportado por Graciela Lorenzo
Tillard
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