17/May/08!f>
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El pez espinoso 'retrocede' en la evolución
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Sostiene la teoría darvinista que la selección natural obliga a las especies a evolucionar, es decir, a desarrollar rasgos que
se adapten a las exigencias del entorno
Así ha ocurrido con los peces de agua dulce, que con el correr de los eones han ido perdiendo sus escamas defensivas.
Sin embargo, últimamente se ha visto que al menos una especie está volviendo a recuperarlas, y lo curioso del caso es
que lo ha hecho en respuesta a las mejores condiciones ambientales promovidas por los seres humanos.
Este ejemplo de 'evolución invertida' o 'involución' se ha producido en el lago Washington de Estados Unidos. Sus aguas
cobijan una población de peces espinosos ('Gasterosteus aculeatus'), una especie que en un pasado muy remoto vivía en
agua salada. A mediados del siglo pasado, el lago se había convertido en el vertedero de la zona industrial de Seattle. En
los años '60 se puso en marcha un proceso de recuperación -uno de los más costosos en la historia del país- que se vio
coronado por el éxito: de una visibilidad bajo el agua menor a tres metros registrada en 1968, se ha pasado a una
visibilidad actual de 8 metros. Pero el logro medioambiental ha tenido un impacto imprevisto en los peces espinosos.
En efecto: mientras en los '60 las escamas apenas cubrían al 6% de esos peces, actualmente el 49% está cubierto de
placas óseas de la cabeza a la cola, y un 35 se encuentra parcialmente revestido por ellas.
¿Explicación del cambio? "La causa más probable de esta evolución invertida en el espinoso la dan los altos niveles de
depredación por parte de las truchas, tras el repentino aumento de la transparencia de las aguas", conjetura la bióloga
Catherine Peichel en la revista Current Biology.
En los buenos tiempos de la contaminación, las aguas roñosas envolvían a los espinosos con un "manto protector", por
lo que a éstos les resultaba innecesario dotarse de una armadura biológica. La suciedad reforzó la tendencia natural de
los peces de agua dulce a perder sus escamas, ya que en los lagos, a diferencia del mar abierto, existen muchos lugares
donde esconderse de los depredadores. Pero en las últimas décadas, la situación dio un vuelco total y necesitaron volver
a armarse.
No es la primera vez que el lago Washington aporta ejemplos de procesos evolutivos (o involutivos) acelerados. Hace
unos pocos años, otros investigadores descubrieron cómo los salmones introducidos en sus aguas tan sólo necesitaron
trece generaciones para desarrollar los caracteres de adaptación necesarios. Ahora el espinoso viene a proporcionar un
nuevo argumento contra la creencia dominante de que la evolución avanza milimétricamente a través de cientos de miles
de años. La idea de una evolución (o involución si se quiere) ultrarrápida no deja de ganar adeptos.
Además, el espinoso ilumina la compleja interrelación entre medio ambiente y genética. Dicho pez porta en su ADN
genes de los peces de agua salada (que tienden a tener placas) y los de agua dulce (que tienen pocas). Según las
presiones del medio, el equilibrio entre los genes se inclina hacia uno u otro lado, y en lo que respecta a los espinosos
del lago Washington, se decantó a favor de los genes "escamosos", por así decir.
Del caso expuesto se puede sacar una enseñanza adicional acerca de la complejidad de nuestras interacciones con el
medio ambiente: nada de lo que haga el ser humano, sea de forma desaprensiva o bien intencionada, deja de tener un
impacto en las criaturas que nos rodean, unas consecuencias que, con demasiada frecuencia, somos incapaces de
prever.
Fuente: Soitu. Aportado por Graciela Lorenzo
Tillard
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