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La luz y los electrones cooperan
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La luz que incide en una superficie crea perturbaciones de muy diferentes clases, que dependen de si es un metal o un
semiconductor. Pero combinar estos dos materiales en un única nanoestructura podría conducir a dispositivos que se
beneficien de las mejores propiedades de cada uno
Para comprender mejor cómo podría funcionar, los investigadores informaron en la edición del 12 de septiembre de las
Physical Review Letters que ahora han caracterizado el acoplamiento entre los excitones -estados de electrones
excitados en los semiconductores- y los plasmones, que existen en metales.
Al comprender los detalles de la interacción plasmón-excitón podría ayudar a los investigadores a desarrollar
computadoras ópticas, rayos láser de plasmones, o celdas solares mejoradas.
Ondas doradas. Esta simulación de computadora muestra la fuerza del campo eléctrico que
rodea las tiras doradas a nanoescala (en una sección transversal) cuando es golpeado con luz infrarroja desde arriba. En
los experimentos, los investigadores midieron las interacciones de los plasmones de una superficie dorada -ondas de
campos electromagnéticos y electrones- con los electrones (excitones) en la faja semiconductora por debajo (no
mostrada).
Cuando la luz incide en un metal, puede crear una polarización superficial de plasmones -a menudo llamada simplemente
"plasmón superficial"- que es una onda que viaja y combina los campos electromagnéticos mediante las oscilaciones de
los electrones. Los investigadores están usando diminutas antenas de plasmón para conducir más luz a las celdas solares
(fotovoltaicas), para incrementar su eficiencia. Otros que investigan sobre "plasmónica" esperan desarrollar dispositivos
que reemplacen a algunas corrientes eléctricas con ondas de plasmón, porque los plasmones puede, en teoría, llevar
tanta información como los pulsos de luz, pero comprimida en cables de dimensiones nanométricas usados en los chips
estándar de computadora.
El emergente campo de la plasmónica se ve afectado, sin embargo, por el hecho de que los plasmones sólo sobreviven
de 10 a 100 femtosegundos antes de decaer en ondas normales de luz o se transformen en vibraciones atómicas. "El
gran desafío es superar estas pérdidas", dice Christoph Lienau de la Carl von Ossietzky University en Oldenburg,
Alemania. Una solución sería amplificar la señal del plasmón alimentándolo con fotones emitidos por un semiconductor
que toque el metal. Un pulso luminoso podría excitar un electrón de un semiconductor a un estado denominado excitón,
que volvería luego al estado base y emitiría el fotón. Pero para construir ese amplificador, dice Lienau, se necesita saber
cómo "hablan entre sí" los excitones y los plasmones. Otros han observado esta interacción a través de los cambios en
las propiedades ópticas de semiconductores acoplados a nanoestructuras metálicas, pero nadie ha sido capaz de medir
con precisión cómo se transfiere la energía entre los dos materiales.
Para estudiar las interacciones plasmón-excitón, Lienau y sus colegas diseñaron una nanoestructura "híbrida" cuyos
plasmones podían ser precisamente controlados. Empezaron con una gruesa tajada de 10 nanómetros del
semiconductor arsenide de galio y luego pusieron encima algunas tiras de oro, cada una de 360 nanómetros de ancho,
dejando espacios de 140 nanómetros entre ellas. El equipo dirigió un rayo láser infrarrojo a las tiras y midió la luz que se
reflejaba. De la disminución en este reflejo, pudieron distinguir que algo de luz era convertida en plasmones en las
superficies superiores e inferiores de las tiras de oro. Al variar el ángulo del rayo láser, el equipo pudo cambiar la
longitud de onda de estos plasmones. Cuando ajustaron esa longitud de onda hasta cerca de la resonancia con el excitón
en el arsenide de galio -en 810 nanómetros- detectaron una disminución adicional en la luz reflejada. Eso implica que los
plasmones al fondo de las tiras estaban interactuando con excitones en el semiconductor.
El equipo entonces construyó un modelo matemático de osciladores acoplados para explicar sus datos. En éste
calcularon la fuerza de acoplamiento excitón-plasmón que era de 8 mili-electronvoltios, que implica que se necesita unos
250 femtosegundos para que un plasmón se transforme en un excitón. Este tiempo de conversión podría ser acortado 5
veces si se optimiza el dispositivo, pero en general, todas las estructuras híbridas tendrán este acoplamiento básico, dice
Lienau.
"El trabajo es hermoso, tanto por su detalle científico y minuciosidad como también por su impacto potencial", dice
Kobus Kuipers del Instituto de Física Atómica y Molecular del FOM (AMOLF) en Ámsterdam. Aunque este sistema
convierte esencialmente plasmones en excitones, podría ser operado en el otro sentido si una corriente eléctrica o un
segundo rayo láser bombeara excitones en el semiconductor. De modo que Kuipers dice que este estudio detallado
beneficiará directamente a los que trabajan para amplificar señales de plasmones para dispositivos, y también a los
investigadores que desarrollan un rayo láser de plasmones, a veces llamado SPASER.
Fuente: Focus. Aportado por Graciela Lorenzo
Tillard
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Artículo original (inglés)
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