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Científicos catalanes reconstruyen en 3D el cráneo del "Homo antecesor" de Atapuerca
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El trabajo, presentado en la Semana de la Ciencia de la Ciencia de Tarragona, parte de dos fragmentos hallados en el yacimiento e incluye los músculos y la piel
Fragmentos de uno de los cráneos hallado en Atapuerca.
El Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) ha presentado en la Semana de la Ciencia de Tarragona la primera reconstrucción
completa y tridimensional del cráneo del Homo antecesor, que se descubrió en el yacimiento de Gran Dolina, en Atapuerca (Burgos), en 1994.
Éste es el principal atractivo del pabellón que este instituto y el Área de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona han organizado con
motivo de la Semana de la Ciencia, que del 19 al 21 de noviembre se puede visitar en el Palacio Ferial y de Congresos de Tarragona.
Se trata de la primera reconstrucción completa y tridimensional, con músculos y piel incluidos, del cráneo del Homo antecesor hallado en Atapuerca. El proceso
para obtenerla se inició con una "reconstrucción modelada del cráneo a partir de dos fragmentos encontrados en el yacimiento de Gran Dolina", ha explicado
Gala Gómez, restauradora del IPHES.
Un trabajo delicado
Son un maxilar y un frontal de los que se hicieron moldes y, a partir de éstos, se ha modelado el resto del cráneo con plastilina. Después, el también restaurador
del IPHES Àlex Soler hizo un molde de silicona del conjunto y reprodujo la pieza con resina de poliéster, un trabajo que "ha conllevado que, sobre la
reproducción en resina, se hayan tenido que pintar los huesos del cráneo encontrados, diferenciándolos de la parte modelada".
Finalmente, a partir de esta reconstrucción, se ha digitalizado el cráneo y se ha elaborado por primera vez una recreación por ordenador, en tres dimensiones,
del aspecto que tendría el Homo antecesor, una labor que ha corrido a cargo de un equipo encabezado por el especialista del IPHES en esta tecnología, Jordi
Espona. Este equipo también ha sido el encargado de añadir músculos y piel al cráneo.
El Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) ha presentado en la Semana de la Ciencia de Tarragona la primera reconstrucción
completa y tridimensional del cráneo del Homo antecesor, que se descubrió en el yacimiento de Gran Dolina, en Atapuerca (Burgos), en 1994.
Se trata de la primera reconstrucción completa y tridimensional, con músculos y piel incluidos, del cráneo del Homo antecesor hallado en Atapuerca. El proceso
para obtenerla se inició con una "reconstrucción modelada del cráneo a partir de dos fragmentos encontrados en el yacimiento de Gran Dolina", ha explicado
Gala Gómez, restauradora del IPHES.
Para permitir una distinción clara entre los fragmentos originales y los añadidos, se ha seguido un criterio de restauración arqueológica mediante la aplicación de
una tonalidad de color neutra a las partes reconstruidas, ha puntualizado Gala Gómez.
El equipo de Atapuerca mantiene su tesis sobre el origen euroasiático del Homo. Bermúdez de Castro, coordinador del grupo de científicos del yacimiento
burgalés, asegura que debe impulsarse un gran debate sobre esta cuestión
Ésta es la principal conclusión del segundo Seminario Internacional de Paleoecología Humana celebrado en Burgos, según ha avanzado José María Bermúdez
de Castro, codirector del equipo científico de Atapuerca, quien ha señalado que se hace necesario impulsar un gran debate sobre esta cuestión.
El 'Habilis', degradado a australopiteco. Según ha explicado al exponer las conclusiones del seminario, es "indiscutible" que el origen de los homínidos,
antecesores de los Homo, está en África. La duda surge respecto al origen de los segundos. En su opinión el denominado Homo Habilis, con origen africano, es
en realidad un Austrolopitecus Habilis.
Según ha dicho, los yacimientos georgianos de Dmanisi, donde se han encontrado restos fósiles del Homo Georgicus con una antigüedad de 1,8 millones de
años, suponen la evidencia de que el género Homo tiene origen euroasiático, y se extendió a otros territorios del planeta, entre ellos a África.
Asimismo ha recordado que en 2003 el equipo científico de Atapuerca ya planteó que el Homo Antecesor, que habitó en la Sierra de Atapuerca hace cerca de
un millón de años, tiene un claro origen euroasiático y no africano, como se pensaba en un principio.
De hecho, según ha anunciado Bermúdez de Castro, el equipo científico de Atapuerca y el departamento de Arqueología de la Universidad de Sheffield
(Inglaterra) han acordado en este congreso establecer una colaboración para realizar publicaciones conjuntas en defensa de esta hipótesis.
Antecedentes, el hallazgo en Atapuerca. Los primeros humanos llegaron a Europa hace 1,2 millones de años. Los investigadores del yacimiento
burgalés encuentran la mandíbula de un "Homo Antecesor" 400.000 años más antigua que los fósiles conocidos hasta ahora. En 1997 los hallazgos del
yacimiento arqueológico de Atapuerca ya pusieron patas arriba el árbol de la evolución de la especie humana con la definición de una nueva especie. Lo han
vuelto a hacer: basándose en un nuevo fósil los científicos han atrasado aún más la llegada del Homo a Europa, y aseguran que los primeros humanos llegaron
hace 1,2 millones de años.
Hace diez años se hizo público el descubrimiento de los restos fósiles de un cráneo que presentaba dos singularidades: no se correspondía con ninguno
encontrado anteriormente, y su antigüedad era superior a la que se había supuesto para restos de un Homo en Europa.
Tras vencer algunas reticencias de la comunidad científica, lo bautizaron como Antecesor, llenaron con él un hueco cronológico entre el africano Ergaster y el
europeo Heidelbergensis, y calcularon que este primer humano europeo del que sólo se han encontrado restos en Burgos había vivido hace unos 800.000 años,
400.000 antes que su sucesor.
Lejos de darse por satisfechos, los paleontólogos encargados de analizar los restos del yacimiento burgalés venían asegurando desde entonces que la edad de
los primeros Antecesor debía ser mucho mayor. Y el tiempo les ha dado la razón.
En las conclusiones del estudio realizado sobre un fósil, encontrado el 30 de junio del pasado año en la Sima del Elefante, y que esta semana se publican en la
revista Nature, el equipo dirigido por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez y Eudald Carbonell señala que la mandíbula -y un diente encontrado un día
antes- pertenece sin duda a esta especie.
Multitud de pruebas señalan además a su antigüedad. Primero, el nivel en el que ha sido encontrado: se denomina TE-9 y en él hay también utensilios de sílex
realizados con la técnica olduvayense, así como especies de roedores cuya presencia señala el espacio temporal al que pertenece el hallazgo.
Están también los análisis de paleomagnetismo y los estudios de la descomposición radiactiva de los isótopos en los sedimentos. Todos estos indicios hacen
retroceder en casi medio millón de años la llegada de los primeros homínidos a Europa.
En cuanto a la procedencia originaria del espécimen, aún por determinar, se apunta que la morfología de la cara anterior de la sínfisis (una junta de cartílago
entre los huesos) es primitiva y recuerda a la de fósiles africanos del Pleistoceno Inferior atribuidos al Homo habilis y al Homo rudolfensis.
En particular, el fósil de la Sima del Elefante tiene muchas similitudes con las mandíbulas encontradas en el yacimiento de Dmanisi (República de Georgia) que
datan de 1,7 millones de años y que se atribuyen al Homo erectus. Por el contrario, la cara posterior de la sínfisis tiene un aspecto más derivado que, según los
investigadores, recuerda a ciertas mandíbulas de Asia.
Los científicos creen "probable" que la primera población europea proceda de la región del Oriente Próximo, verdadero cruce de caminos entre África y
Eurasia, y que estuviera relacionada con la primera expansión demográfica fuera de África que, en la actualidad, está representada por los humanos de Dmanisi.
Las herramientas, hasta un total de 32 piezas, fueron probablemente realizadas en el interior de la cavidad a partir de nódulos (pequeñas piezas) de sílex, que se
localizan en un radio menor a dos kilómetros en torno a este lugar. La técnica de producción de las piezas es muy sencilla y su objetivo era obtener pedazos de
piedra denominados lascas, de entre 30 y 75 milímetros de longitud, mediante un percutor duro (normalmente otra piedra).
Con esas lascas, los homínidos aprovechaban la carne de los grandes herbívoros, como muestran las marcas que los útiles de piedra dejaron sobre algunos
huesos.
Fuente: ADN. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
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