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El ingrediente secreto de la selva
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La productividad de la selva depende en gran medida del molibdeno en lugar de en el fósforo como hasta ahora se pensaba
La reserva Barro Colorado es una isla.
Un equipo de la Universidad de Princeton ha averiguado que la productividad de la selva tropical, un parte vital del ecosistema terrestre, depende en un
elemento raro para la captura de nitrógeno: molibdeno.
Las proteínas de su cuerpo o las de cualquier otro ser vivo necesitan de átomos de nitrógeno en su composición química. Los animales pueden obtener este
elemento de las plantas, pero a éstas no les es fácil obtenerlo. Gran parte de la atmósfera terrestre está compuesta de nitrógeno gaseoso, pero las plantas no lo
pueden asimilar directamente de ella. Las plantas toman nitrógeno a través de sus raíces, generalmente en forma de nitratos y compuestos similares. Una de las
limitaciones que tienen las plantas para crecer es la presencia de estos nitratos en el suelo, que son creados por ciertos microorganismos a partir del nitrógeno
gaseoso, es lo que se llama fijación del nitrógeno.
En los cultivos agrícolas, cuando se desea aumentar la productividad, se emplean fertilizantes sintéticos basados en compuestos de nitrógeno. Pero en la
naturaleza nadie abona artificialmente las plantas. En las selvas la mayor parte del nitrógeno asimilable del suelo proviene de pequeñas bacterias capaces de fijar
ese elemento.
Según Lars Hedin, líder de este estudio, hasta ahora se creía el crecimiento desaforado de las selvas tropicales dependía del fósforo del suelo. Hedin y su
equipo han realizado experimentos y medidas en la península gigante de la reserva Barro Colorado de Panamá demostrando que las áreas tratadas con
molibdeno conseguían fijar más nitrógeno que las otras. Al parecer no se esperaban este resultado.
Según estos investigadores el molibdeno es esencial para controlar la conversión de nitrógeno gaseoso en fertilizante natural y éste determina el crecimiento de
las plantas. Este elemento es 10.000 menos abundante que el fósforo y otros elementos importantes en estos ecosistemas.
El descubrimiento tiene implicaciones en las políticas sobre el cambio climático. En estudios anteriores se decía que la capacidad de las selvas para secuestrar
dióxido de carbono era muy limitada. Si el molibdeno es la clave del proceso de asimilación del dióxido de carbono entonces su escasez limita cuánto CO2 se
puede secuestrar en los tejidos de las plantas.
La enzima nitrogenasa, que permite convertir el nitrógeno gaseoso en nitratos depende del molibdeno además de otros elementos (como azufre o hierro). Las
bacterias del suelo se valen de esta enzima para realizar su tarea, si el molibdeno disponible es escaso no pueden fijar mucho nitrógeno y las plantas crecen
menos. El proceso de fijado es bajo el punto de vista bioquímico bastante delicado y puede inhibirse en la presencia de oxígeno o luz.
Varios microorganismos lo pueden realizar, incluyendo las cianobacterias, así como algunas plantas con simbiontes que viven en sus raíces. El trébol rojo, por
ejemplo, consigue fijar gracias hasta 300 kg de nitrógeno por hectárea y año, mientras que Clostridium o Azotobacter sólo son capaces de fijar 1 kg.
El molibdeno es un metal plateado que se encuentra en rocas, en el agua marina y en el suelo. Trazas de este metal se han encontrado en espadas japonesas del
siglo XIV formando parte de la aleación metálica de las mismas. En tiempos modernos su resistencia mecánica, sus propiedades eléctricas y anticorrosivas han
hecho de él un elemento importante en motores cohete, escudos de radiación, filamentos de bombilla y en circuitos eléctricos.
Fuente: NeoFronteras. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
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