11/Dic/08!f>
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"Los alienígenas de hoy son más sombríos que los de los cincuenta"
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Keanu Reeves habla de su última película, 'Ultimátum a la Tierra', un remake del clásico que llega a los cines el próximo
viernes.
Vuelve el fin del mundo. En efecto, al igual que ocurrió en los años setenta, la crisis económica es el caldo de cultivo que
activa el mecanismo del Armagedón cinematográfico. El viernes llega a nuestras pantallas Ultimátum a la Tierra,
remake del clásico de los años cincuenta sobre una invasión alienígena. Pero no se preocupen. Aunque el marciano
enviado a parlamentar con las autoridades terrestres, una criatura envuelta en una placenta viscosa, no ofrece mucha
confianza a primera vista, la caída de la larva convierte al gusano en mariposa. Keanu Reeves (Hawai, 1964) interpreta
al alienígena encargado de dar el ultimátum a los terrestres: o dejáis de destruir la Tierra u os borramos del mapa.
Cuando el periodista entra en la suite del Hotel Ritz, Reeves está de espaldas mirando por la ventana, quién sabe si
buscando señales de un inminente apocalipsis en el horizonte. Bien porque se atisban nubes negras, bien porque le
aburren soberanamente las entrevistas de promoción, Reeves saluda con cara de resignación y se deja caer en el sillón
dispuesto a ser interrogado sobre su participación en actividades relacionadas con la ciencia ficción.
"Mi primer contacto con el género se produjo en el colegio, aunque se trataban más bien de libros de aventuras. Con los
años me empezaron a interesar las novelas de ciencia ficción con reflexiones sociales, sobre todo las de Philip K. Dick.
O más recientemente, El Neuromante de William Gibson", explica.
Marcianos y Guerra Fría
Es de justicia que mencione la novela que popularizó el subgénero del cyberpunk porque, después de todo, es posible
que Reeves obtuviera el papel que le hizo popular a nivel planetario, el Neo de Matrix (Larry y Andy Wachowski,
1999) gracias a haber interpretado anteriormente a un hacker en Johnny Mnemonic (Robert Longo, 1995), filme basado
en un relato de Gibson.
En efecto, Reeves, un actor que no destaca precisamente por su expresividad, se ajustaba bien al tipo de héroe de gesto
hierático perdido entre autopistas de la información y redes de realidad virtual que parece reclamar el género.
Así, no es de extrañar que Reeves mencione A Scanner Darkly (Richard Linklater, 2006) entre las películas de
su carrera de las que se siente más orgulloso, un filme independiente basado en un libro de Dick. Con estas credenciales
es lógico que Hollywood se fijara en él para encabezar el reparto de Ultimátum a la Tierra, versión de un filme
mítico de la era de la Guerra Fría, entre otras cosas, porque se apartaba de la visión de otras películas de marcianos de
la época. Para entendernos: los alienígenas solían ser comunistas disfrazados dispuestos a destruir el "mundo libre". Sin
embargo, la película de Robert Wise optaba por un mensaje de tinte pacifista.
Y ahí es donde encontramos las discrepancias entre el original y la copia. "La principal diferencia es el carácter de la
misión del alienígena", explica Reeves. "En los cincuenta, sólo quería advertir a los humanos de que debían portarse
bien".
Medio siglo después, parece decir Reeves, los alienígenas han vuelto para comprobar con estupor que los humanos se
han pasado sus recomendaciones por el forro: la Tierra está hecha unos zorros. "El mensaje y los alienígenas de la nueva
versión son más sombríos.
El ultimátum bascula entre la última oportunidad y el juicio sumarísimo. Los extraterrestres empiezan a pensar que la
única manera de salvar la Tierra es destruyendo a la raza humana. Así que no es tanto un remake como una historia
inspirada en otra", cuenta. "La clave aquí es que en las películas de este tipo los alienígenas, o vienen en son de paz o
vienen a destruirlo todo, pero no las dos cosas a la vez".
Contra la autoridad
El caso es que, nada más pisar suelo terrestre, el alienígena interpretado por Reeves pide hablar en la ONU, pero el
Pentágono, en una analogía poco sutil de la política exterior de la administración Bush, decide enchironarle antes de que
pueda decir esta boca es mía. Eso sí, siempre hay humanos dispuestos a desafiar a la autoridad. "El personaje de la
científica [Jennifer Connelly] cree que secuestrar al alienígena no es la mejor manera de arreglar las cosas. Reacciona
contra la autoridad. Decide tomar partido", explica el actor.
Así, entre unas cosas y otras, el alienígena se ve obligado a decidir (en circunstancias adversas) si hay que acabar con
los humanos o darles una segunda oportunidad. En el fondo, la duda le honra ya que, según Reeves, "su primera
intención es dialogar con los líderes mundiales pero lo único que consigue es que le peguen un tiro" (risas).
A ver quién es el guapo que no decide tomarse la justicia por su mano tras ser disparado. ¿La solución al conflicto? El
viernes, en el cine.
Fuente: Publico.es. Aportado por Gustavo
Courault
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