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El corazón de un cometa podría haber golpeado la Tierra
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Unas luces brillantes que de repente cruzan como rayos el cielo de la noche con una explosión acompañándolas tienden a producir una ráfaga de llamadas
telefónicas a los departamentos policiales locales
Típicamente, estos raros eventos no son mísiles perdidos, ni restos de satélites (como se pensó cuando una se vio recientemente una línea iluminada en los cielos
sobre Texas), ni invasiones alienígenas. Pero vienen desde el espacio exterior.
Los científicos llaman acertadamente a estos objetos bolas de fuego porque son los meteoritos más brillantes, o "estrellas fugaces", que caen a la Tierra.
Una imagen de primer plano del bólido Bejar,
fotografiado desde Torrelodones, Madrid, España.
Una bola de fuego tan brillante como la luna llena cruzó los cielos españoles el 11 de julio de 2008, y fue rastreada por Spanish Fireball Network (SPMN). Los
investigadores usaron los datos del rastreo para seguir la trayectoria del cometa hacia atrás en el cielo y el espacio; piensan que la roca podría ser el trozo de un
cometa que se rompió hace casi 90 años. Sus conclusiones son detalladas en la edición del 11 de febrero en línea de las Noticias Mensuales de la Royal
Astronomical Society.
Es posible que los trozos de la bola de fuego hayan llegado al suelo y que esperen ser recogidos, dijeron los investigadores; eso les daría a los científicos un
poco frecuente conocimiento del corazón de un cometa.
Meteoritos y bolas de fuego
La Tierra y los otros planetas del Sistema Solar están bajo un bombardeo continuo de partículas que van desde el tamaño de un grano de arena hasta una roca,
y son colectivamente conocidos como meteoroides.
Muchos meteoroides son desechos que quedan de colisiones de asteroides y cometas, y de impactos con otros planetas.
Si un meteoroide entra en la atmósfera terrestre, empieza a quemarse, formando una cinta brillante en el cielo a la que llamamos meteoro. Los meteoros pueden
venir de un asteroide o de fragmentos de un cometa. Si ese meteoro es más brillante que cualquiera de los planetas en el cielo, es considerado una bola de fuego
(también llamado bólido).
Un ardiente bólido también puede crear un estruendo que puede ser escuchado desde 48 kilómetros de distancia. Estos ruidos explosivos fueron escuchados
sobre Kentucky el viernes 13 de febrero, y sobre Texas el domingo 15 de febrero, y varios ciudadanos sobresaltados llamaron a la policía.
La especulación inicial de que estas cintas luminosas y el estruendo que las acompaña eran causadas por restos de la colisión del 10 de febrero de dos satélites
fue más tarde refutada por los astrónomos, que dijeron que era probablemente un meteoro. Preston Starr, administrador del Observatorio de la University of
North Texas, dijo a la Associated Press que el objeto había sido del tamaño de un camión y que entre ocho y diez de tales objetos se queman en la atmósfera
todos los años.
Observación española
El bólido que cruzó los cielos españoles en julio también fue visto en Portugal y el sur de Francia.
En su intensidad máxima, era 150 veces más brillante que la Luna llena. Primero fue captado por el SPMN encima de Bejar en la parte occidental de España, a
una altura aproximada de 98 kilómetros y desapareció de la vista aproximadamente a 21 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra.
Un fotógrafo profesional también tomó una fotografía de la cinta desde el norte de Madrid.
De estas imágenes, los astrónomos Josep Trigo-Rodríguez del Instituto de Estudios Espaciales, CSIC-IEEC en España, José Madiedo de la Universidad de
Huelva-CIECEM en España y Iwan Williams de la University of London pudieron deducir la trayectoria y las propiedades de la bola de fuego.
Su trabajo fue financiado por el Ministerio Español de Ciencia e Innovaciones, el Instituto Nacional Aeroespacial, y la Junta de Andalucía.
El equipo piensa que el bólido era un denso objeto, de un 1 metro de extensión con una masa aproximada de 1,8 toneladas. Esto sería como comprimir un
elefante adulto al tamaño de un sillón.
La roca habría sido lo bastante grande para que trozos de ella sobrevivieran el ardiente viaje a través de la atmósfera y chocaran contra el suelo como
meteoritos. Encontrarlos sería un beneficio para la ciencia si son como el equipo sospecha restos de la desintegración de un cometa.
El bólido realizó una órbita no habitual alrededor del sol, como fue determinado por los astrónomos, y siguió una trayectoria que lo llevó de más allá de la órbita
de Júpiter hasta las inmediaciones de la Tierra. Esta órbita es similar a la de una nube de partículas de polvo conocida como las Omicron Dracónidas, que en raras ocasiones
producen una llovizna reducida de meteoritos sobre la Tierra.
Se piensa que esta colección de meteoroides se origina en la desintegración del cometa C/1919 Q2 Metcalf en 1920.
Se ha propuesto que los cometas consisten en grandes rocas unidas entre sí por una mezcla de partículas más pequeñas y hielo. Si el núcleo del cometa se
desintegra, las rocas quedan sueltas en el espacio. Encontrar trozos del bólido Bejar podría confirmar esta teoría.
"Echar mano a trozos de un cometa satisfaría las ambiciones sostenidas durante mucho tiempo por los científicos; efectivamente nos ofrecería una mirada dentro
de algunos de los objetos más enigmáticos en el Sistema Solar", dijo Trigo-Rodríguez.
Fuente: Space. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
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Artículo original (inglés)
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