31/Mar/09!f>
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Artista plástico chileno se inspira en la ciencia ficción de Philip K. Dick
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Cristóbal Lehyt, radicado en Nueva York, abre mañana en Telefónica El penúltimo paisaje, muestra que cita una novela del escritor estadounidense e
incluye 8.000 piezas de artesanías de Pomaire destruidas y
un video futurista
Cristóbal Lehyt (35) vive en Nueva York desde 1995. Durante 10 años fue asistente de Alfredo Jaar y su obra ha llamado poderosamente la atención en el
Museo Whitney, el Museo de Queens y el Museo del Barrio, en Manhattan.
El 1° de abril inaugura su primera gran exposición en Chile en la
sala Telefónica, a la que ha titulado El penúltimo paisaje. Será una oportunidad
de conocer sus preocupaciones creativas y ponerse al día con su producción.
La muestra reflexiona sobre la imposibilidad de representar Chile sino a través de clichés. Al interior del edificio Telefónica se instalarán tres monumentales obras.
Cada una provocadora de múltiples reflexiones y denuncias.
La primera es una gigantesca escultura de 36 metros de largo hecha con cerámicas de greda de Pomaire, destruidas y amontonadas. La segunda asemeja un gran
container del puerto de Antofagasta de 12 metros de
largo que esconde en su interior artesanías ínfimas y falsamente tecnologizadas. La última pieza es un video futurista sobre un posible borde costero chileno
repleto de islas artificiales.
El título de la exposición nace del libro
La penúltima verdad, de Philip K. Dick. La novela transcurre durante la Tercera
Guerra Mundial, en la que la humanidad ya vive bajo la tierra.
Como en el universo "dickiano", en las obras de Lehyt no es posible diferenciar entre realidad y artificio. "Mis instalaciones tienen algo de pesimistas y utópicas.
Son tres lugares. Pomaire representa el pasado de Chile, Antofagasta el presente y la costa, el futuro", explica el artista.
Y agrega: "La escultura de Pomaire dialoga con el edificio, pero en forma horizontal. Es también la escoria del edificio, lo contrario a Telefónica, que es el
símbolo de la Transición. Pomaire también es un hito, pero de lo folclórico aceptado por la dictadura, como Los Quincheros. Pomaire no era peligroso, como sí
lo eran entonces Víctor Jara, Neruda o Violeta Parra.
Como no vivo en Chile, no tengo miedo a citar lo obvio y lo cliché. Por ejemplo, para la escultura usé ocho mil piezas de greda que compré en Pomaire a dos
artesanos, quienes sabían que serían destruidas".
Sus instalaciones reflexionan sobre el significado ser chileno desde una nueva perspectiva. Radicado en EEUU, ha observado los cambios de los últimos años.
Para Lehyt, el carácter nacional se ha trastrocado gracias a una autoimagen en constante redefinición, tema que incluso se ha vuelto una obsesión nacional.
Usando el privilegiado punto de vista de un chileno que visita su país una vez al año, el artista se toma la libertad de alterar los símbolos de chilenidad para revelar
las nuevas y a veces delirantes formas de autorrepresentación.
Fuente: La Tercera. Aportado por Eduardo J. Carletti
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