Un parásito que sabe engañar y aprovechar nuestro sistema inmunitario

Un equipo de científicos en el Reino Unido ha descubierto nuevos datos sobre cómo los parásitos del género Leishmania, que infectan a cerca de 12 millones de personas en todo el mundo, aumentan su tasa de supervivencia en las fases iniciales de la infección. Los resultados, publicados en la revista Patógenos de Public Library of Science (PLoS), podrían ayudar a desarrollar nuevas vacunas contra la forma más común de esta enfermedad a la que se le llama «leprilla», porque puede llegar a desfigurar

En el hombre, la leishmaniasis la causan varias especies de parásitos del genero Leishmania. La forma más común de la infección afecta a la piel provocando dolorosas úlceras que pueden dejar terribles cicatrices. Estos parásitos son muy comunes en las regiones tropicales y subtropicales y raros en las naciones más desarrolladas. La leishmaniosis más grave puede afectar a las vísceras y provocar fallos orgánicos, y provoca la muerte de unas sesenta mil personas por año. Los tratamientos tienen una eficacia variable y el acceso a los medicamentos para tratarla es, en el mejor de los casos, irregular. Así pues se está buscando una vacuna de forma urgente.

Los principales vectores de transmisión de la Leishamania son las moscas de arena o flebotomos. Los insectos infectados transportan los parásitos en su tracto digestivo medio. Para asegurarse de que se depositarán con éxito en otro hospedador, los parásitos producen un gel adhesivo que bloquea el tracto digestivo de la mosca que los alberga; el insecto ha de regurgitar este tapón si quiere alimentarse. Así, cuando el flebotomo está listo para su «ración de sangre», pica a un desprevenido humano y regurgita el gel cargado de parásitos sobre la piel recién rota antes de seguir hincando su trompa.

Estudios anteriores indicaban que la saliva de la mosca de arena manipula de alguna manera el sistema inmunológico humano para lograr que admita a los parásitos; no obstante, esta última investigación demuestra que el gel producido por los parásitos Leishmania ejerce una función básica en el establecimiento de la infección en el nuevo huésped. El principal descubrimiento fue que el gel recluta a un gran número de macrófagos (glóbulos blancos sanguíneos) hacia el lugar de la picadura y luego los engaña, consiguiendo que «alimenten» a los parásitos en vez de digerirlos.

«La leishmaniosis es una enfermedad muy debilitante, sin embargo, sabemos relativamente poco sobre la forma en que las moscas de arena transmiten los parásitos», afirmó el investigador principal, Matthew Rogers, del Imperial College de Londres. «Esto se debe a que cuando los científicos estudian la enfermedad, habitualmente inyectan el parásito en los tejidos sin incluir el gel o la saliva de la mosca de arena. Nuestra nueva investigación muestra que si queremos recrear la infección y obtener una imagen precisa de lo que está pasando, debemos considerar la forma en que los parásitos entran en el cuerpo junto con el gel y la saliva».

Al estudiar ratones infectados por Leishmania, los científicos observaron que los macrófagos se congregaban en gran número en el lugar de la picadura en los primeros días tras la infección. También demostraron que esta respuesta se debió a la presencia del gel secretado por el promastigote («promastigote secretory gel» o PSG) del parásito. El PSG, según descubrieron, reclutaba aproximadamente cinco veces más macrófagos que la saliva de mosca de arena. Este hallazgo arroja luz sobre cómo es posible que individuos que son inmunes a la saliva puedan sucumbir a la enfermedad en las zonas endémicas.

Normalmente, los macrófagos engullen un patógeno y producen óxido nítrico para matarlo. En el estudio que nos ocupa, el Dr. Rogers y su equipo demostraron que el PSG manipula estas células del sistema inmune haciendo que engullan los parásitos y que, en lugar de destruirlos, produzcan los nutrientes que son esenciales para su crecimiento. Al contar con tantos anfitriones, el parásito no tiene problema para establecerse en su nuevo hogar.

Los investigadores conjeturan: «Dado que la arginasa [una enzima que libera el aminoácido esencial L-arginina] desempeña una función clave organizando la reparación de las heridas cutáneas, parece ser que mediante la generación del PSG, la Leishmania ha evolucionado para aprovecharse de la respuesta a las heridas causadas por la picadura del flebotomo en beneficio de su supervivencia inicial».

Mediante estudios in vitro también se pudo demostrar que el PSG influye en la supervivencia del parásito en las primeras 48 horas posteriores a la infección. De hecho, el equipo observó que la proporción tanto de las células infectadas como del número de parásitos en las células se multiplicaba por ocho en presencia del PSG. Después de dos días, independientemente de que el PSG estuviera presente o no, se encontraron con que la población de parásitos disminuía. Según descubrieron, estos dos primeros días son esenciales para el establecimiento de la leishmaniosis.

«Nuestra nueva investigación demuestra que los parásitos causantes de la leishmaniosis son muy hábiles: fabrican su propio gel para controlar el sistema inmunitario humano y así poder establecer una infección cutánea», declaró el Dr. Rogers. «Queda una gran labor por delante. Nuestro trabajo previo con ratones ha sugerido que inyectar una versión sintética del gel en la gente podría darles cierta protección contra la infección y nuestro deseo es seguir explorando esta vía».

Fuente: CORDIS. Aportado por Eduardo J. Carletti

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