El caso de los bulbos faltantes

Hay galaxias que parecen salirse de la clasificación general. Un nuevo estudio aporta algunos datos más sobre el tema

La secuencia de Hubble es la principal herramienta de los astrónomos para la clasificación de galaxias. Por un lado, hay galaxias elípticas con una definida estructura. A medida que se avanza por esta clasificación, las galaxias se ven cada vez más estiradas, pero aún les falta definición, hasta que de pronto aparece un bulbo en el centro y brazos espirales.

Pero no todas las galaxias tienen cabida en esta secuencia. Hay galaxias que parecen haberse caído del tren de Hubble. Parece que algunas galaxias espirales carecen de bulbos definidos. Estas rarezas suponen un reto para nuestra comprensión de la formación de galaxias.

La comprensión actual de la formación galáctica se relaciona con la fusión jerárquica. Las pequeñas galaxias enanas se forman primero, y luego forman galaxias más grandes que se funden y siguen «comiéndose» más galaxias enanas, hasta que se forma una auténtica galaxia. Sin embargo, la naturaleza colisional en este modo de formarse tiende a dispersar estrellas, favoreciendo órbitas azarosas hacia el centro de las galaxias aplanadas, que deberían crear el bulbo, o protuberancia clásica. Las galaxias que no tienen un bulbo, o sólo tienen un pseudobulbo «(pequeñas protuberancias creadas por acomodación gravitacional de las estrellas en una galaxia ya formada) parecen no encajar en este escenario.

Una revisión reciente sugiere que las galaxias sin verdaderos bulbos en realidad son comunes, y entre éstas se incluyen muchas galaxias conocidas, como M101 (la Galaxia del Molinete ) y M33. El equipo, dirigido por John Kormendy de la Universidad de Texas en Austin, realizó un estudio de las galaxias espirales en el Grupo Local para determinar cuán comunes eran. Para determinar el estatus de los bulbos, el equipo analizó el tamaño físico de la protuberancia, su luminosidad como fracción de la emisión general de luz y el color y edad de las estrellas en ellas. Los bulbos pequeños, indistintos, y que contenían estrellas similares en color y edad a las estrellas del disco, fueron considerados ejemplos de psuedobulbos. Los bulbos de brillo significativo y claramente más rojos eran indicativos de lo que cabría esperar en un clásico bulbo de fusión.

El equipo determinó que un 58-74% de la muestra no contenía una protuberancia clásica. Además, afirman: «Casi todos los bulbos clásicos que se identifican —algunos de ellos con gran incertidumbre— son menores que los que aparecen normalmente en las simulaciones de formación de las galaxias. De hecho, entre estas galaxias está nuestra propia Vía Láctea, que tiene un bulbo muy raro, en forma de caja. El equipo señala que la distribución de velocidades del bulbo aparente se une a la perfección con la parte del disco de la galaxia, algo opuesto al discontinuo ajuste en los bulbos clásicos.

El equipo de Kormendy encuentra que una manera de formar estas galaxias «puro disco» es admitir la posibilidad de una temprana formación de estrellas. Según el documento, ello «da tiempo al halo de crecer sin la formación de una protuberancia clásica».

Estos resultados quedan en fuerte contraste con un estudio publicado por el mismo grupo en 2009, analizando el cúmulo de Virgo de galaxias. En ese estudio, encontraron que parecían dominar las galaxias con protuberancia clásica (incluyendo en este estudio las galaxias elípticas). Por lo tanto, sugieren que la formación de bulbos está relacionada, de alguna manera, con el ambiente local. Aunque la pregunta aún no se puede responder, se plantea la cuestión para un estudio futuro: ¿Qué pasa con nuestro ambiente?, ¿es tan especial que podemos formar galaxias en un proceso de no-fusión? Responder a esta pregunta requiere más estudio.

Fuente: Universe Today. Aportado por Eduardo J. Carletti

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