Un robot en forma de huevo regala tus besos a una pareja que esté alejada

El mundo de la robótica está avanzando, y para sentirse querido han creado un robot en forma de huevo que regala besos y mucho amor. El pequeño invento tiene matices biológicos y emocionales que caracterizan las relaciones humanas

Un nuevo dispositivo de mensajes, llamado Kissinger, permite a los usuarios enviar besos entre personas en forma inalámbrica. Dado a conocer en la conferencia de Diseño de Sistemas Interactivos en Newcastle, Reino Unido, en junio, Kissinger comprende un par de labios sensibles a la presión de plástico blando, que sobresalen a través de una carcasa plástica suave del tamaño de un huevo de Pascua.

Los labios contienen sensores de presión y actuadores. Al besar, los cambios de forma que uno produce transmiten en tiempo real a través de la red a un Kissinger receptor. Allí, los actuadores reproducen la «imagen» en espejo de los patrones de presión creados por el contacto en el transmisor, y por arte de magia se transmite tu beso a tu pareja.

«La gente ha encontrado una manera muy positiva para mejorar la intimidad en las comunicaciones con sus parejas cuando están separados», afirma Hooman Samani de Lovotics, una firma con base en Singapur que desarrolló el dispositivo.

El dispositivo es un prototipo, y Samani dice que no se comercializará hasta que «todas las consideraciones éticas y técnicas estén cubiertas». Y añade: «No estoy interesado en los usos sexuales de la misma.»

¡Qué romántico!, aqunue también nos trae algunas reminiscencias de la comedia de 1983 de Steve Martin The Man With Two Brains (El hombre con dos cerebros), en la que el personaje de Martín, un neurocirujano loco, se enamora de un cerebro sin cuerpo en un frasco de vidrio, tanto que él pega sus de labios al contenedor.

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Kissinger no es el primer juguete electrónico destinado a transmitir besos a larga distancia. En mayo de 2011 apareció un simulador de beso francés por cortesía del Laboratorio Kajimoto de la Universidad de Electro-Comunicaciones en Tokio, Japón. Luciendo como un cruce entre un alcoholímetro y la botella de agua de un hámster, cuenta con una varilla que, al girar por la lengua del usuario, mueve una varilla similar en una máquina en otro lugar, con lo que se transmite el movimiento del beso de lengua francés.

Como la mayoría de los comentaristas, la cadena CNN de EEUU no se dejó impresionar. La idea de los investigadores de registrar los movimientos de la lengua de celebridades para que todos pudiesen experimentarlos no fue especialmente bien recibida. «Creo que el enfoque es excesivo y me parece un poco escalofriante», dijo Samani. «No es necesario transmitir todos los parámetros de un beso. El objetivo principal es mejorar la relaciones a larga distancia. Hemos tomado varias medidas para reducir al mínimo esta faceta escalofriante».

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