Los ricos ven una Internet diferente a la que ven los pobres

Imagine una Internet donde unas manos invisibles retoca por completo su experiencia. Donde terceros predeterminan las novedades, productos y precios que se ven; incluso las personas que conoces. Un mundo en el que usted cree que está tomando decisiones, pero en realidad, sus opciones se reducen y refinan hasta que lo que queda es sólo la ilusión de control

Esto no dista mucho de lo que está ocurriendo hoy en día. Gracias a la tecnología que le permite a Google, Facebook y otros obtener información acerca de nosotros, y que ellos utilizan para adaptar la experiencia de usuario a nuestros propios gustos personales, hábitos e ingresos, Internet se ha convertido en un lugar diferente para los ricos y para los pobres. La mayoría de nosotros nos hemos convertido en actores involuntarios en un drama que se desarrolla sobre la historia de dos Internets. Está la suya y la mía; la vuestra y la nuestra.

Así es como funciona. La publicidad dirige actualmente la gran mayoría de la industria de Internet en base al volumen de ingresos. Silicon Valley es excelente en fundar y financiar empresas que le ofrecen aplicaciones gratuitas, y luego recogen y venden sus datos cuando usted utiliza estas aplicaciones. Durante la mayor parte de la corta historia de Internet, el principal objetivo de esta recolección de datos fue la comercialización de productos clásicos: por ejemplo, anunciantes que quieren enseñarme mis Nikes y zapatos de taco a mi esposa. Pero cada vez más, la recolección de datos salta más allá de la publicidad estricta, y segura, permitiendo a las compañías médicas y de otra índole beneficiarse sin su conocimiento del análisis de su registro personal, el altamente detallado «Big Data». Sobre la base de este análisis, estas empresas luego toman decisiones sobre usted, incluso si usted no vale la pena en absoluto para el marketing.

Como resultado, el 99 por ciento de nosotros vivimos en el lado equivocado de un espejo unidireccional, en el que el otro 1 por ciento manipula nuestras experiencias. Algunos alaban esta tendencia como «personalización», algo que suena inofensivo y divertido, y que evoca la idea de que los anuncios que se ven pueden aparecer con nuestros esquemas de colores favoritos.

Lo que estamos hablando, sin embargo, es mucho más profundo y con muchas más consecuencias.

Por ejemplo, las regulaciones federales [de EEUU] establecen que es ilegal discriminar en el precio del acceso al crédito sobre la base de ciertos atributos personales. Pero, como Natasha Singer informó recientemente en el New York Times, los avances técnicos en el análisis de datos en línea, y fuera de línea, les ha permitido eludir el espíritu de la ley: las empresas pueden, simplemente, no hacer ninguna oferta de crédito a las poblaciones menos atractivas. Si usted vive en el lado equivocado de las vías digitales, ni siquiera verá una oferta de crédito de instituciones financieras líderes, y no te darás cuenta de que están disponibles préstamos para ayudarte con tus actuales prioridades personales o profesionales.

Durante la última década, los sitios de comercio electrónico han alterado sus precios en función de tus hábitos Web y atributos personales. ¿Cuál es tu geografía y tu historia pasada de compra? ¿Cómo llegas al sitio de e-commerce? ¿A qué hora vas a visitarlo?

Ha surgido toda una literatura con promesas de ética, legalidad y economía de optimización de precios. Y el campo está avanzando rápidamente: en septiembre pasado, Google recibió una patente sobre una tecnología que permite a una empresa poner precios y contenido electrónico dinámico. Por ejemplo, puede subir el precio base de un e-book si se determina que usted es más propenso a comprar ese artículo en particular que un usuario medio; por el contrario, se puede ajustar el precio hacia abajo como incentivo si se considera que es menos probable que compre. Y ni siquiera sabrá que usted está pagando más que otros por el mismo artículo.

Estos muros ciegos también aparecen en nuestras vidas digitales relativas a la política. Como ha observado Eli Pariser, Internet nos muestra «lo que piensa que queremos ver» al servirnos un contenido que coincide con los perfiles ocultos creados para nosotros sobre la base de nuestras interacciones diarias en línea. Este retoque detrás de las escenas refuerza nuestros puntos de vista políticos a través de «cámaras de eco» de Internet que afirman, en vez de desafíar, lo que ya creemos que es verdad. Como ha escrito el especialista Cass Sunstein de la Universidad de Harvard, los liberales y conservadores (los dos partidos mayoritarios en el sistema bipartidista de los EEUU) que debaten cuestiones abiertamente sólo con personas del mismo color político se vuelven más confiados y extremos en sus puntos de vista.

La segregación y la separación van en aumento. Lo que parece divertido en la personalización tiene un lado oscuro.

Fuente: Scientific American. Aportado por Eduardo J. Carletti

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