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Científicos utilizan ‘microbios cableados’ para generar electricidad a partir de aguas residuales

Los ingenieros de la Universidad de Stanford han desarrollado una nueva forma de generar electricidad a partir de aguas residuales utilizando «microbios» naturales cableados como minicentrales, produciendo electricidad mientras digieren los desechos animales y vegetales

En un artículo publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, los co-autores Yi Cui, científico de materiales, Criddle Craig, un ingeniero ambiental, y Xing Xie, un compañero interdisciplinario, llaman a su invención «batería microbiana».

Ellos esperan que algún día sea utilizado en lugares como plantas de tratamiento de aguas residuales, o descomponiendo los contaminantes orgánicos en las «zonas muertas» de los lagos y las aguas costeras, donde los fertilizantes escurridos y otros residuos orgánicos pueden reducir los niveles de oxígeno y sofocar la vida marina.

Por el momento, sin embargo, su prototipo de laboratorio es aproximadamente del tamaño de una pila D y parece un experimento de química, con dos electrodos, uno positivo y el otro negativo, sumergidos en una botella de agua residual.

Dentro de esa turbia ampolleta, unidas al electrodo negativo como lapas al casco de un barco, un tipo inusual de bacterias se hacen un festín con las partículas de desechos orgánicos y producen la electricidad, que se captura por el electrodo positivo de la batería.

«Lo llamamos ‘pesca de electrones'», dijo Criddle, profesor en el departamento de ingeniería civil y ambiental e investigador principal en el Instituto Stanford Woods para el Medio Ambiente.

Los científicos han sabido por mucho tiempo de la existencia de lo que ellos llaman microbios exoelectrogénicos; organismos que han evolucionado en ambientes sin ventilación y que han desarrollado la capacidad de reaccionar con minerales oxidados en vez de respirar oxígeno como lo hacemos para convertir los nutrientes orgánicos en combustible biológico.

Durante los últimos doce años, más o menos, varios grupos de investigación han intentado varias formas de utilizar estos microbios como bio-generadores, pero el aprovechar esta energía de manera eficiente ha demostrado ser un desafío.

Lo nuevo en la pila microbiana es un diseño simple pero eficaz que pone estas bacterias exoelectrogénicas a trabajar.

En el electrodo negativo de la batería, las colonias de microbios cableados se aferran a los filamentos de carbono que sirven como conductores eléctricos eficientes. Utilizando un microscopio electrónico de barrido, el equipo de Stanford capturó imágenes de estos microbios que fijan zarcillos lechoso a los filamentos de carbono.

«Se puede ver que los microbios crean nanocables para volcar al exterior su exceso de electrones», dijo Criddle. Para poner las imágenes en perspectiva, cerca de 100 de estos microbios podrían caber, uno al lado del otro, en el ancho de un cabello humano.

Cuando estos microbios ingieren materia orgánica y la convierten en combustible biológico, su exceso de electrones fluye en los filamentos de carbono y a través del electrodo positivo, que está hecho de óxido de plata, un material que atrae electrones.

Los electrones que fluyen al nodo positivo reducen gradualmente el óxido de plata a plata, almacenando los electrones sobrantes durante el proceso. De acuerdo con Xie, después de un día más o menos, el electrodo positivo ha absorbido una carga completa de electrones y se ha convertido en plata en gran parte.

En ese momento se retira de la pila y se vuelve a oxidar la plata en óxido, liberando los electrones almacenados.

Los ingenieros de Stanford estiman que la batería microbiana puede extraer aproximadamente el 30 por ciento de la energía potencial encerrada en las aguas residuales. Esto es más o menos la misma eficacia a la cual las mejores células solares disponibles comercialmente convierten la luz solar en electricidad.

Por supuesto, hay mucho menos potencial de energía en las aguas residuales. A pesar de ello, los autores dicen que la batería microbiana vale la pena, ya que podría compensar parte de la electricidad que se utiliza actualmente para el tratamiento de aguas residuales. Ese uso actualmente representa alrededor del tres por ciento de la carga eléctrica total en los países desarrollados. La mayor parte de esta electricidad va hacia bombeo de aire en las aguas residuales en las plantas de tratamiento convencionales, donde las bacterias ordinarias utilizan oxígeno en el curso de la digestión, al igual que los seres humanos y otros animales.

De cara al futuro, los ingenieros de Stanford dicen que su mayor reto será encontrar un material barato, pero eficaz, para el nodo positivo.

«Hemos demostrado el principio el uso de óxido de plata, pero la plata es demasiado cara para su uso a gran escala», dijo Cui, profesor asociado de ciencias de los materiales e ingeniería, quien también está afiliado con el Laboratorio del Acelerador Nacional SLAC. «A pesar de que la búsqueda de un material más práctico está en curso, encontrar un sustituto tomará tiempo.»

Fuente: Science Daily. Aportado por Eduardo J. Carletti

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En las antenas que captan la luz durante la fotosíntesis ocurren fenómenos de coherencia cuántica

Al observar el mundo cuántico de la fotosíntesis, investigadores del Instituto de Ciencias Fotónicas han demostrado que en las antenas proteínicas que captan y transfieren la luz durante la fotosíntesis ocurren fenómenos de coherencia cuántica

El estudio, que publica Science esta semana, abre una nueva vía para construir dispositivos de energía solar, y plantea preguntas: ¿Fue la evolución quien hizo emerger estos efectos cuánticos en la fotosíntesis para hacerla cada vez más eficiente?

Los organismos fotosintéticos, como las plantas y algunas bacterias, convierten convenientemente la luz solar en energía química mediante eficientes reacciones y en menos de una milmillonésima parte de un segundo. Las células fotovoltaicas de los paneles solares solo «saben» aprovechar una parte de la energía lumínica. Pero ahora un nuevo estudio puede ayudar a desvelar los mecanismos secretos de la naturaleza e incrementar ese porcentaje.

Investigadores del Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) y la Universidad de Glasgow (Reino Unido) han observado por primera vez a temperatura ambiente los mecanismos cuánticos del transporte de energía durante la fotosíntesis. Lo han comprobado en una bacteria púrpura fotosintética (Rhodopseudomonas acidophila).

«Estos fenómenos parecen ocurrir tanto de plantas como en bacterias, pero hemos elegido las segundas porque presentan sistemas relativamente simples y se conoce bien su estructura molecular, lo que facilita la comprensión de los efectos complejos», explica a SINC Niek van Hulst, uno de los autores y lider del equipo en el ICFO. El trabajo se publica esta semana en Science.

El fenómeno cuántico en cuestión, conocido como coherencia cuántica –un estado que mantiene su fase durante un tiempo y facilita fenómenos de interferencia–, se manifiesta en complejos proteínicos que actúan de antenas fotosintéticas. Estas biomoléculas son las responsables de la captación de la energía solar y de su transporte hasta los centros de reacción químicos.

«Aquí se utiliza el principio de la mecánica cuántica fundamental que se llama ‘superposición‘, estar aparentemente en más de un lugar al mismo tiempo», señala van Hulst. “Las clorofilas acopladas comparten sus propiedades cuánticas, y por lo tanto la energía lumínica capturada de un fotón incidente se mueve libremente a través del sistema acoplado; libre de las trampas propias de un sistema desacoplado que retrasarían, o incluso atraparían, la energía de la luz».

Cada pequeño paquete de fotones intenta simultaneamente todos los caminos posibles para llegar a donde debe, y elige el más eficiente. «La coherencia cuántica siempre sigue el camino óptimo», subraya el investigador. Este proceso funciona en cada uno los complejos de antena, que pueden varíar ligeramente según las condiciones ambientales y tener caminos energéticos propios.

Para poder observar los efectos cuánticos de la fotosíntesis el grupo ha desarrollado una pionera técnica experimental. El transporte de energía durante la fotosíntesis es muy rápido y tiene lugar a escala molecular, por lo que los investigadores han extendido la técnica de la espectroscopía ultrarrápida hasta el límite de una sola molécula.

Técnica con flashes de luz muy cortos

Esta técnica consiste en enviar diferentes flashes de luz extremadamente cortos, de femtosegundos (durante este tiempo la luz viaja una centésima parte del diámetro de un cabello) para obtener una serie de «fotografías» del estado individual de cada antena después de haber captado la luz. Con estos «fotogramas», los investigadores han podido entender cómo se transporta la energía solar a través de estas proteínas individuales.

“Hemos podido ver como se transporta el flujo de energía en sistemas biológicos que usan la fotosíntesis con una resolución espacial y temporal sin precedentes; y esto nos ha permitido observar cómo los efectos cuánticos juegan un papel fundamental en la fotosíntesis a temperatura ambiente”, explica Richard Hildner, primer autor del artículo.

El equipo ha analizado las vías de transporte de energía de varias proteínas de antena individuales químicamente idénticas y han demostrado que cada una de ellas usa una vía distinta. Sin embargo, lo más sorprendente ha sido observar que estas vías de transporte de cada proteína individual varían con el tiempo y con el cambio de las condiciones ambientales para mantener intactos los altos niveles de eficiencia de la fotosíntesis.

Las futuras células solares podrían imitar este fenómeno cuántico

“Estos resultados señalan que la coherencia cuántica, la genuina propiedad cuántica de la superposición de estados, es la responsable de mantener los altos niveles de eficiencia en el transporte de energía de los sistemas biológicos, gracias a adaptar las vías de transporte en función de las influencias del entorno”, señala Van Hulst.

Para los cientificos, estos resultados plantean interrogantes «fascinantes»: ¿Fue la evolución quien hizo emerger estos efectos cuánticos en la fotosíntesis para hacerla cada vez más eficiente? ¿Existen otros procesos biológicos donde estos efectos cuánticos jueguen un papel importante?

En cualquier caso, el estudio también abre la puerta a nuevas investigaciones que desarrollen nuevas células solares que mimeticen el fenómeno cuántico y tengan una eficiencia muy superior a las que se comercializan actualmente. En el caso del aprovechamiento de la luz solar, se confirma que el transporte cuántico de las proteínas permite tener altas eficiencias independientemente de las condiciones ambientales.

«La fotosíntesis ha resultado ser manifiestamente cuántica en su funcionamiento», concluye van Hulst, quien adelanta que en un futuro próximo también se estudiaran los complejos de antena en las plantas.

Fuente: Sinc. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Madera como ingrediente clave de una batería recargable barata

Una batería hecha de madera no nos parecerá exactamente una innovación de alta tecnología, más nos recuerda a algo cocinándose alrededor de una fogata. Sin embargo, un dispositivo que utiliza fibra de madera podría ser la clave para una energía barata y renovable

Las baterías recargables de litio son demasiado caras para una utilización a gran escala, porque hay poco litio disponible. Sin embargo, el sodio es abundante y barato, ¿por qué no basar una batería en un electrolito de sodio?

El problema es que los iones de sodio son muchas veces más grandes que los de litio, y dañan gradualmente el ánodo de una batería a medida que se difunden durante la carga y descarga. Otra cuestión es que el uso de un ánodo de estaño en este tipo de baterías podría ofrecer una mayor capacidad de almacenamiento de energía, pero esto conduce a la formación de una aleación de sodio-estaño que hace que la batería se hinche, acelerando lo que se conoce como «pulverización estructural». El resultado es que una batería de sodio-litio con un ánodo de estaño sólo puede ser cargada y descargada alrededor de 20 veces.

Para evitar esto, Hongli Zhu y sus colegas de la Universidad de Maryland en College Park recurrieron a un material natural que sabían que podía contener más fácilmente los grandes iones: fibra de madera blanda y porosa. Estas fibras incluyen células alargadas huecas, llamadas traqueidas, que tienen paredes hechas de un resistente material llamada lignina y que transporta el agua y las sales minerales de todo el organismo.

Estaño sobre madera

Al depositar una capa de estaño de 50 nanómetros de espesor sobre fibras de madera de 2.500 nanómetros de espesor, los investigadores pudieron crear un ánodo que se podría cargar y descargar unas 400 veces.

La naturaleza relativamente blanda de las fibras de madera libera eficazmente los esfuerzos mecánicos que pulverizan un ánodo de estaño ordinario, explica el equipo, lo que resulta en «un rendimiento sin precedentes para una batería de iones de sodio con ánodo de estaño». Y debido a que la fibra de madera es fácil de procesar, debería ser posible utilizarla en la fabricación de baterías de bajo costo.

El equipo investigador ahora quiere diseñar baterías más grandes para su uso en aplicaciones renovables de almacenamiento.

Bingan Chen, investigador especializado en nuevos materiales para baterías en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, está impresionado. «El uso de fibra de madera como sustrato para reducir el costo de las baterías de iones sodio es un gran idea innovadora», dice. «Pero su reto va ser pensar la manera de ampliar el proceso de fabricación para que sea comercialmente viable.»

Publicación de Referencia: Nano Letters, DOI: 10.1021/nl400998t

Imprimir … y se cargará

La revolución de la impresión en 3D ha alcanzado el mundo de las baterías. Equipos del Instituto Wyss de la Universidad de Harvard y en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign han desarrollado conjuntamente una técnica para imprimir baterías en 3D del tamaño de un grano de arroz, para utilizarlas en pequeños implantes médicos y robots del tamaño de insectos.

Su idea fue impremir en 3D dos elementos en forma de peine que se pueden enclavar para crear los ánodos y cátodos de una pila. Se depositan a continuación tintas que contienen óxido de litio metálico sobre los dientes del peine para crear los electrodos. Finalmente, el conjunto se llena con un electrolito.

La tecnología ya tiene un cliente en espera: los militares de EEUU quieren este tipo de baterías imprimibles 3D para reducir la cantidad de material que necesitan enviar al frente con las tropas.

Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti

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