Mensaje previo
Hace algo más de doce años un tal Eduardo J. Carletti cometió el gran error de su vida: crear Axxón. Hasta el momento era dos cosas, un escritor con esperanzas de progreso, con algunos éxitos en su cuenta, y un activo aficionado a la Ciencia Ficción. Nadie lo odiaba y en general se llevaba bien con todo el mundo. Visitar el bar de San José 5 —donde se reunió históricamente el Círculo Argentino de Ciencia Ficción— era un placer, el placer de encontrarse con los amigos. Había participado en la creación y fundación del CACyF, había publicado algunos cuentos y había ganado algunos premios. Se sentía feliz. Ese señor hoy ya no existe, no soy el mismo Eduardo J. Carletti. Durante los años que dirigí Axxón dediqué todo mi tiempo de ocio y alguno de sueño a la revista. Seleccioné material, corregí, organicé, puse plata para infinidad de cosas, como suscribirme a decenas de revistas y agasajar a los lectores en las fiestas de la revista, impulsé y grité, peleé con muchas personas, dibujé, programé, hasta traduje. Incluso aprendí, a costa de muchos dolores de cabeza, a leer ficción en inglés. Tuve que aprender a ser editor y tuve que resignar, por falta de tiempo, el interés principal que me movía hacia la CF: la lectura y la escritura. Cada cual elige su destino. Eduardo J. Carletti se equivocó. Ese EJC ya no existe. Existo yo, el que dirigió la revista, cometió enormidad de errores y se convirtió en otra cosa. No puedo decir que sea un escritor, ya casi no escribo. Ya casi no leo, salvo lo que llega para Axxón y para el Taller de Axxón. No tengo ningún interés en propulsar actividades ni asociaciones porque ya no creo en ellas. He visto que la actividad de CF de Argentina está prácticamente muerta, que no hay un premio, que no hay reuniones, que no hay revistas ni fanzines, que hasta Axxón, que sólo requiere un poco de prolijidad y dedicar tiempo, no obtiene quien la comande. Y recientemente he visto que —como la mayoría de los seres humanos de este planeta— prácticamente no existo. Me pregunto —sólo por torturarme— si, de estar vivo, aquel Eduardo J. Carletti que escribía y había logrado un par de galardones no sería hoy un escritor interesante para invitarlo a participar de una mesa de escritores, por ejemplo. Y me pregunto en qué lugar estaría alguno de los que hoy han llegado a una posición muy similar a la de ese E.J.C. que ya no existe si Axxón no hubiese estado ahí. Cuando empecé a hacer Axxón las revistas —fanzines— tenían, en general, algo en común: eran revistas personalistas, creadas, dirigidas y animadas por una persona. Si había un grupo editorial, eran ayudantes, no participantes. La prueba es que cada vez que esa persona líder se cansaba la revista desaparecía. Intenté hacer algo diferente con Axxón. Fallé. Un editor de EEUU me dijo alguna vez: Si quieren existir en el mundo, si quieren que las revistas de EEUU se interesen en publicar el material de CF de los argentinos, primero tienen que crear su propio mercado. Intenté hacer algo. Fracasé. Ante tanto desliz, uno diría que no queda nada que perder. Bueno, ése es el error más grande, y no sólo mío: Tenemos para perder a Axxón. Por fortuna Axxón existe, aún respira. Aunque está muy mal. Fallé en encontrar un sucesor que la cuide, que la proteja, que la haga crecer. Axxón se encuentra agonizante, todos lo notan. Y no puedo quedarme cruzado de brazos: debo tratar de mantenerla con vida. Empiezo de nuevo de cero. Pero ojo: Axxón no va a ser igual que antes. Editorialmente —no para los lectores, quiero decir— no va a ser la revista de todos. Va a ser la revista de Eduardo J. Carletti. No de quien aquí escribe, sino la de aquel escritor-lector-aficionado que hace doce años, con muchas esperanzas y enorme inocencia, se inmoló por los demás. Eduardo Carletti Plan para Axxón 108 y siguientes
Eduardo J. Carletti Axxón 108 - Noviembre de 2001 |