Editorial - Axxón 110 |
No lo puedo creer, estamos en el 2002. Como una característica del siglo, la realidad nos sorprende minuto a minuto y nos golpea más que nunca. No teman, no pretendo hablar de política, solamente quiero hablar de nosotros. Me refiero, más que nada, a la gente joven. Hasta hace días nada más los jóvenes de Argentina tenían una pálida idea de lo que había sido la represión de hace 20 o 30 años. He oído de todo, desde imaginarse a policías y soldados reprimiendo a una banda de hippies drogados hasta la famosa idea expresada en esa sucia frase "Por algo habrá sido". Hoy veo todos los días jóvenes tirando piedras y recibiendo balazos de goma. Veo señoras defendiéndolos, diciéndole a la policía a gritos que dejen de disparar, las mismas amas de casa en chancletas que unos días antes se quejaban con sus vecinas en contra de los jóvenes que se sentaban en las esquinas de sus casas a tomar cerveza. No creo en epopeyas, sí creo en los cambios. El cambio en los seres vivos está motorizado por la capacidad de supervivencia. Sólo las rocas pueden permanecer estables durante siglos. La gente es presionada y cambia; obligada, pero cambia. Siempre me dolió ver a la gente acorderada, incapaz de hacer algo para defenderse. Hoy me duele verla apaleada, pero tengo la impresión de que algunos de los apaleados no se sienten así: llevan en su pecho la sensación de estar viviendo con un poco más de dignidad. Los "vándalos" que rompen cosas salen identificados con una bandera argentina. No sé si es para enorgullecerse, pero marca una diferencia. Los acusan de ser movilizados por una facción política. Yo mismo pensé en algo así; sin embargo, vi que los jóvenes que protestaban por la muerte de tres de sus vecinos en Floresta estaban igual de decididos que los otros en otros lugares, y que los vecinos atestiguaban en cámara que ésos eran muchachos del barrio. Eso fue hace dos días solamente, pero no terminó. Todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches nos impresionamos con un nuevo conflicto. No hay ninguna sensación de paz y armonía en Argentina. Nada de "Noche de Paz, noche de Amor". La Navidad pasó desapercibida en medio de fuego, muertos y pedradas; en los brindis de Fin de Año quizás muchos están pidiendo mantenerse vivos. Y aquí me tienen, Director de una revista dedicada a este género, el género de la especulación y la anticipación, escritor también del género, sin poder adivinar, ni siquiera mínimamente, qué es lo que puede pasar. żAlguien tiene alguna idea? Las cosas que necesito: Un abrazo y —que no sea una fórmula— Feliz Año Nuevo. Eduardo J. Carletti, 1 de enero de 2002 |