La Luna de Papel
En la noche, cuando aún estoy despierto, unos ojos brillantes en la oscuridad me observan desde el rincón más oscuro de la habitación. No importa lo que yo haga, ellos están allí acechando mi cordura.
Lo peor me acosa cuando duermo, entonces un aliento caliente y salvaje se desliza sobre mi. Erizando mis sentidos y a veces mi pesadillas, atormentando mi descanso.
Cada vez me cuesta más despertarme a la vida.
Hace noches que he perdido el deseo del sueño. Deambulo por la habitación anhelando que "eso" no sea real. Sin embargo, cada vez que giro hacia el rincón está allí... esperando...
Cuando el silencio se adueña de la ciudad lo escucho respirar de forma densa y pausada, calculadora.
Trato de acercarme a él pero sus ojos parecen agigantarse desmesuradamente, como advirtiéndome.
El frío se acentúa en la habitación a cada minuto. Eventualmente intento salir, aprovechando alguna pequeña distracción de mi carcelero, pero como otras veces, al llegar a la puerta una flecha helada atraviesa mis costillas, instalándose en mi corazón. Sólo al regresar a mi silla junto a la mesa, donde paso la mayor parte del tiempo, me libro de ese sufrimiento.
"¿Qué es lo que quieres de mí?", grito desesperado entre sollozos amargos.
Luego de mil días me respondió. Sin palabras, como lo hacen los dioses y demonios.
El piso de la habitación comenzó a vibrar trasmitiendo esa sensación a toda la casa.
Ante mí una pared de negro humo se construía de la nada con miles de rostros que gritaban en un silencio agónico. Al rozar el techo de la pared se desprendió un brazo oscuro y cubierto de grandes escamas secas que terminaba en cientos de tentáculos con demoníacos ojillos inyectados en sangre.
Mis piernas me traicionaban, una fría película de sudor me abrazaba, recordándome de alguna forma que aún estaba vivo.
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Axxón 123 - Febrero de 2003