Aunque Billy Pilgrim parece ser un hombre ordinario, posee la capacidad de presenciar momentos futuros de su vida y de revivir los pasados. Esto es... algo así como viajar en el tiempo.
      Pilgrim acepta la extraña situación con resignación y naturalidad. Por otra parte, tiene una triste vida: es un alfeñique, endeble en lo físico, y su vida está llena de mediocridad.
      Uno puede pensar que el "poder" que posee podría sacarlo de la vida patética que le pinta Vonnegut, pero ocurre que la suya es una capacidad que no puede manejar, que se le presenta de manera involuntaria y sin control, llevándolo por el tiempo en cualquier situación y momento, sin que sepa cuándo podrá regresar.
      Como si esto fuera poco, además de sus saltos sin control por el tiempo, el regreso al presente es siempre amargo para Billy, porque ha sido abducido por unos alienígenas del planeta Trafalmadore, que lo exponen en un zoo para mostrar cómo es esa raza que habita el planeta Tierra, los humanos.
      Vonnegut juega con sus ideas sobre el tiempo y aprovecha a mostrarnos la pequeñez humana y las atrocidades de la guerra, un tema que sin duda lo acongoja, así como la estupidez sin límites de la raza de los sapiens.
      Pone el absurdo en contraste con lo horrendo y lo cotidiano de una manera magistral, usando su filoso humor y el absurdo más surreal.
      Lo importante es que Vonnegut estuvo de verdad en esos terribles escenarios de guerra que pinta, en el bombardeo de la ciudad de Dresde, Alemania, una matanza terrible y muy poco publicitada que realizaron los Aliados sobre la población civil en la Segunda Guerra Mundial.
      Ha representado estas dolorosas experiencias de distintas maneras en su obra, más que nada usando la sátira y un humor negro que hiere, con lo que remarca, siempre, lo insustancial y ridículo de la existencia.

E.J.C., 2003

Axxón 133 - Diciembre de 2003