Editorial - Axxón 142


La nena creció
por Eduardo J. Carletti

Hace quince años —el 6 de septiembre de 1989— presentábamos el número cero de Axxón en la Librería Ghandi. Recuerdo que yo debía llegar desde Ituzaingó con mi computadora (que era una "poderosa" AT de las primeras, con gabinete de chapa, memoria de 1 megabyte, disco de 32 megabytes y disquetera) y que a mi auto se le pinchó una cubierta a la vuelta del lugar. Llegamos tarde y estaban todos esperando. La presentación era en un lugar pequeño y atestado, creo que un sótano, y al entrar vi decenas de caras mirándome. Y me dije: ¿qué estoy haciendo aquí?

En esa misma reunión se entregaron unos premios Más Allá. Una anécdota de "época" es que alguien vino e introdujo su disquete de 5 1/4 en una ranura incorrecta, entre la disquetera y el gabinete, por lo que se le quedó dentro de la máquina. Obviamente no íbamos a desarmar la computadora en ese momento, así que prometí devolverlo... Algo que cumplí años después, cuando me encontré de nuevo con esa persona.

Y de repente resulta que han pasado 15 años, con momentos de gloria y momentos de tristeza. Y con pérdidas, además de logros. Todos sabemos que un puntal de la revista, Rodolfo Contin, no está con nosotros para festejar. También faltan otras personas, muy queridas y fundamentales en nuestras vidas.

Y así es y así debe ser. La vida, el mundo, la naturaleza es así. Unas personas se van y otras llegan. Es malo que algunos se vayan, pero es bueno que haya renovación. Lo peor que podría pasar es que esta niña, que metafóricamente tendrá su fiesta de "hacerse señorita" este mes, fuera a quedarse sola. Corrimos el riesgo de que pasara algunas veces, pero otras tantas veces la hemos rescatado.

No voy a decir cuál es o debe ser el significado de Axxón. Para mí puede ser uno, para otros uno muy diferente. Sí voy a decir lo que quiero lograr, porque pienso que a muchas personas le resulta difícil determinarlo con sólo ver lo que aquí se hace. Recuerdo cuando explicábamos a la gente una y otra vez, interminablemente, por qué hacíamos Axxón, y cómo nos miraban con cara de sospecha. Eso fue en la Feria del Libro, en la Feria de los Inventos, en las fiestas de Axxón...

Algunos hasta concluían que lo hacíamos para vender disquetes. Pero luego llegaban personas con cien disquetes comprados en otro lado y veían que igual se los grabábamos, y se quedaban mirando como diciendo "¿Me estarán haciendo el teatro a mí?".

Me viene muy bien la proximidad de las Olimpíadas para, por comparación, dar una idea. ¿Por qué hay personas en el mundo que dedican toda su vida a prepararse para correr más rápido, o saltar más alto, y luego deben andar mendigando, prácticamente, para que los apoyen para viajar a las Olimpíadas? ¿Por qué a pesar de tantos sinsabores se cubren de lágrimas de triunfo y emoción cuando obtienen su logro... y también lloran cuando no lo alcanzan?

Yo creo que es porque se han propuesto una meta, se lo han propuesto de verdad, con toda la intensidad y todas las ganas, y luchan para alcanzarla. Su pago es el logro. Llegar a la meta lo que los moviliza y el esfuerzo para superarse y mejorar es lo que les alimenta la vida.

No pretendo hacerme el olímpico, ni el campeón, ni siquiera ser la milésima parte de lo queridas que son esas personas (aunque... ¿quién no desea que lo quieran?), lo que busco es demostrarme a mí mismo que puedo. Aquí no valen engaños, yo mismo debo firmar como juez en esta competencia y no me sirven las trampas.

¿Cuáles son los logros que busco? Todos tenemos cosas que nos marcan en la vida. Una vez vi una publicidad que me resultó extraordinaria. Eran nenes y nenas que decían qué era lo que querían ser en la vida. Doctores, maestras, futbolistas. Y de pronto aparecía una nena muy bonita y graciosa que contaba lo que ella quería hacer en su vida, y concluía diciendo muy seriamente que "¿Lo importante es hacer algo, no?"

Recuerdo que tiempo después vi imágenes de la trastienda de la grabación (sí, ya sé, ahora se le dice backstage) de esa publicidad, y vi cómo conversaban con los chicos y dejaban que se explayaran con espontaneidad. Y vi la exclamación de todos los del equipo cuando a esa nena, tan llena de inocencia, se le ocurrió decir eso.

Como se dice, las grandes verdades están en boca de los niños y de los ebrios.

Y yo quise hacer algo. No digo que esto fue desde un principio... al principio me preguntaba, para ser sincero, ¿qué estoy haciendo? Nunca fue el sueño de mi vida dirigir una revista. Ni siquiera me gusta mucho dirigir, aunque se sonreirán algunos que hayan chocado conmigo en las épocas en que yo estaba dirigiendo algo, porque en ese momento en que lo estoy haciendo, y como me pasa en otras cosas de la vida, lo hago con energía y obcecación. ¡Si habré tenido choques!

Pero las metas de esta actividad llamada Axxón quizás no sean claras para muchos. Se vislumbra que hay mucha energía atrás de esto, y pocos creen que se gasta tanta energía detrás de cosas ideales, sin algún interés materialista. Yo mismo me lo pregunto.

¿Es todo esto absolutamente desinteresado? No del todo, claro. Pero no es por dinero.

Hace poco comencé a compartir algo que me obsesiona: dado que la actividad que hacemos —la ciencia ficción, que yo también produzco cuando puedo— lo necesita, lo que debemos buscar todos es prestigio. Creo que lograr prestigio para el sitio, para el nombre Axxón y para todos los que estén conectados con él será algo muy positivo. Supongo que no es una moneda muy valiosa en este mundo materialista y cruel, pero en algunos ámbitos aún se reconoce. Y a mí me interesan esos ámbitos.

Supongo que si yo hubiese querido hacer plata, quizás lo hubiese logrado. Así me parece. De hecho, en algunas épocas gané mucho dinero. Sólo que no me importa tanto. Si se pudiesen hacer ambas cosas sin condicionarse, también lo haría. Quisiera que quede claro que, si se me da la oportunidad alguna vez y no debo renunciar a ninguno de mis ideales y mis ideas, ganaré dinero con Axxón. Mejor aún: ganaremos dinero todos. ¿Por qué no?

Entretanto, sólo quiero que Axxón sea cada vez mejor. Hago todo lo que puedo y no paro de pedir y recibir ayuda. Sé que hay muchas personas que se sienten orgullosas de haber construido este sitio, este prestigioso sitio —espero que así sea, ahora o en el futuro—, junto a mí.

Los quince años de Axxón fueron una obra colectiva. Hubo y hay una enormidad de nombres detrás de la aventura. Con sólo ver eso, todos comprenderán que jamás lo podría haber hecho solo. Y que jamás se podría haber hecho si se tratara de una empresa comercial, porque no habría manera de pagar, en este mercado, tanto esfuerzo, tanto entusiasmo y tanta capacidad creativa.

Quizá me falta agregar que este es un número especial. Todos se darán cuenta con sólo mirar el índice. Como es habitual, la fiesta de los quince de nuestra "nena" continuará creciendo durante todo este mes.

Eduardo J. Carletti, 1 de septiembre de 2004
ecarletti@axxon.com.ar