BITÁCORA DE NAVEGACIÓN |
Documento exclusivo |
Meses atrás estalló en Japón una crisis gastronómica cuando comensales de distintos locales se quejaron de roturas de dientes causadas por filetes de ballena muy duros. Ante esta vergonzosa situación, muchos cocineros optaron por practicarse allí mismo el seppuku (en ocasiones con el filete mismo). Tal situación motivó al Sindicato de Cocineros a solicitarle al Instituto de Investigación de Cetáceos que tomara inmediatamente cartas en el asunto. El Instituto hizo acopio de los filetes de rigidez extrema y, tras una concienzuda investigación, descubrió que todos provenían del mismo animal, que procedieron de inmediato a reconstruir a partir de las piezas. Al hacerlo, los biólogos se hallaron con sorpresa ante lo que parecía ser una enorme nave espacial de bandera argentina. El conflicto diplomático estaba servido, pues está prohibido cazar ballenas argentinas, sin importar a qué se parezcan. De inmediato el Ministerio de Ballenería de la Nación solicitó al gobierno japonés la pronta devolución de todos los trozos del raro ejemplar. Cuando alguien advirtió que el Ministerio de Ballenería no existe, los trozos ya estaban en oferta en varios sitios de subastas en Internet. Por tal medio que fue AnaCrónicas pudo hacerse con una de las piezas de la nave, y en pocos días llegó a nuestro buzón un módulo de memoria de estado líquido con la etiqueta “Bitácora de navegación”. De inmediato lo instalamos en una de las PCs de la redacción, usando las herramientas de retrocompatibilidad de hardware provistas por Black & Decker, y tuvimos acceso a su contenido. Así que hoy, en exclusiva para nuestros lectores, publicamos en vivo y en directo la bitácora del crucero estelar Águila Guerrera.
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Fecha estelar: 19 de junio de 2061 Todos los preparativos están listos. Los tanques están llenos. Los instrumentos están calibrados. El perro está atado. Quedan menos de veinticuatro horas de cuenta regresiva, y entonces el Águila Guerrera partirá en valerosa expedición científica. Nuestra principal misión: poner a prueba la teoría de Mancuso según la cual se puede llegar a puntos distantes en el tiempo y el espacio a través del agujero de ozono. El proyecto ha recibido muchas críticas desde que se anunció. Algunos dicen que podrían alimentarse miles de chicos hambrientos sólo con lo que se gasta en mover la nave. Pero yo creo que si esta revolucionaria teoría queda confirmada, las cuarenta toneladas de papas de las que extraemos nuestra energía habrán sido bien aprovechadas. Posteado por Elaurio Rostro, Capitán.
Día 1 Lo logramos. Pasamos. ¿Dónde estamos? Posteado por Elaurio Rostro, Capitán.
Día 2 El teniente Catalino, de Cosmografía y Astrofísica, ha calculado con una aproximación de treinta metros que estamos en algún lugar del universo. Dice también que el blindaje anti-radiación debería haber sido de un factor más alto que 8. En el momento en que transpusimos el agujero, la tripulación fue expuesta a una altísima dosis de radiación UVA y UVB, lo que muy probablemente cause problemas de piel, envejecimiento prematuro y superpoderes de primer grado. Posteado por Elaurio Rostro, Capitán.
Día 3 Estemos donde estemos, hace un calor infernal. No se puede trabajar en estas condiciones. Estoy considerando la posibilidad de relajar las regulaciones sobre el uniforme. Para empezar, ya autoricé a reemplazar las camperas de corderito por otras de gabardina. Posteado por Elaurio Rostro, Capitán.
Día 4 Le indiqué al navegante que mirara por el periscopio, para ver si podía averiguar qué es lo que está causando este calor del infierno. Ahora el pobre diablo está en atado en la enfermería, gritando: “¡No quiero verlo, no quiero verlo!” Antes de que pudieran dominarlo, se sacó los ojos con una cucharita de helado. Tan rápido lo hizo que la cucharita no tuvo tiempo de derretirse. El doctor Estanislao Lemos dice que, en cuanto logren tranquilizarlo, intentarán implantarle los ojos de una papa brotada. Pero el paciente se resiste a todo tratamiento, al grito de “¡No quiero verlo!”. Lo más extraño es que en ningún momento miró por el periscopio. El doctor opina que episodios como éste podrían evitarse si no me enfrentara a la tripulación vestido sólo con un taparrabos. Me sugirió que, por lo menos, lo use en el sitio acostumbrado. Posteado por Elaurio Rostro, Capitán.
Día 5 ¡Qué rico es el gofio! Cuando era chico comía gofio con el oso Yogui. “Vamos, vamos, comé gofio”, me decía, y se iba a cazar papagayos con la Mini Uzi. Era una Mini Uzi muy particular: cada vez que disparaba una descarga de norepinefrina hacía un ruido de “recogieron las basuras en mi calle ayer a oscuras”. Claro, eso no les gustaba a los perritos de las praderas que buscaban petróleo. Y no era para menos, con la cara que tenían. Posteado por Elaurio Rostro, Capitán.
Día 6 Me veo obligada a relevar al capitán Rostro. Lamentablemente, la situación ha excedido su fortaleza mental y ha perdido el juicio. La entrada de la bitácora de ayer lo demuestra, y el doctor Lemos lo confirma. Según su opinión experta, los perritos de las praderas saben que no hay petróleo donde los osos cazan papagayos. Por suerte contamos con una mente sensata y equilibrada como la suya; de lo contrario, estaríamos perdidos. El que sí está perdido es el capitán. No solamente loco perdido: no lo encontramos por ninguna parte. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 7 Finalmente encontramos al capitán Rostro en la sala de calderas. Estaba exhausto y empapado en sudor, y a su lado había un huevo plateado de unos nueve metros. Me da miedo hacer asociaciones. Ordené que el capitán fuera encerrado en una celda por su propio bien, y que al huevo se lo dejara donde está, por el bien de todos los demás. Mandé que se instalara un centinela en la puerta de la sala de calderas, a la que se le bajará la temperatura para conservar el huevo. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 8 Me informa el teniente Catalino que ha determinado la ruta para regresar a la Tierra. Me dice que no será un viaje corto: tardaremos al menos ciento setenta y dos episodios en recorrer las siete temporadas-luz de distancia. Mientras tanto, el huevo sigue tranquilo. El que está como loco es el capitán. No deja de gritar: “¡Basta! ¡Basta, por favor! ¡Ya no lo soporto!” Prohibí que se le suministraran cucharitas de helado, así que pidió un bisturí. Cuando lo tuvo, ante el horror de los presentes, procedió a extirparse los ojos de gallo. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 9 Algo salió del huevo. No sabemos qué es, pero lo encontraron cascado esta mañana. Había un agujero de unos treinta centímetros en la cáscara. Bueno, no sabemos qué es, pero por lo menos sabemos qué tamaño tiene. Sea lo que sea, debió abrirse paso con un pico muy poderoso. Tal vez sea el mismo pico que se encontró clavado en la cabeza del centinela. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 10 Ya sabemos qué es lo que salió del huevo. Fueron unos veinte kilos de clara y yema. Los sacó el cocinero y los usó para preparar una tortilla de papas para toda la tripulación. Ahora nuestras reservas energéticas están comprometidas. Pero más comprometido está el cocinero, por supuesto. Al preguntársele por qué había partido el cráneo del pobre centinela con un pico, respondió: “La espátula no servía”. La situación es alarmante: nos hemos alimentado de un huevo de procedencia afortunadamente desconocida. En vista de eso, he declarado cuarentena. Nadie tocará tierra hasta que toda esta situación haya pasado. Y para asegurarme de que mi orden se cumpla, todas las macetas permanecerán guardadas en la bodega hasta nuevo aviso. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 11 Se respira una atmósfera extraña a bordo de la nave. Algunos han manifestado que reciben visitas durante la noche. Visitas higiénicas, dicen. Un enfermero se aparece en sus camarotes y los baña. Hice registrar la nave de punta a punta y no hay rastros de ningún enfermero. Tampoco del cocinero que teníamos encerrado. Pero los registros dicen que nunca tuvimos un cocinero a bordo, así que en realidad ese problema se solucionó solo. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 12 Siento que escribir esta bitácora es lo único que me impide volverme loca. En esta nave acontecen cosas más extrañas cada día que pasa. Hoy, al despertarme, me encontré a Rodolfo trayéndome el desayuno a la cama. ¿Qué locura es ésta? Rodolfo nunca me trajo el desayuno a la cama. Ésa es una de las razones por las que me divorcié de él y mi abogado se ocupó de que tuviera que vivir en un caño. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 13 ¿A quién se le ocurrió este sistema de bitácoras que solamente permite grabar una entrada al día? Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 14 Hablé con Rodolfo esta mañana. Le pregunté cómo había llegado a bordo. Me dijo que el caño donde vivía había sido usado como estructura de soporte de la nave. No le creí. No importa lo que me diga, no es el mismo Rodolfo que yo conocí. Para empezar, aquel Rodolfo era alto, musculoso y tenía una larga cabellera rubia; éste es más bien petiso y morochón. Además, le sobran como treinta años. Y canta. Rodolfo no cantaba ni el bingo (siempre fue un fracasado el pobre). Este Rodolfo sacó una guitarra, quién sabe de dónde, y empezó: “Yo soy flaco, sí señores, pero de corazón tierno, y tengo una novia gorda para pasar el invierno...” Por supuesto, eso fue el acabose. ¡Gorda yo! Lo puse en una cápsula y lo mandé a pasear por el espacio. Que vaya a cantarle a su madrina. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 15 El Águila Guerrera está en pésimo estado. Una de las alas se desgarró, a pesar de que nos aseguraron que el paño era indestructible. Entra vacío a presión en la sala de turbinas; ya perdimos a cinco de los ocho turbinas de la tripulación. El motivo: nos atacó un calamar gigante. Es algo que escapa a toda razón y lógica; ninguno de los especialistas de a bordo puede explicárselo. ¿Cómo es posible que un calamar gigante, o cualquier otro ser vivo, confunda una nave espacial con una ballena? No tiene sentido. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 16 Rodolfo volvió. Dice que la cápsula en que lo expulsé fue usada para taponar uno de los agujeros de la nave. Y lo jura diciendo: “Si nunca te dije la verdad, ¿por qué te voy a mentir ahora?”. Pero no le creo. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 17 El doctor Lemos dice que todos los que comimos la tortilla estamos enfermos. Cuando le pregunté por los síntomas, señaló a Rodolfo y dijo: “Ahí tiene uno”. De inmediato levanté la cuarentena que había declarado para poder volver a declararla. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 18 Las conjeturas no dejan de circular por los pasillos. Hice saber que nadie tendrá descanso hasta que la última conjetura sea capturada y echada al espacio. Mientras tanto, todos comentan sus sospechas de que todas las manifestaciones misteriosas que han tenido lugar pueden ser intentos del huevo por comunicarse con nosotros. Más vale que lo que tenga que decirnos sea importantísimo. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 19 Rodolfo dice que la mancha de lápiz de labios que tiene en la camisa es una manifestación mental mía. El desgraciado es tal como lo recuerdo. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 20 Conjeturé que el capitán Rostro podría darnos alguna pista sobre toda esta situación, pero todo el que se aproxima a su celda es acribillado a ráfagas de Uzi por un oso que grita “¡papagayos, papagayos!”. Esta situación ya es insostenible, y estoy dispuesta a llegar al fondo del asunto. Me meteré yo misma en el huevo y averiguaré qué hay adentro. Le pondré fin a este infierno de una vez por todas. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación.
Día 21 Tuve suerte, el huevo traía adentro una lanzadera clase Kinder. Me metí adentro y me mandé mudar. Que se arreglen solos, que ya están bastante grandes. A ver si uno somatiza una bomba de un par de megatones y listo. Estoy muy contenta de haber salido por fin de ese manicomio. Lástima que Rodolfo también estaba contento, y atacó con: “La pulga es un ejemplar que encuentra en cualquier parte, y siempre suele picar donde no podés rascarte...” Lo mandé a la esclusa a ver si llueve. La respuesta me llegó en el mismo momento en que apretaba el botón de descarga.: “No, no llueveeeeeeeeeeeeeeeeee...” En el espacio, nadie lo oirá cantar. Posteado por Aurora I. Radial, Oficial de Navegación. |