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Robert Sheckley: la ironía silenciada
por Luis Pestarini

 

"Sheckley está a la par de Philip K. Dick y Kurt Vonnegut como un investigador irónico de todo lo relacionado con la identidad y la naturaleza de la realidad."
David Hartwell


A ese colectivo que se conoce como ciencia ficción, más variado y polimórfico de lo que suele creer la crítica académica, se le pueden imputar muchos defectos, pero no el de carecer de sentido del humor. En el género tienen cabida escritores que practican el humor con frecuencia, a veces como su veta principal, como Connie Willis, Douglas Adams o John Sladek, y todos ellos tienen un antepasado común: Robert Sheckley. El humor satírico, el absurdo, el de comedias o el grotesco, Sheckley no dejó ninguna de estas categorías invicta a lo largo de una obra que se extendió por más de medio siglo. En este artículo vamos repasar la obra sheckleriana para atraer la atención de los lectores que no han tomado contacto con ella, a la espera de un trabajo más profundo y detallado. Actualmente sus libros en español están descatalogados, pero es posible que pronto una editorial española dedicada al fantástico ponga a disposición de los lectores sus principales títulos.



El primer lustro de la década del '50 fue dominado por un fenómeno que no se repitió: la existencia de decenas de revistas de ciencia ficción, desde las prestigiosas como The Magazine of Fantasy and Science Fiction o Galaxy, hasta las dedicadas a la aventura espacial sin pretensiones, como Planet Stories o Super Science Stories. No nos interesa aquí dilucidar cuál fue el conjunto de factores que determinó este fenómeno que duró hasta poco antes del fin de la década, pero nos importa una de sus consecuencias: la aparición de una generación de escritores de ciencia ficción que podían arreglárselas para vivir vendiendo exclusivamente cuentos. Si este fenómeno no se hubiese producido, muchos de ellos hubieran terminado derivando hacia otros campos, como de hecho sucedió cuando menguó el halo protector de las revistas de ciencia ficción, pero otros quedaron definitivamente apropiados. A muchos de ellos la drástica disminución de las revistas a fines de los '50 los obligó a escribir novelas o juveniles para no pasar hambre. A esta generación dorada de escritores que comenzaron como fecundos cuentistas pertenecen Philip K. Dick, Philip José Farmer y Robert Sheckley. Este último, que falleció hace poco más de un mes, es quién ahora atrae nuestra atención.

El primer cuento de Sheckley, "Final Examination", apareció en el número de mayo de 1952 de Imagination, una revista de segunda línea. Nacido en Nueva York el 16 de julio de 1928, su padre era polaco [Shekowsky] y su madre lituana, ambos judíos. Estuvo en Corea como voluntario durante el período de ocupación, antes de la guerra, y a su regreso probó suerte como guitarrista en bandas de la zona de San Francisco. En 1951 regresó a Nueva York donde pasó brevemente por la universidad antes de dedicarse por completo a la escritura, oficio que no abandonó.

Tenía 23 años cuando publicó su primer relato y antes de que terminara 1952 ya había publicado media docena, varios en Galaxy, la revista que fue su casa durante los primeros años. Dirigida por H. L. Gold, Galaxy se diferenciaba de sus colegas porque daba cabida a una ciencia ficción orientada más hacia la crítica social y la sátira, y se despreocupaba por la rigurosidad científica, un lugar ideal para Sheckley. Frederik Pohl era entonces su escritor insignia. El núcleo más cercano a Galaxy se reunía habitualmente en la casa de Gold a discutir sobre ciencia ficción y a jugar al póker. Gold, Sheckley, Budrys y Jerome Bixby eran asistentes habituales.

Al primer año en Galaxy pertenece un relato emblemático de Sheckley que anticipa el tono de la primera etapa de su obra: "El costo de la vida" [Cost of living], una sátira del consumismo en la cual el protagonista endeuda a sus nietos todavía sin nacer para adquirir lo último en artefactos electrónicos. John Clute1 divide la obra de Sheckley en tres períodos: la década del '50, la del '60, y del '70 hasta el presente. Esta división tiene algo de arbitrario, como todo ordenamiento cronológico, pero resulta bastante apropiada en este caso, aunque más adelante vamos a presentar alguna objeción.

El primer período en la obra sheckleriana se caracteriza por la abundancia de cuentos (sólo en 1953 escribió 28), casi siempre de tono humorístico, directos, cortos y sencillos, y estructurados sobre los diálogos. Esta literatura toma la iconografía de la ciencia ficción (planetas alejados, razas alienígenas, naves espaciales) pero sólo como herramientas para el desarrollo de la fábula. En ninguna de sus obras Sheckley pretende realizar una operación de verosimilitud basada en lo científico; es más, sus errores y arbitrariedades en este campo son frecuentes pero irrelevantes para la narración. Este desinterés en la verosimilitud científico-tecnológica le ha permitido sobrevivir a escritores cuyas pretensiones en este terreno fueron las opuestas. La ficción de Sheckley muy raramente pretendió acercarse al realismo, más bien lo contrario, puede considerarse dentro del amplio ámbito de la fábula, cuyas normas de verosimilitud son distintas.

Habitualmente se piensa que este primer período en la obra de Sheckley es el que ha proporcionado sus mejores trabajos. Uno de sus relatos más ácidos es "Un pasaje para Tranai" [A Ticket to Tranai, 1955]. En él, el protagonista huye de la Tierra cansado de la hipocresía y el materialismo, partiendo hacia un planeta distante, Tranai, donde —ha escuchado— se cultiva una forma de utopía. Ya en Tranai, descubre que es así: no se pagan impuestos, los políticos son honestos (y nadie quiere ejercer cargos ejecutivos) y los matrimonios son felices. Avanzado la historia, descubrimos que sólo en apariencia se trata de la sociedad utópica: al protagonista lo asaltan y le sacan todo su dinero, pero el robo lo lleva a cabo un empleado del gobierno porque es la única forma de recaudar impuestos (también hay asaltantes comunes, que no responden al estado). El crimen no existe porque los delitos como el robo o el asesinato no están tipificados como tales. Nadie quiere ejercer cargos políticos porque los ciudadanos pueden —literalmente— hacerle volar la cabeza por el aire si se toma alguna medida que les disguste. Y lo más escandaloso: las mujeres viven en animación suspendida salvo cuando hay algún evento o el esposo desea despertarlas porque requiere su compañía. Contra lo que supone el terrestre, este status quo es bien avenido por las mujeres y su reciente esposa lo engaña porque entiende que él no la quiere, pues la deja envejecer a su par. Al fin y al cabo ¿qué puede desear más un hombre que tener una mujer mucho más joven a su lado? Y ¿qué puede desear más una mujer que permanecer eternamente joven? Como prácticamente la totalidad de sus relatos del período, la estructura del relato es muy sencilla y está armada sobre escenas breves a base de diálogos. La historia fluye con naturalidad desde el primer párrafo, sin digresiones ni explicaciones innecesarias.

En este período, Sheckley emplea con frecuencia la estrategia que podríamos denominar las apariencias engañan. En "Los monstruos" [The monsters, 1953], uno de los primeros cuentos sobre relativismo cultural de la ciencia ficción, se narra un conflicto entre una raza extraterrestre y la humana: los monstruos son estos últimos. La ironía de la inversión de apariencias se vuelve amarga en algunos casos, como sucede en "El almacén de los mundos" [The Store of the Worlds, 1959], donde a Wayne le ofrecen cumplir con su mayor deseo. Éste resulta ser vivir una vida familiar burguesa porque —descubrimos al final— está en un mundo postholocausto devastado.

Cierta ligereza en el tratamiento de los temas puede ser atribuida a la frecuente brevedad de los relatos. En sus historias más filosóficas se acerca peligrosamente a lo pueril, donde el mensaje de conocimiento parece anticipar a los 'pensadores' de la new age. "Haz una pregunta estúpida" [Ask a Foolish Question, 1953] es una fábula didáctica en torno a un artificio que puede responder sobre todas las cuestiones fundamentales del universo, pero ninguna raza logra sacarle una buena respuesta porque para eso deben conocer por anticipado una parte de la misma.

La cantidad de cuentos que publica Sheckley en los '50 es inusual: más de cien. La mayoría de ellos se encuentra en sus colecciones de ese período: La séptima víctima [Untouched by human hands, 1954], Ciudadano del espacio [Citizen in space, 1955], Peregrinación a la Tierra [Pilgrimage to Earth, 1958] y Paraíso II [Notions: unlimited, 1960]. Hay dos relatos que sobresalen por su ácida crítica sobre el comportamiento social en relación con la violencia. El primero de ellos es "El precio del peligro" [The Price of Peril, 1958], que en alguna medida anticipa a los reality televisivos contemporáneos. En un juego popular, varios participantes deben perseguir y matar a otro que, superada la marca de tiempo y sobreviviente, será el ganador, todo a la vista de millones de personas a través de una cadena de televisión. El cuento fue llevado al cine en Francia por Yves Boisset en 1983 bajo el título Le prix du danger.

El otro relato de nota en este tema marca, también, el comienzo de una relación más bien ingrata de Sheckley con el cine: "La séptima víctima" [Seventh Victim, 1953]. No es uno de sus cuentos más logrados: su tono didáctico y el final previsible sólo son sobrellevados por la potencia de la idea. En el futuro, para canalizar la violencia humana, se establece un deporte mortal —reglamentado por el Ministerio de Control Emocional— al cual se pueden inscribir los interesados. Alternativamente, cada participante será asesino o víctima: en el primer caso debe eliminar a otro competidor de quién tendrá los datos elementales, en el segundo, la víctima debe defenderse sin saber quién es su potencial asesino, todo en medio del desarrollo de las rutinas cotidianas. La historia está realizada con trazos muy gruesos, pero atrajo la atención de Elio Petri, que la convirtió en una película en 1965. La decima vittima fue interpretada por una pareja top de entonces: Marcello Mastroianni y Ursula Andress. La película tuvo éxito en Italia y Francia y atrajo la atención del público europeo sobre Sheckley, que novelizó el guión de la película como La décima víctima [The 10th Victim, 1965].

Su relación con el cine tuvo otros ejemplos: el más conocido es Freejack (1992), un fallido film que contó con un elenco importante: Mick Jagger, Emilio Estévez, René Russo y Anthony Hopkins, bajo el mando de Geoff Murphy. La película está basada en la primera novela de Sheckley, Immortality Inc. (1958).

La historia en la novela comienza cuando Thomas Blaine sufre un accidente automovilístico y despierta en un hospital en el año 2110, descubriendo que su mente está en un nuevo cuerpo. Una poderosa compañía montó una campaña publicitaria en torno a él, pues demuestra que logró viajar al pasado para salvar una vida. Por otro lado, Blaine se entera de que en este futuro se ha logrado certificar la existencia de vida después de la muerte y que para llegar allí hay que pagar una fortuna a las corporaciones. Episódica como todas las novelas de Sheckley, Immortality, Inc. es más oscura en su ironía. La historia lleva a Blaine a cambiar de cuerpo, cruzar al más allá y tratar de escapar de la puja que se estableció entre la compañía que lo trajo del pasado y el gobierno. Como el mismo Sheckley reconoció, no era bueno delineando argumentos, y la novela se lee como una sucesión de situaciones sin mucha progresión narrativa. A la vez, la sátira hacia el consumismo y las corporaciones no parece acomodarse bien con elementos sobrenaturales como el más allá y los fantasmas.


En los '60 variaron las reglas en el mercado editorial de la ciencia ficción. Como señalamos, las revistas disminuyeron drásticamente en número. Además, H. L. Gold, el editor favorito de Sheckley, abandonó la dirección de Galaxy en 1961 tras un accidente automovilístico que agravó su agorafobia: ya ni salía de su casa. Durante el primer lustro de la década, Sheckley casi no escribió cuentos, dedicándose a la novela, formato que no le resultaba cómodo. Escribió nueve libros en un plazo breve, cinco de ellas de espionaje: Dead run [1961], Calibre .50 [1961], The Man in the Water [1961, Hombre al agua. Noguer, 1971], White Death [1963] y The Game of X [1965, Agente X en acción, Molino, 196?]. Además de la novelización de La décima víctima, sus otros libros de ciencia ficción de este período son Trueque mental (Mindswap, 1960), Mañana será así (The Status Civilization, 1960) y Los viajes de Joenes (Journey beyond Tomorrow, 1962).

En Mañana será así, Will Barrent es enviado al planeta prisión Omega para cumplir la condena por un crimen que no recuerda, pues le han borrado la memoria. En Omega se ha establecido una sociedad con estructura de clases en torno al crimen. Al llegar, como todos los recién arribados, es lanzado a una caza deportiva como presa, como en "El precio del peligro". Supera la prueba, lo que le permite posicionarse bien en la sociedad,. La noción de crimen en la novela es ingenua: los pobladores de Omega están obligados a drogarse y es un delito grave la promoción del aborto. No está presente el humor habitual de Sheckley y sólo la ironía del comentario sobre la mejora social a través del delito muestra algo de su mordacidad. Hay una diferencia sustancial con otros de sus trabajos largos: el protagonista, Barrent, no es el habitual hombre común atrapado en circunstancias desesperantes, sino que se convierte en un héroe que regresa a la Tierra para cambiar el sistema.

Aunque no es su mejor novela, Los viajes de Joenes es al menos la más divertida, la que mejor logra trasladar el humor absurdo de sus cuentos a un formato largo. También es su novela más episódica, una serie de situaciones que tienen como personaje común al Joenes del título, un inocente habitante de una isla del Pacífico en el siglo XXI que un día decide visitar Estados Unidos. Allí es encarcelado por comunista, liberado, arrojado en ciudades que no conoce, luego visita una comunidad utópica que preanuncia a los hippies, deviene en espía estadounidense en Moscú y termina desencadenando la III Guerra Mundial con la destrucción de la gran nación del norte, antes de regresar tranquilamente a su isla. La mirada de Joenes sobre la sociedad es similar a la de Mr. Chance , el protagonista de Desde el jardín, pero sus aventuras son bien distintas. Su candidez es característica de los protagonistas de Sheckley, pero aquí se encuentra en su estado más puro. Los viajes de Joenes es una divertida crítica a la sociedad de consumo y al sistema político en los Estados Unidos.

Trueque mental es, para parte de la crítica, la mejor novela de Sheckley. El tema del intercambio de cuerpos es el recurso disparador de la historia: Marvin Flynn cambia de cuerpo con un extraterrestre y, cuando parece que todo va bien, descubre que es un estafador que huye con su bien más preciado. A lo largo de la novela, Marvin recorrerá distintas culturas y cuerpos en busca de recuperar el propio, lo que permite al autor encadenar una serie de situaciones de comedia de ciencia ficción con éxito desparejo. Como en la mayoría de los casos, el protagonista de Sheckley es un hombre común y corriente sumergido en una serie de circunstancias extraordinarias. El recurso del intercambio de cuerpos no es explorado en ninguna vertiente (metafísica, social, científica) y el tono general es bastante liviano.

La última novela de este período, Dimensión de milagros [Dimension of miracles, 1968], aparece cuando Sheckley se traslada a vivir a la isla de Ibiza, en el Mediterráneo, al comienzo de un extenso período de bloqueo creativo. Pero la novela no refleja esto, no al menos en el sentido de que no se ubica por debajo del nivel mostrado en sus anteriores trabajos largos. Otra vez estamos ante una novela episódica: Thomas Carmody ganó el primer premio de una lotería intergaláctica, una máquina que habla y cambia de forma, pero sin ninguna función aparente. El premio lo retira en el centro de la galaxia pero, una vez hecho esto, se encuentra con el problema de que nadie sabe cómo regresar a la Tierra. Entonces Carmody se sumerge en un viaje de búsqueda, donde encontrará personajes bizarros, incluyendo a un constructor que trabaja para Dios haciendo planetas. Dimensión de milagros puede ser leída como precursora de Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams, una comedia espacial con toques metafísicos.



Robert Sheckley firmando libros en Plovdiv, Bulgaria,
cuando se celebraba la EuroCón 2004, en agosto de ese año.

El tercer período en la obra de Sheckley comienza con su mudanza a Ibiza, a fines de los '60, donde residirá por algo más de un lustro antes de volver a trasladarse, esta vez a Londres. Sobre la experiencia del bloqueo creativo y la necesidad de expatriarse, Sheckley comentó en una entrevista2:

"No sé qué nos hace pensar siempre en estas cosas. Sólo sentí que ¡oh! las historias ya no parecen mágicas, o se retrasan, ya no las producía de la misma forma. También yo estaba cambiando: tenía problemas matrimoniales que, ciertamente, tuvieron un efecto enorme sobre mí... Hubo un montón de razones por las cuales finalmente abandoné los Estados Unidos; pero no sentí como si tuviera una en especial. Simplemente no me sentía conectado con nada aquí, como si no hubiera ningún motivo por el que debiera quedarme".

Y continuó:

"Me convertí en un expatriado y, durante algunos años, realmente sentí que aquella era mi gente. Éramos los restos de la generación hippie. Escuchábamos los discos de Neil Young, mirábamos esa luna enorme, alta en el cielo, y tratábamos de amarnos entre nosotros y de vivir una vida limpia y decente, lejos de tierra firme. Pelo largo, faldas largas y comida naturalista. Esto continuó hasta los primeros años de la década del '70."

De pronto, Ibiza se convirtió en uno de los lugares top de Europa y vender algunos cuentos esporádicamente, más algunos derechos que cobraba de tanto en tanto, ya no fueron suficientes para sobrevivir. Decidido a terminar con su bloqueo comenzó a escribir una novela que mezclaba ciencia ficción y surrealismo, su obra más extraña: Options (1975).

La novela comienza cuando Tom Mishkin debe descender con su nave espacial en el planeta Harmonia. Tiene que atravesar todo el planeta para buscar los repuestos que necesita, y para resguardarlo de los numerosos peligros, le asignan un robot programado para evitarlos. Pronto descubre que el robot está programado, en verdad, para los peligros de otro planeta, no de Harmonia. Hasta aquí, un planteo característico de Sheckley, pero entonces se suceden alucinaciones que vuelven incomprensible lo que acontece, donde a lo largo de 77 capítulos no sabemos si lo que se narra es producto de la mente perturbada de Mishkin. "Es mi libro loco, mezcla de ciencia ficción y tópicos surrealistas y absurdos" 3, declaró el autor. Defenestrada por unos y amada por otros, la novela no tiene punto medio en la receptividad del lector.

Justo en la mitad de una carrera literaria que se extendió entre 1953 y 2005, Sheckley publicó su última novela de interés: The Alchemical Marriage of Alastair Crompton (1978). Esta novela, originalmente publicada como Crompton divided, narra la historia de Crompton, cuya mente fue separada en tres partes al ser atacado por un virus que produce esquizofrenia. Dos de esas secciones, potencialmente peligrosas, fueron instaladas en cuerpos artificiales en distintos lugares de la galaxia. Crompton busca integrar su mente y para conseguir recursos para semejante fin se dedica a robar y vender valiosos productos de la fábrica donde está empleado. Basada en una novela corta publicada veinte años antes ("The Humours" ), la historia ofrece el menú habitual de su autor: lugares comunes de la ciencia ficción subvertidos, un relato que avanza con facilidad aunque muchas veces sin dirección, situaciones de comedia que finalmente no condensan por completo.

Sheckley regresó a Nueva York y comenzó a desempeñar una tarea que nunca había realizado: la de director literario de una revista de gran tirada. Omni fue una publicación de lujo pero popular —llegó a vender más de 1.000.000 de ejemplares—, dedicada a los avances tecnológicos y científicos que incluía uno o dos cuentos de ciencia ficción por número. Fundada por Bob Guccione, el dueño de Penthouse, iba dirigida a un público que tomaba creciente conciencia de que el progreso tecnológico estaba afectando su vida de manera directa y que, además, podía consumirse. Sheckley se desempeñó seleccionando los relatos entre enero de 1980 y septiembre de 1981, período en el que casi no escribió.

Su siguiente novela fue Dramocles [Dramocles, 1983], una mezcla de space opera y soap opera (telenovela), que parte de una situación disparatada: el rey Dramocles sigue unas instrucciones que dictó él mismo y se mantenían ocultas en su cerebro, sin ningún sentido aparente. La acumulación de situaciones absurdas no funciona como en otros de sus libros, aunque tiene chispazos de ironía del viejo Sheckley (por ejemplo, hay un planeta llamado Hoover que se dedica a la producción de artículos de limpieza). La historia suena cansada más que chispeante, y naufraga mucho antes del final.

Los libros que sucedieron a Dramocles fueron escritos por encargo. Victim Prime (1987) y Hunter/Victim (1988) funcionan sobre la idea que desarrolló en La décima víctima, pero el objetivo ya es distinto, pues no se trata de una crítica a la violencia social sino un thriller tecnológico. En la sociedad descrita en Victim Prime, el asesinato en la calle ya no está bien visto, de manera que se ha montado un escenario en la isla de Esmeralda, una circo para presas y cazadores. Sheckley se detiene en describir la tecnología futurista y narra casi sin humor, arribando a un final apresurado y poco satisfactorio. La acción de Hunter/Victim se sitúa antes que las otras dos novelas. Comienza con un lugar común en este género: el asesinato de la mujer del protagonista por parte de un grupo terrorista, y la decisión de vengarse. Sin brillo, termina derivando hacia escenas surrealistas.

Las siguientes cuatro novelas de Sheckley fueron colaboraciones en las cuales él redactaba el texto sobre un resumen muy breve provisto por otro autor. Con más de sesenta años, trabajó casi como negro4 (la única diferencia es que su nombre aparecía pequeño como coautor), sólo respondió a la necesidad de mejorar su situación económica. En las últimas dos décadas de vida, muy pocos de sus libros fueron reeditados en inglés, aunque es un autor muy popular en gran parte de Europa, especialmente en varios países del Este (Rusia, Ucrania, Bulgaria y Polonia). Lamentablemente para él, en estos países sus libros se vendieron especialmente bien cuando conformaban el bloque comunista y no reconocían regalías para los autores.

La primera de las colaboraciones que escribió fue Bill, héroe galáctico en el planeta de los cerebros embotellados [Bill, the Galactic Hero on the Planet of Bottled Brains, 1990], un volumen de la serie de libros que el estudio de emprendimientos creativos Byron Preiss Visual Publications lanzó a partir de la novela original de Harry Harrison publicada en 1965. En una entrevista5 Sheckley da una idea de lo que fue este trabajo en colaboración:

"La historia que hice con Harry Harrison tuvo su origen como un pequeño párrafo de cincuenta palabras de largo. No tuve ningún contacto con Harrison en ese momento. Recibí esto de uno de sus editores. Dado que realmente no sabía nada sobre la situación, tomé ese párrafo de apertura como el problema entero y sin ninguna otra información. Sólo escribí muy rápidamente lo que me venía a la mente. Fue mi versión de una pintura impresionista" . El resultado es una novela descuidada y de a ratos incoherente, que navega entre el humor grueso y la parodia del cine de ciencia ficción; sólo en contadas páginas resuena el eco de Sheckley.

La siguiente colaboración fue una trilogía de novelas fantásticas escritas con Roger Zelazny. En los últimos años de su vida, la mayoría de las novelas de Zelazny (1937-1995) fueron escritas a cuatro manos. La serie de 'Azzie Elbub', realizada con Sheckley, es iniciada con Bring Me the Head of Prince Charming [1991], y seguida por If at Faust You don't Succeed [1993] y A Farce to be Reckoned With [1995]. Se trata de una parodia fantástica sobre la lucha entre el Bien y el Mal. Aunque Sheckley redactó la totalidad de los libros, la colaboración fue más intensa que en el caso anterior: "Fue diferente con Roger Zelazny. Nos encontramos una vez para hablar sobre un posible proyecto en colaboración. Nos pusimos de acuerdo sobre una idea, que era suya, y fue muy rápidamente. Nos llevamos muy bien y nos comprendimos. Me entristeció mucho su desaparición. Lo que hicimos entonces fue cocinar todo el argumento del libro. Durante algo más de un mes me envió esbozos argumentales y yo le hacía preguntas para que las cosas me quedaran claras. Cuando dices esto, ¿qué quieres decir? Y cuando llegó el momento de escribir, cuando sentí que comprendía todas las implicaciones de la historia, escribí el libro entero. Lo pulí un poco y se lo pasé a Roger, que arregló algunos problemas que aparecieron. Eliminó algunas discrepancias."6 El resultado fue el mejor libro de Sheckley en años, aún sin alcanzar los niveles de sus novelas más importantes. Es una fantasía medieval humorística en torno a una competencia entre el Cielo y el Infierno, que se da una vez cada mil años y cuyo premio es el reinado sobre los hombres. Aunque muchas veces es derivativa y sufre de falta de foco narrativo, se lee sin dificultades. En los libros siguientes se vuelve más evidente la inconsistencia habitual de Sheckley en sus trabajos largos, al presentar personajes para una situación y luego olvidarlos, eslabonando las secuencias tibiamente. Si bien las colaboraciones entre escritores no suelen dar como resultado la suma de sus talentos, estos libros muestran a dos escritores atrapados en sus propios clichés, alejados de sus mejores momentos, fatigados.

Luego de escribir un par de novelizaciones de series televisivas de ciencia ficción, comienza una saga de tres novelas de misterio protagonizadas por Hob Draconian, un ex hippie ya viejo y venido a menos, que decide poner una agencia en Ibiza, un evidente alter ego de Sheckley. Sus títulos son The Alternative Detective (1993), Draconian New York (1996) y Soma Blues (1997).

Su última novela publicada en inglés es Godshome (1999), otra fantasía humorística. Como en la mayoría de sus libros, el protagonista es un hombre corriente en una situación extraordinaria: Arthur Fenn que descubre por casualidad un ingenio fantástico que le permite comunicarse con los dioses y, circunstancialmente, lograr que hagan algo para él. Entonces se sucede un largo desfile de dioses (algunos mitológicos, otros invenciones del autor), que desemboca en situaciones absurdas.

Tras publicar más de cuarenta libros, el mundo editorial de Estados Unidos le cerró las puertas. Sus últimas dos novelas no fueron editados en inglés: The Grand Guignol of the Surrealists [2000] apareció en Italia, Rusia y Polonia mientras que Dimension of Miracles Revisited [2001] fue publicada comercialmente al menos en Italia, pero en inglés sólo circuló una edición limitada, casera, de hojas fotocopiadas encuadernadas en espiral.


Hemos seguido hasta aquí la clasificación cronológica de la obra de Sheckley según John Clute, pero las características de declinación que presenta en su tercer período, desde los '70 en adelante, parece apropiada exclusivamente para las novelas, pues en el caso de los relatos breves todavía se pueden encontrar muestras de gran talento hasta en sus últimas producciones, con altibajos y, si se quiere, un nivel medio inferior a las etapas anteriores, pero muy lejos del descuido de sus últimas obras largas.

Por otro lado, hay una decisión de abordar nuevos géneros, aproximaciones y temáticas que no se corresponde con otros momentos. Un claro ejemplo de esto es "En una tierra de colores claros" ["In a Land of Clear Colors, 1976], una extensa exploración de una cultura extraña desde el punto de vista de un terrestre que intenta incorporarse a ella. La sensación de soledad y abandono que transmite esta crónica es inusual en Sheckley. Hay que señalar, además, que en 1979 los músicos Pete Sinfield y Brian Eno compusieron música de acompañamiento para el relato, que fue publicado en un volumen ilustrado junto con un disco larga duración, con una tirada de un millar de ejemplares convertidos ahora en piezas de colección.

El viejo humor sheckeriano se renueva en relatos. "¿Qué es la vida?" ["What is Life?", 1976] es una brevísima pero demoledora parodia de la sabiduría oriental filtrada por Occidente. En "El día que llegaron los extraterrestres" ["The Day the Aliens Came", 1995] se reconoce la mano de Sheckley en su sucesión de absurdos que involucran a múltiples razas de alienígenas sobre la Tierra. Pero también muestra en ocasiones una ironía sin gracia, como en "Kenny" [1999], relato publicado en el número conmemorativo de los cincuenta años de The Magazine of Fantasy & Science Fiction, donde juega con clichés del género como la colonización de otros mundos y el origen de las civilizaciones.

Uno de sus últimos cuentos publicados fue el delicioso "Reborn Again" [2005], que aborda otra vez el tema del intercambio de cuerpos. Un hombre despierta tras un trasplante de cuerpo para descubrir que algo salió mal: comparte la anatomía con el propietario anterior, un judío vegetariano que intentó suicidarse mediante la operación de traspaso porque no podía discernir si Dios existía o no. El buen Sheckley aparece en los diálogos entre los dos inquilinos del mismo cuerpo y en la visita a un bar donde el camarero es un agente literario.

En este período el tono reflexivo está más instalado que en otras épocas. Sus relatos de los '80 en adelante recorren una gama amplia, poco explorada en su ficción previa. Va desde la fábula pastoral de "The Forest in the Asteroid" [2004] hasta diversas incursiones el terror, como las que publicara a comienzos de los '80 en The Twilight Zone Magazine, como "La ciénaga" ["The Swamp", 1981] o "Tres cuentos aleccionadores" ["Three Cautionary Tales", 1981], no completamente logradas, o el cuento más reciente e interesante "The New Horla" [2000]. En los últimos años, además de publicar regularmente en The Magazine of Fantasy & Science Fiction, también llevó adelante una serie de relatos y artículos en BIGnews, publicación que distribuyen y venden los homeless en la zona de Nueva York, al estilo de la porteña Hecho en Buenos Aires. En casi todos los números hay un cuento breve o un artículo de Sheckley, y se pueden encontrar, por ejemplo, una comedia de ciencia ficción (incluso autorreferencial al género) como "Conversation on Mars" [2004]. Parte de sus cuentos más recientes están reunidos en las compilaciones The Robot Who Looked Like Me [1982], Is That What People Do? [1984] y Uncanny Tales [2003]. En 1991 la editorial semiprofesional Pulphouse publicó The Collected Short Fiction of Robert Sheckley, una obra en cinco volúmenes que reúne, a lo largo de 1700 páginas, una selección considerablemente amplia de sus cuentos.


Extrañamente, a pesar de que la carrera de Sheckley se extendió a lo largo de más de medio siglo y centenares de obras, no recibió ningún premio por su ficción en los Estados Unidos. Tal vez esta falta de reconocimiento se deba a la aparente sencillez de sus cuentos y a sus novelas irregulares, cuando no directamente deslucidas. En 2000 la Science Fiction Writers of America quiso enmendar esta injusticia otorgándole el premio al Autor Emérito, pero el efecto fue contrario al deseado. Esta distinción es, en realidad, un reconocimiento menor, un 'Gran Maestro' (el premio mayor de la SFWA) de segundo nivel, que ha sido otorgado a escritores como Katherine MacLean o Charles Harness. Además, el emérito implica una suerte de retiro, y Sheckley en 2000 se encontraba en plena producción. Hubo numerosas voces que se alzaron contra el premio, reclamando que se le concediera el Gran Maestro, requerimiento que tomó fuerza en 2005 cuando algunos aficionados comenzaron a juntar firmas.

Mejor trato recibió Sheckley en los países de Europa del Este, donde desde hace décadas es reconocido como un autor mayor. Invitado frecuentemente a convenciones, estaba en Kiev a mediados de abril de 2005 cuando sufrió graves problemas respiratorios y debió ser internado; Sheckley era un fumador irreductible. La situación se agravó porque, además de los trastornos de salud que lo mantuvieron internado varias semanas, su situación económica no le permitía afrontar los elevados gastos de atención médica. Entonces comenzó una colecta internacional para reunir fondos que incluyó la venta de un cuadernillo con un cuento suyo durante la Semana Negra de Gijón, en España. Por fin, los gastos del tratamiento y del vuelo de regreso los pagó un admirador: el millonario Viktor Pinchuk, yerno del entonces presidente de Ucrania, Leonid Kuchma. Tras pasar por una lenta recuperación, el 20 de noviembre Sheckley fue sometido a una operación de urgencia para eliminar un aneurisma cerebral; veinte días más tarde, el 9 de diciembre, sin haber recuperado la conciencia, murió en el Vassar Brothers Medical Center Poughkeepsie de Nueva York, a los 77 años.


En las últimas tres décadas, la obra de Sheckley se ha ido deslizando hacia una zona de sombras que escapa a la mirada del gran público de la ciencia ficción y que ha terminado por arrastrar allí también a sus mejores obras. Este proceso de eclipse está relacionado tanto con la decaída calidad de sus obras largas como con un cambio en las reglas del mercado: dejó de regir el cuento para tomar la posta la novela. Y, como hemos visto, Sheckley no se destacaba en este campo.


Robert Sheckley con Khristo Poshtakov en Plovdiv, Bulgaria,
cuando se celebraba la EuroCón 2004, en agosto de ese año.

Vale la pena reiterar aquí algunas de las características de los cuentos y de las mejores novelas de Sheckley: son magistrales ejemplos de manejo del ritmo en los cuales el lector ingresa rápidamente en el mundo ficcional. El humor y la ironía tienen cierto tinte ingenuo que ha permitido que parte de la crítica los tildara de superficiales, de ser incapaz de un desmenuzamiento más incisivo de las conductas sociales. Pero en verdad Sheckley suele ser devastador en sus comentarios, pero estos son anunciados ligeramente, sin estridencias.

La categoría de fábula que puede ser aplicada a sus mejores cuentos y novelas está respaldada también por su actitud de eludir la verosimilitud científico/tecnológica que tanto ha lastrado a la ciencia ficción de los '50 y posteriores. Los relatos que detenían su mirada en el funcionamiento de las cosas hoy parecen caricaturescas visiones del futuro mientras que la ficción de autores como Dick, Bester o Sheckley mantiene su vigencia. Pero aunque la mayor parte de su obra es ciencia ficción, no pensaba en sí mismo como un escritor de género: "Ni siquiera puedo alardear de conocer ciencia ficción. Desde luego me doy cuenta de que la escribo. Pero no me propongo escribirla. No me siento y digo: ahora pensaré una idea de ciencia ficción, veamos cuál usaré esta vez, ¿monstruos del espacio o fin del mundo?" 7

Las críticas a los sistemas políticos, a los medios de comunicación, a las corporaciones económicas, son temas recurrentes en su obra, pero también tiene un lado metafísico, una indagación permanente sobre la sustancia de lo que nos rodea, de su razón de ser, expresada a través de cuestionamientos a la consistencia de la realidad, que puede apreciarse en la repetición de la figura del intercambio de cuerpos así como también en el recurso de invertir las apariencias.

La ciencia ficción es un género con una memoria caprichosa, que relega a algunas de sus mejores voces sólo por no cumplir con las reglas de un mercado parasitario, que sólo toma lo que ofrece una ganancia rápida. No es justo que una obra como la de Sheckley, donde se entremezclan la fábula, la ironía y una mirada penetrante sobre la sociedad, está alejada de las marquesinas más luminosas que tiene la ciencia ficción.


Notas:
1
En The Enciclopedia of Science Fiction. Dirigida por John Clute y Peter Nicholls. New York: St. Martin’s Press, 1993. p. 1097.
2 “Robert Sheckley”, por Charles Platt. En: Cuásar 4 (primavera 1984) pág. 115.
3 Idem, pág. 115.
4 Autor que escribe libros firmados por otro.
5 Entrevista abierta realizada durante la 1st International Week of Science & SF en Timisoara, Rumania, en 1999. En: http://www.concatenation.org/interviews/sheckley.html
6 En la misma entrevista.
7 “La busca de lo maravilloso”. En: El Péndulo 2 (segunda época, julio 1981), pág. 55.




Ilustrado por Valeria Uccelli
Fotos de Khristo Poshtakov (Bulgaria)
Axxón 159 - febrero de 2006

 
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