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EL LIBRO DE LAS VOCES / LOS OJOS DE UN DIOS EN CELO

por Daniel Salvo

 

Carlos Gardini
Prólogo de Pablo Capanna
Editorial La Página, 2004
Colección de literatura fantástica y ciencia ficción
Diario Página/12
Argentina

Las novelas comentadas han obtenido el Premio UPC de Ciencia Ficción que otorga la Universidad Politécnica de Catalunya en 1996 y 2001. Es una lástima que eso no haya influido para que ambas obras sean más conocidas en nuestro medio. Y es que estamos ante novelas deslumbrantes, especialmente El libro de las voces. Si fuera menester hacer una comparación con, digamos, autores anglosajones, El libro de las voces tiene la complejidad argumental del Gene Wolfe del Libro del Sol Largo combinada con la agilidad narrativa de Dan Simmons. Todo lo que un lector ideal de ciencia ficción y de literatura en general desea encontrar en una novela, se encuentra aquí.

Andrei Lamar es un singular pescador que posee una barca inteligente. En una incursión de pesca de primadonnas, curiosos seres biomecánicos que ocultan más de un secreto, tiene una revelación, una voz en su mente que le deja un mensaje, del cual destacan tres misteriosas expresiones: Alma Máter, Cónclave, Mundos Apócrifos...

Así se inicia la increíble transformación de Andrei Lamar en el Arcángel, el portavoz de una misteriosa entidad que conoce los verdaderos orígenes de Delfos, el planeta donde transcurre la acción. Lamar dejará su vida de pescador para unirse a la Cáfila, un pueblo que vagabundea por los desiertos y que mantiene el conocimiento del Libro de las Voces, voces similares a las que Lamar continúa oyendo en su mente. Completado su conocimiento, Lamar se transformará en un lider cuasi mesiánico, con la misión de hallar al pueblo de los rapsodas, seres humanos aparentemente deformes que poseen la respuesta del porqué Lamar ha sido contactado por el DIAL, el Dispositivo de Inteligencia Artificial Limitada que orbita Delfos. Descubriremos la asombrosa realidad que se oculta detrás de un mundo que cuenta con edificios y máquinas de origen desconocido, salvo para algunos iniciados, y que se desenvuelve en un primitivismo inexplicable. Andrei Lamar transformará Delfos por completo, al mismo tiempo que entrará en contacto con otros seres, quienes a su vez poseen otro aspecto de la realidad que abarca el destino y finalidad de otros mundos como Delfos. Pero Andrei Lamar también será transformado, y en esta transformación puede estar la clave de una nueva forma de libertad.

Los ojos de un dios en celo nos devuelve a un escenario más cercano a nuestra realidad. En un mundo futuro que parece estar a la vuelta de la esquina, la humanidad se ha dividido en dos: los ricos, educados y tecnológicamente actualizados habitantes de las ciudades, y los pobres, ignorantes, supersticiosos y atrasados nómades que sirven como mano de obra. Éstos últimos son objeto de estudio por los intelectuales de las ciudades, que tienen como norma observar sin mezclarse. Una tribu nómada en particular, el Pueblo Radiante, ha desarrollado una mitología basada en una revelación, según la cual deben buscar una tierra prometida donde asentarse. Pero el líder de esta tribu muere, y es sucedido por su hijo, el joven Ucan, cuya jefatura es muy cuestionada por otros miembros. Las vicisitudes de Ucan son observadas por Mara, una joven investigadora, quien desarrolla una más que evidente simpatía hacia el joven nómada. Sus ideas acerca de la observación científica entrarán en conflicto con sus sentimientos hacia el joven Ucan y su pueblo, cuyas creencias forman parte de un experimento. Mara tomará conciencia de que no es tan conveniente eso de ser considerado un dios... o una diosa. Y menos aún, que se descubra la verdad acerca de la divinidad.

La contraportada del libro nos informa que ambas novelas no han sido editadas previamente en Argentina, lo que constituye una —desagradable— sorpresa. Ya ocurrió antes con Plop, de Rafael Pineda. Parece ser que el futuro cercano de América Latina ya ha sido previsto, precisamente, en esas novelas cuyos pueblos no quieren conocer.


Ilustrado por Valeria Uccelli
Axxón 161 - abril de 2006

 
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