En una de mis expediciones a los sótanos húmedos de oscuras librerías de viejo encontré un mohoso ejemplar del Antiguo Grimorio de Artes Herméticas del esoterista eslobovio del siglo XIX Theofeles de
Plumbeoasinus (también conocido como Bullatus u Om Asum). Y si bien yo estoy en contra de la difusión de la charlatanería, el texto de Plumbeoasinus es lo suficientemente interesante como para ir publicándolo en estas páginas. Espero que los lectores lo disfruten y encuentren en sus textos ejemplos de los absurdos a los que llega el pensamiento mágico. Ritual de Purificación para Iniciarse en las Artes Herméticas En el ocultismo existen tecnicismos secretos que a veces pueden actuar en forma maligna si son realizados por manos ignorantes o mentes que poseen ciertos agregados psíquicos indeseables fijados en forma traumática. El noventa y nueve por ciento de los pensamientos humanos es negativo y perjudicial, por lo que es importante segregar y disolver estos ciertos agregados psíquicos indeseables antes de proseguir. Por eso quien se encuentre en el Camino para Iniciarse en las Artes Herméticas deberá purificarse no ingieriendo ningún alimento de origen animal y realizando el siguiente Ritual: Deberá colocarse el Ocultista de cara al levante, vestido solamente con una ligera túnica de lino blanco. Procederá entonces a disolver toda catexis suelta aspirando vapores de lejia hirviendo en un caldero de bronce que un acólito gentilmente le acercará a las narices (el ocultista no deberá tocar ningún objeto, a riesgo de quedar impurificado para toda la cosecha). Los vapores deberán ser retenidos en el interior del organismo de quien está siendo purificado con el fin que impregnen sus siete chakras y sus nueve kinthas. Una vez que toda catexis suelta ha sido di-suelta, el ocultista se enfrentará con un cliché astral monstruoso, agresivo y repulsivo en su fealdad más allá de todo lo imaginable. De esta manera se asegurará que todos sus intestinos están libres de putrefacción y astrosomas negativos. Tras esto viene la destrucción de la lujuria y la pasión desenfrenada, en la que el ocultista elimina todos sus instintos animales. Para ello uno o más acólitos procederán quemar los genitales del ocultista con teas elaboradas con ramas de palisandro de Birmania que han sido cortadas en el solsticio de invierno y brea vegetal o de biomasa que se obtuvo de la pirólisis de materiales orgánicos impolutos. El ardor y el dolor producidos por el fuego podrán ser calmados con un emplasto de benjuí, incienso y mirra combinado con la piedra Fluorita de la China, la cual brinda la cualidad de favorecer el desarrollo de la Visión Interior y actúa en el Cuerpo Mental que se expresa a través de la "Piel". Con este bálsamo el ocultista se libera de los excesos de energía nerviosa o negativa, equilibrando sus desórdenes psicológicos y estimulando su apatía. Luego de esto viene la destrucción de las ambiciones materiales, en la que el ocultista elimina toda su codicia y su deseo de poseer bienes suntuarios. Para ello deberá extender sus brazos al frente, introduciendo sus manos hasta las muñecas dentro de un receptáculo de madera que dos acólitos le presentan, liberando así una serie de cuchillas y martillos que cercenan las manos del ocultista. Los muñones se cauterizan con las mismas teas de palisandro y brea de la etapa anterior y se aplica el mismo bálsamo para aliviar las heridas. Tras esto, un Gran Maestro procederá a la Apertura del Tercer Ojo del ocultista. Este deberá arrodillarse y su cabeza será sostenida por un fornido acólito. El Gran Maestro, luego de invocar a la Serpiente de Cobre (o Cliché Redentor de lo Astral Medio), utilizará el Terebrum Botularius (o Trépano Gordo) para horadar entre el hueso frontal y el Os nasale y así llegar al centro geométrico del cerebro donde se encuentra la glándula pineal o epífisis. Con el Forceps Terrificus traerá a la superficie el Asiento del Alma y así el ocultista podrá acceder a los Dominios del Pensamiento Astral y ver más allá de lo Físico. Habiéndose realizado estas etapas en la forma y el orden correcto, el ocultista puede estar seguro que su alma está pura y enfocada como para realizar cualquier tecnicismo hermético sin correr riesgos innecesarios. Ritual hore para llamar a los espiritus Este antiquísimo Ritual, previo a los Egipcios y a los Atlantes, le permitirá al ocultista llamar a los Espíritus que moran en el Más Allá. Para ello deberá tomar una vela negra hecha con grasa de cabra tuerta y encenderla por los dos extremos. Con el cebo derretido trazará un pentagrama doble mientras repite la invocación "Tlef’yeht Satsuj d’kool Seugnot Yllems". Luego el ocultista debe introducirse desnudo dentro del pentagrama. Sus acólitos le acercarán un brebaje preparado con ajenjo, sangre de salamandra moteada y extracto de beleño recogido en la noche de San Juan. Tras ingerir esta pócima, el ocultista debe exclamar "Eno’morf eye’na Kculp, Bmud era’hsif, Yadot tac’a Kcik, tac’a Kcik, tac’a Kcik". Los acólitos le acercarán entonces rodajas de pan enmohecido que fueron dejadas durante tres lunas en lugares por donde caminan cucarachas. El ocultista agradecerá a Weescoosa La Que Conoce El Camino. Los acólitos le alcanzarán entonces fetas de bofe de cordero encurtidas en vinagre de manzanas verdes. El ocultista nuevamente agradecerá a Weescoosa y preparará un sandwich con el pan y el fiambre recibidos. Luego de repetir tres veces "Lleh fo Slleps Citsuac / Senob Nekorb Tiperced Deelb ‘na / Nopu Sknio Gnid’uxe Te’a Sey" se comerá la vianda. Si el ritual se ha realizado correctamente, en este momento los espíritus serán llamados. Probablemente no contesten, porque son unos maleducados, pero uno no puede decir que no hizo el intento. |