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El desarrollo de la Ciencia Ficción y la Fantasía en Bulgaria
por Khristo D. Poshtakov

 

El primer libro de ciencia ficción que apareció en Bulgaria fue editado en el 1880. Se trataba de La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne. Veinticinco años después ya había sido editada la mayoría de los libros de este autor, además de los de Herbert G. Wells, Andre Lory, Mora Yokay, Edward Belamy, Jonatan Swift, Paolo Montegazi y otros escritores dedicados al género. Poco más tarde se editaron las obras fantásticas de Jack London y Edgar Allan Poe.

El primer relato de ciencia ficción búlgara fue escrito en 1899 por Ivan Vazov y su título era "El último día del siglo XX". En éste se describe un paseo del rey búlgaro por la ciudad de Sofía (la capital de Bulgaria) que en el futuro llegaría a tener una población "enorme": ¡350.000 habitantes! Sofía, en la ficción, se desarrollaría muchísimo y mostraría edificios imponentes y bellos palacios, calles pavimentadas y hermosos jardines. Las conversaciones de larga distancia desde el palacio real se realizarían mediante el "fonógrafo", los carros se moverían impulsados por máquinas de vapor. En lo único que el autor estuvo acertado fue en predecir el regreso de la monarquía, ya que el partido realista ganó las elecciones en el 2001 y el rey búlgaro Simeón, exiliado en España, adonde había sido expulsado en 1948 (es primo del rey Juan Carlos de España), regresó para ocupar el cargo de jefe del Estado.

La primera novela de ciencia ficción fue escrita por Ilia Iovchev y editada en el año 1900. Su título era Una mirada al progreso actual y futuro con los ojos de los descendientes.      

"Argus" fue la primera editorial no sólo en Bulgaria, sino en el mundo, destinada específicamente a la edición de libros de ciencia ficción y fantasía. Fue fundada en 1922 por los escritores Svetoslav Minkov y Vladimir Polianov. Lamentablemente la editorial no pudo cumplir su objetivo ya que sólo se llegaron a editar dos libros y después quebró. Sin embargo, el hecho de su existencia quedo vigente y marcó el género en el país. Setenta años después, en 1992, se fundo la nueva editorial "Argus", que aún existe en la actualidad.

El desarrollo de la ciencia ficción y fantasía búlgara se puede dividir en tres períodos: de 1899 a 1939, de 1956 a 1989 y de 1989-1990 hasta hoy. En correspondencia con estos tres períodos, los críticos búlgaros consideran que los escritores de ciencia ficción y fantasía del país pueden agruparse en "precursores", "clásicos" y "jóvenes".

Del primer período, que llega hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, se pueden destacar Svetoslav Minkov y Vladimir Polianov, quienes desarrollaron el género "fantasía diabólica" . La ciencia ficción propiamente dicha está representada por Georgui Iliev, autor de dos novelas, y Emil Koralov, que escribió treinta y tres. En este período, el escritor clásico Elin Pelin escribió dos novelas fantásticas destinadas a los niños. Es interesante remarcar que los libros de Minkov y Pelin fueron reeditados con frecuencia hasta el año 2000, y quizás se reeditarán en el futuro, tal vez porque para la fantasía y la fantasía diabólica el tiempo no significa nada.

Gueorgui Iliev y Emil Koralov, cuyos libros de ciencia ficción parecen actualmente bastante naïf y ridículos, en su tiempo tenían muchos lectores y se destacaban por encima de otros escritores de menor o ninguna importancia.


El segundo período comienza al terminar la Segunda Guerra Mundial y llega hasta 1989, al finalizar el régimen comunista establecido por las tropas soviéticas el 9 de septiembre de 1944.

A partir de 1948 se estableció en Bulgaria la nueva "Unión de los escritores". Para ser aceptado en ella era imprescindible hacer gala de ideología marxista y el presidente de la entidad estaba obligado a ser miembro del Comité central del partido comunista búlgaro. Mientras que los que quedaron afuera de la "unión" sólo podían soñar con que se les editara un libro, los afiliados obtenían muchos privilegios, por lo que no existe una relación directa entre la calidad y el número de libros publicados en ese lapso. Esta es la razón principal por la que la mayoría de los libros de distintos géneros que se editaron en este período no tienen mayor trascendencia, con excepción de los de Dimitar Dimov, Anton Donchev, Yordan Radichkov, Pavel Vejinov, y unos pocos más. Estos libros tenían un buen nivel, pero se trata de obras referidas a temas históricos y aunque no han perdido su valor no pertenecen al género.

Después de la muerte de Stalin en 1953, el régimen totalitario en la Unión Soviética aflojó su presión y, a los pocos años, en Bulgaria ocurrió otro tanto. En la Unión Soviética aparecieron los primeros libros de la "nueva" ciencia ficción, resucitada después de un largo silencio, y esos mismos libros se vendieron en las librerías rusas de Bulgaria (en aquel tiempo para cada búlgaro era obligatorio estudiar y saber la lengua rusa y las librerías rusas abundaban en todas las ciudades). Debo que señalar que en cierto momento (hasta 1956) la edición de obras de ciencia ficción estaba prohibida en Bulgaria porque no se la consideraba como una literatura seria y también porque no solía coincidir con los cánones de la ideología marxista. Pero los escritores rusos de ciencia ficción escaparon de esta prohibición, de modo de que comenzaron a escribir libros donde se describían las armas y maquinas soviéticas de alta tecnología capaces de exterminar totalmente al capitalismo, o novelas donde se describía la victoria definitiva del comunismo en Marte u otro planeta, o libros destinados a la difusión de la ideología marxista por toda la Galaxia como sistema universal.

Por lo tanto, debe considerarse casi un milagro que en este período aparecieran libros de ciencia ficción de los escritores rusos Alexander Belyaev e Iván Efremov, que para aquellos tiempos tenían una calidad más que respetable, hasta el punto de que algunos de ellos no han perdido vigencia.

En el 1956 en Bulgaria se editó el primer libro de ciencia ficción búlgara posterior a la Segunda Guerra Mundial, rompiendo un silencio que duró dieciocho años. El autor era Bojidar Bijilov, quien por aquel tiempo tenía una fuerte posición en la "Unión de los escritores". El título del libro era Viaje de un cohete búlgaro a la Luna y el contenido puede considerarse bastante deplorable, ya que presentaba un cruce entre la peor ciencia ficción soviética y una pobre imitación del conocido libro de Julio Verne. Pero no puede ocultarse que esta novela fue el primer pájaro que voló sobre el horizonte de la ciencia ficción búlgara desde la finalización de la Guerra. En 1958 aparecieron El hombre atómico, de Liuben Dilov (secretario de la UE) y La lagartija de los hielos, de Petar Bobev (miembro de la UE). Para su tiempo, estos libros tenían una calidad satisfactoria. Liuben Dilov demostró que era un escritor de ciencia ficción muy fecundo y hasta 2003 escribió veintiocho novelas de ciencia y ficción. Su mérito es que, desde su posición de secretario de la UE, cargo que detentó hasta los años de 80, logró un aflojamiento parcial del control ideológico marxista y de la censura que imperaba en cada una de las editoriales, aunque no pudo eliminarla por completo. Su novela El camino de Ikar se editó en dieciséis países, incluso en Japón. Actualmente —tiene 80 años, está enfermo y dejó de escribir— se lo considera como el patriarca de la ciencia ficción búlgara del Segundo período.

En 1968 el magnifico escritor Pavel Vejinov escribió una novela a caballo entre la ciencia ficción y la fantasía llamada Las mariposas azules, una obra que también adquirió rápidamente la condición de novela clásica del género en Bulgaria. Lo mismo que la obra de Dilov, fue traducida y editada en muchos países, incluso en Francia. Pavel Vejinov escribió después otros cinco libros de ciencia ficción, pero no logró superar al primero. Antes de su muerte se hicieron tres películas basadas en sus obras.

En 1976 se editaron libros de Vesela Liutzkanova, Los cloningos, y Velichka Nastradinova, Mi abuela, la bruja, de respetable calidad, lo que les valió ser traducidos al ruso, polaco y checo. Debe señalarse que estas dos escritoras también ocupaban posiciones importantes dentro de la "UE".

En 1968, la editorial "Mir" soviética comenzó la edición de la serie "Ficción del extranjero", que incluía obras de ciencia ficción de autores de distintos países, en su mayoría de Estados Unidos. En aquellos tiempos el lector aficionado al género se volvió loco por comprar estos libros que se vendían en pequeñas cantidades. No obstante, la ideología comunista dominante en la época no permitía la edición de libros antiutópicos (que podían perjudicar a la ideología marxista) o libros donde se describían modelos de futuro divergentes de la ortodoxia o guerras en el espacio, fantasía y terror. Se editaba preferentemente ciencia ficción "dura y científica". Como un satélite fiel, Bulgaria siguió el nuevo ejemplo ruso y las editoriales búlgaras comenzaron a editar los libros que se adecuaban al perfil ideológico aceptado, como los libros de Isaac Asimov (Yo robot), Artur C. Clarke y Ray Bradbury. Fahrenheit 451 se mostraba como un ejemplo de cuál podía ser el futuro si el capitalismo permanecía como sistema social dominante. Se comenzaron a editar los libros de Stanislaw Lem (Solaris) y de los hermanos Arkadi y Boris Strugatski (Es difícil ser Dios). Los libros de los hermanos Strugatski estaban escritos de un modo muy interesante y parecían liberados de los dogmas y trabas ideológicas o tal vez habían inventado un método para eludirlas. Los aficionados al género en Rusia y Bulgaria ya habían comenzado a traducir libros que habían pasado a través de la "cortina de hierro" y dichos manuscritos se copiaban de una manera primitiva y pasaban de mano a mano. En los años setenta el régimen comunista búlgaro siguió liberalizándose, en un proceso al margen de la rebelión anticomunista de Checoslovaquia en 1968, gracias a lo cual en 1979 apareció "Galáctica", la primera editorial dedicada exclusivamente a la ciencia ficción extranjera. Se comenzó una edición mensual de libros de escritores de Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Japón, Estados Unidos y, por supuesto, de todos países satélites del bloque soviético. Sin embargo, con excepción de Jorge Luis Borges, los escritores de América Latina y España permanecieron desconocidos y el autor de este artículo puede decir que sigue siendo así hasta ahora. Es una lástima que buena parte de los escritores del mundo sigan siendo ignorados por el lector búlgaro. Por estos años, en Bulgaria ya se había establecido la regla: "puedes leer lo que te dejan a leer, pero no puedes escribir de la misma manera". El modo de escribir seguía supeditado a las restricciones del modelo soviético.

Desde el año 1970 las revistas búlgaras "Cosmos", "Ciencia y técnica" y "BTA-Técnica" comenzaron a publicar mensualmente cuentos de ciencia ficción de distintos países; lo mismo sucedió con el periódico técnico semanal "Órbita". En 1973 en las grandes ciudades del país se comenzaron a formar clandestinamente grupos de aficionados al género. En 1976 los agentes de seguridad del Estado observaron que estas agrupaciones constituían un peligro potencial para el sistema establecido, pero en vez de tomar represalias decidieron canalizar el movimiento por vía del "Comité central de los jóvenes comunistas, el COMSOMOL", y ese mismo año en la ciudad de Sofía se estableció el primer club de ciencia y ficción, donde la gente se reunía bajo la vigilancia de uno o varios agentes de seguridad, gracias a lo cual dicho servicio obtenía información acerca de qué se hablaba y qué tipo de discusiones se mantenían.

En 1980 el periódico "Órbita" estableció un concurso anual de cuentos de ciencia ficción a nivel nacional. Los seis premios que se otorgaban eran determinados por un jurado y poco después el mismo jurado comenzó a determinar quienes, entre los jóvenes escritores, merecían ser editados, aunque no fueran miembros de la "Unión de los escritores" . Los escritores noveles<9> comenzaron a buscar relaciones personales con los miembros de dicho jurado y algunos lograron tener éxito, logrando la edición de su primer libro. No sería elegante mencionar a los escritores que integraban ese jurado, pero puedo decir que aunque pretendían conservar la fama y la edición de libros sólo para ellos mismos, fue un paso adelante que un puñado de escritores jóvenes pudieran sobrepasar la barrera y ver publicadas sus obras. De este período se pueden destacar los libros de Agop Melconyan, Petar Kardjilov y Liubomir Nicolov. También se destacan los cuentos de Alexander Karapanchev, quien pudo editar un libro en 2004. Gracias a Dios, el autor de este artículo comenzó a escribir relatos de ciencia ficción en 1986 y de esa forma me ahorré muchas humillaciones, aunque un año después presenté mi primer libro en una editorial gubernamental, donde quedó "dormido" durante tres años... y al final no se publicó porque no cumplía los requisitos ideológicos de aquellos tiempos. Esas reglas doctrinarias ya estaban completamente desgastadas, pero seguían aplicándose con una inercia incomprensible. Lo que sí pude lograr fue la publicación de seis cuentos y un premio nacional recibido de milagro.

Entre los años 1982 y 1990, por vía del Comité central del "COMSOMOL" se crearon algunas revistas dedicadas sólo al género, tales como "FEP" (Fantástica heurística y profética), "Fantástica" (Ficción) y "Fantastichni Istorii" (Historias fantásticas), y al mismo tiempo comenzó una publicación masiva de cuentos de ciencia ficción en las otras revistas y periódicos.

Ivailo Runev, destacado bibliógrafo de la ciencia ficción búlgara, químico de profesión, dedicaba las horas libres después de su trabajo a indagar en la biblioteca central de Sofía con el objeto de descubrir materiales relacionados con el género. Hasta que murió había descubierto 482 nombres de escritores búlgaros de ciencia y ficción, fantasía y terror. Desafortunadamente, tras su muerte la mayoría de ese material se perdió. Lo poco que se conservó le sirvió al bibliógrafo y escritor ruso Evgueni Haritonov como punto de partida para sus investigaciones. Con la ayuda del autor de este artículo y tres o cuatro personas más, completó una bibliografía de la ciencia y ficción, fantasía y terror búlgara para el período 1899-2003 y en el 2004 esta bibliografía fue editada en Bulgaria en idioma ruso por parte de la editorial "Argus" . En la preparación de dicha bibliografía se había tomado la decisión que se iban a publicar sólo los nombres de escritores que tenían más de un cuento publicado en las revistas o en una antología o tuvieran por lo menos un libro, sin contar las publicaciones que aparecían en los periódicos, ya que para nosotros, y para Haritonov, era imposible repetir el trabajo gigantesco que había realizado Runev. De esa forma el número de los escritores búlgaros de ciencia ficción, fantasía y terror para el período 1899-2003 disminuyó a 176.


El tercer período comienza de los años 1989-1990, después de la caída del comunismo en Bulgaria, y sigue hasta el presente. El mismo se caracteriza con la creación de nuevas uniones de escritores, gracias lo cual la vieja y podrida institución perdió su importancia por completo, aunque todavía existe. En la "Unión de los escritores" se reúnen unos pocos viejos para recordar cómo se editaban sus libros con tiradas de 50~000 ejemplares y a nadie le importaba que después se sacaran de las librerías para hacer pulpa de papel o se echaron en la basura porque nadie los compraba. Por entonces lo importante era que el gobierno pagaba y pagaba bien, como se paga a los sirvientes fieles.

En este período aparecieron muchas editoriales privadas y quince de ellas comenzaron a editar obras de ciencia ficción, fantasía y terror. Por primera vez los lectores aficionados al género podían sentirse felices porque en las librerías aparecían mensualmente más de treinta títulos nuevos de ciencia ficción. Las librerías rusas casi desaparecieron y en la ciudad de Sofía sólo quedaron cinco. Ya no era obligatorio estudiar y saber la lengua rusa y la nueva generación comenzó a aprender inglés por propia iniciativa. Se crearon los clubes de fantasía y terror y los libros de este género se pusieron muy de moda en Bulgaria. Por otra parte, si en Bulgaria se editaban de veinte a treinta libros de ciencia ficción y fantasía mensualmente, en Rusia se empezaron a editar más de cien. La competencia entre las editoriales privadas se hizo aguda y en 1995 el mercado de libros dedicados al género quedó saturado, por lo que las tiradas comenzaron a bajar. Los libros de Stephen King comenzaron publicándose en tiradas de 20.000 ejemplares y declinaron hasta llegar a 1500.

Entre los años 1995 y 1996 en Bulgaria hubo una terrible crisis económica. Los salarios llegaron a 20 dólares y las pensiones a 5. La inflación alcanzó índices alarmantes, y como la economía búlgara estaba conectada con la ex economía soviética y no se consiguieron nuevos mercados para la producción industrial, la misma quedó en una situación de total desastre. Casi un millón de jóvenes búlgaros emigraron en Estados Unidos, España, Canadá, Alemania e Inglaterra en busca de mejores condiciones de vida. Estos jóvenes representaban la flor de la inteligencia juvenil y eran al mismo tiempo los principales lectores de ciencia ficción, fantasía y terror. Más de la mitad de la población búlgara comenzó a vivir en la miseria y la tarea principal de cada persona era como conseguir comida para su familia. Durante este período había muy pocas personas que estuvieran en condiciones de pensar en la compra de un libro. En el año 1996 el gobierno de los ex comunistas, ya convertidos en socialistas, cayó a causa de los disturbios que provocó el pueblo movilizado; hubo un período de gobierno provisional y en el año 1997 hubo nuevas elecciones que llevaron al poder a un gobierno democrático que terminó con la inflación y la vida económica poco a poco comenzó a estabilizarse. Sin embargo, a causa de la crisis sufrida por el país habían quebrado todas las revistas de ciencia ficción y más de la mitad de las editoriales dedicadas al género. Debido a la fuerte competencia de la literatura norteamericana, que desde 1990 se editaba con preferencia a la búlgara, la ciencia ficción nacional comenzó a sufrir las consecuencias. El lector joven se había acostumbrado a los autores de los Estados Unidos y los escritores búlgaros tenían que luchar en desventaja y mejorar mucho la calidad de sus obras si deseaban vender su producción, ya que el único parámetro aceptado era la cantidad de libros vendidos en el mercado y eso determinaba la posición del escritor en el mismo. Sólo quedaron tres editoriales, las que defendían heroicamente la ciencia ficción y fantasía búlgaras. Eran "Cuasar" que casi quebró en 2004 (editó ocho libros), "Elf" (editó dieciocho libros) y "Argus" que todavía existe y durante este período editó veintinueve libros de escritores búlgaros. Debe señalarse que su propietario, Emanuel Ikonomov, editó cuatro libros de ciencia ficción y su nombre como escritor puede ser añadido a los surgidos en el período que va de 1989 hasta la fecha.

Hubo otros libros editados, pero en este caso se trata del sistema "pagas por la edición de tu libro y después tratas de venderlo" . De esa forma se editaron libros de mala calidad. En los años 1996-97 se comenzó a editar la revista de ciencia ficción, fantasía y terror "Varkolak" (Fantasma), la que luego cambió su nombre por "Zona-F" y prosiguió su existencia hasta 2003. En 1998 apareció la revista "Fantazy factor" que permaneció en el mercado hasta 2001. Actualmente la única revista dedicada al género que se publica en Bulgaria se llama "Terra fantástica" y se edita con frecuencia variable, que va de tres a seis meses. Existen más de diez periódicos donde se publican cuentos de cf y fantasía y cinco revistas de orientación técnica donde se hace lo mismo.

Queda un tanto ridículo que yo, el autor de este artículo, siendo una persona mayor, me considere como parte de la tercera generación, la de los escritores jóvenes, porque mi primer libro se editó en 1994. Sin embargo, no queda otro remedio que considerarlo así, ya que toda mi obra —otros seis libros— fue publicada a partir de entonces.

Los escritores del tercer período se caracterizan por la falta de restricciones en su manera de escribir. Entre ellos (hay otros) se pueden destacar los siguientes:

Yancho Cholacov es dueño de una magnifica vena fantástica, inventa palabras nuevas y sus obras (dos libros) son casi imposibles de traducir; la joven Yuliana Manova es muy aficionada al terror y tiene un gran potencial (un libro); Ivailo Ivanov se dedica a la ciencia ficción histórica (dos libros); Nicolai Tellalov se dedica a la ciencia ficción nacionalista y patriótica (tres libros), Elena Pavlova trabaja muy bien los personajes (un libro de ciencia ficción y cuatro de fantasía), Plamen Mitrev, quien bajo seudónimos escribe fantasía heroica (catorce libros), y Nina Nenova escribe ciencia ficción dedicada a los contactos con otras civilizaciones (seis libros). En este grupo podría citarse además a Zdravka Evtimova, que tiene en su haber tres novelas y tres libros de relatos publicados, además de ser una excelente traductora. No obstante, ella no es una escritora de ciencia ficción "típica", y sólo una parte de lo que escribe pertenece al género. Plamen Mitrev, Nina Nenova y el autor de este artículo tienen o tendrán libros editados en Rusia en el futuro próximo.



Khristo Poshtakov nació en 1944 en Pavlikeni, Bulgaria. Escribe ciencia ficción desde 1984 y ha publicado más de ciento treinta relatos en diarios y revistas de Bulgaria, incluso en las provincias. Obtuvo el premio Eurocón de 1994 por "Guardia en Titán". Ha publicado además varias colecciones de relatos y tres novelas, una de las cuales, Industria, luz y magia, acaba de ser lanzada en castellano por Bibliópolis. Se lo ha comparado con Robert Sheckley por su inclinación a tratar sus obras de ciencia ficción, fantasía y horror desde la parodia. Sus cuentos se han traducido al ruso, inglés, español, francés, griego, húngaro, serbio y rumano.

Ilustrado por Valeria Uccelli
Axxón 166 - septiembre de 2006

 
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