La ciencia ficción ¿es escribir sobre el futuro y sobre ciencia? y la ficción especulativa, ¿es especulación sobre
cualquier cosa o sobre algunas formas acotadas y establecidas? La fantasía, ¿es algo que no puede ocurrir? El terror,
¿a la fuerza tiene que producir miedo?
¡Qué sé yo!
Se habían asustado, ¿no?
No pienso meterme a dilucidar estas cosas. No hay nada más lindo que un texto inclasificable
y no hay nada más estimulante que recibirlo y publicarlo en una revista que aprecia los
contenidos sin poner acotaciones. Y que luego de que alguien la lea (a esa revista), aunque enuncie géneros y
clasificaciones en su título no sepa bien de qué es que trata.
Yo creo que lo que menos importa es si una obra tiene una etiqueta; la cuestión es que sea buena. Con imaginación.
Con ideas. Que te remueva las neuronas... No hay nada más lindo que LEER ALGO ASÍ y sentirse conmovido, sorprendido,
extasiado, estimulado, inspirado....
Así que, ¿por qué tanta gente se esfuerza y persiste en catalogar, encasillar, separar, y, en consecuencia, aglutinar algunas cosas
para excluir otras?
A mí no me pregunten.
Veamos una clasificación que presenta la escritora Margaret Atwood con respecto a las ficciones que caben dentro de
la ciencia ficción:
- Pueden explorar las consecuencias de tecnologías nuevas, mostrándolas en pleno funcionamiento. Siempre hemos sido buenos para soltar gatos encerrados y sacar genios de sus botellas, sólo que no hemos sido muy buenos para volver a meterlos adentro. Estas historias, en sus expresiones más oscuras, son todas versiones de El aprendiz de brujo: el aprendiz descubre cómo hacer que el molinillo de sal mágico produzca sal, pero no puede apagarlo.
- Pueden explorar los límites de lo que significa ser humano, llegando lo más lejos posible.
- Pueden explorar la relación del hombre con el universo, una exploración que a menudo nos lleva en la dirección de la religión y que puede fusionarse con facilidad con la mitología, una exploración que puede ocurrir dentro de las convenciones del realismo sólo a través de conversaciones y soliloquios.
- Pueden explorar los cambios en la organización social, mostrándonos cómo sería realmente vivir según dichas propuestas. He ahí la utopía y la distopía, que nos han probado una y otra vez que tenemos mejores ideas para hacer la vida un infierno que para convertirla en un paraíso. Piensen en la historia del siglo XX, en la que un par de sociedades se arriesgaron por una utopía y terminaron viviendo el infierno.
- Pueden explorar los reinos de la imaginación llevándonos valientemente a donde ningún hombre ha ido antes. He ahí la nave especial del divertidísimo film
Viaje fantástico, en el que Raquel Welch era miniaturizada e inyectada en el torrente sanguíneo a bordo de un submarino.
No sé. ¿Pensará la autora que son perfectamente válidas y las únicas posibles?
Quizás alguien espera un análisis. Con toda sinceridad, no me dan ganas de estudiar la lista y buscar excepciones. O encontrar las excluidas y las faltantes.
Sería como caer en una trampa.
La verdad, prefiero que me sorprenda un autor al mandarme algo inclasificable. Creo fervorosamente que desclasificarse y desprenderse de las rigideces será siempre un gran triunfo para él.
Y para mí.
Y para los lectores.
Eduardo J. Carletti, 7 de enero de 2008
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