Una vez más (y es costumbre) voy a presentar un tema que sonará conocido aquí:
¿Es cierto que la ciencia ficción está muerta, ya no tiene futuro, está agotada, la realidad la
supera?
Tengo que decir algo con toda sinceridad: no tengo una respuesta definida,
creo que es de esas cosas que, de tan complejas que son, es difícil (si no imposible)
establecer algo firme sobre ellas.
En principio, no es raro encontrar la afirmación —quizás la hallemos en el mismo análisis que
dice que la ciencia ficción ha agotado sus temas, o que está muriendo, o que ya
ha fenecido— que declara con firmeza que la ciencia ficción no se puede definir.
Entonces, ¿podemos dar diagnósticos estrictos sobre una cosa difusa, indefinida, que se nos
escapa de las manos como un puñado de niebla?
Lo que digo hoy tiene su conexión, creo, con lo que decía en el Editorial
anterior: la ciencia ficción no cumple estrictamente una función predictiva,
pero al mismo tiempo hay muchas obras que están en esa línea. Y la ciencia
ficción no tiene por qué tratar sobre ciencia estricta, aunque si uno se da cuenta de que es
así puede parecerle que no es ciencia ficción. La ciencia ficción tiene fuertes
elementos especulativos, pero hay obras maestras en las que no se especula
nada. La ciencia ficción habla de ciencia, pero también, muchas veces, la ciencia
ficción no necesita tener ciencia para ser estupenda, impactante y memorable.
Entonces, ¿qué es la ciencia ficción? ¿Qué es aquello que ha agotado sus temas
y se ve avasallado por la realidad? ¿De qué estamos hablando cuando decimos
que esto o aquello —a lo que llamábamos ciencia ficción, y adorábamos—
ha cambiado, se ha derrumbado o ya no existe?
Yo diría que cada uno habla de cosas distintas.
Y me atrevería a agregar que esas cosas, las que cada uno de nosotros tenemos
en mente, pueden estar bien vivas. Y mientras estén vivas en algún lugar y de alguna manera,
nadie puede darles un responso ni enterrarlas...
Que así sea, amigos... y larga vida a los muertos.
Eduardo J. Carletti, 4 de febrero de 2008
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