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Por Silvia Angiola |
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos
Dirección:
Michel Gondry
País:
EEUU
Año: 2004
Duración: 108 minutos
Género
Drama, ciencia-ficción
Intérpretes
Jim Carrey, Kate Winslet, Elijah Wood, Kirsten Dunst, Tom Wilkinson, Mark Ruffalo
Guión
Charlie Kaufman, Michel Gondry, Pierre Bismuth
Producción
Georges Bermann, David L. Bushell, Charlie Kaufman, Glenn Williamson
Estreno en cines
8 de julio de 2004
Apasionadamente melancólica. Dolorosamente optimista. Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos es una comedia romántica tan peculiar que se podría definir con palabras de sentido casi antagónico. Porque ¿quién está dispuesto a afrontar lo que viene a continuación del "y comieron perdices"? Nadie escucharía el cuento sabiendo que, años después del beso mágico, Blancanieves vuelve a la casa de los enanos con una valijita y hecha un mar de lágrimas.
No está del todo claro a quién atribuirle el talante agridulce del film. Charlie Kaufman escribió el guión sobre una historia que imaginó el director Michel Gondry, que a su vez escuchó la idea del artista conceptual Pierre Bismuth. Bismuth, cuyos videos han parodiado muchas veces los productos de Hollywood, formuló la pregunta que suele disparar buenas tramas de ciencia-ficción: "qué pasaría si...". ¿Qué pasaría si recibieras una tarjeta que dice que alguien muy importante en tu vida te borró para siempre de su memoria? Kaufman se desentendió de la arista dura del género, la especulación tecnológica, para concentrarse en la fragilidad de las relaciones humanas en un mundo desquiciado.
Día de San Valentín del año 2004: Joel Barish (Jim Carrey) se encuentra con Clementine Kruczynski (Kate Winslet) en una playa congelada de Long Island. Hay interés mutuo, descubrimiento, seducción: una esperanza lista para estrenar. Algunos días después los amantes tendrán la oportunidad de escuchar, grabado de sus propios labios, cuánto van a llegar a odiarse en el futuro. Ellos no lo saben, el espectador tampoco, pero ese encuentro en la playa es la última vuelta de tuerca de una historia de amor repetida. Joel y Clementine pasaron por Lacuna Inc., la compañía del Dr. Mierzwiak (Tom Wilkinson) que garantiza a sus clientes "una vida nueva" después de borrarles de la mente cualquier experiencia traumática.
Celoso, desesperado y herido, cuando se entera que Clementine lo ha expulsado de su existencia de una forma tan categórica, Joel se dirige a Lacuna dispuesto a pagarle con la misma moneda. El Dr. Mierzwiak lo deja en manos de sus ayudantes, Stan (Mark Ruffalo) y Patrick (Elijah Wood), dos sujetos lo suficientemente torpes e irresponsables como para presumir que todo va a salir mal. Narcotizado y conectado a la máquina, el ex amante se arrepiente en cuanto ve volar los primeros recuerdos. Para preservar a Clementine, se lanza a la fuga por el interior de su mente con la imagen de ella de la mano. Gracias a su presencia "virtual" durante el borrado, Joel crea nuevas memorias que puede revisitar más adelante, para desesperación de los operadores que intentan darle caza. Las escenas del pasado, que ayudan a reconstruir la historia de la pareja de atrás hacia adelante, se desvanecen puntualmente cuando la ola de amnesia las alcanza, todo dentro de la atmósfera surrealista de un sueño del que Joel no se puede librar.
El tema del film, con el mundo del protagonista derrumbándose a su alrededor, era la excusa óptima para habilitar un interminable desfile de efectos especiales. Gondry prefirió elementos simples, evocativos pero igualmente eficaces: cortes de plano, luces que se apagan, objetos que desaparecen o que se transforman en otros. En algunos pasajes de la travesía de Joel la gente ya no tiene cara, uno de los primeros detalles que olvidamos de los demás. Rehuyendo la narración convencional, la mayor parte de la película está formada por fragmentos que se conectan laxamente entre sí y que responden a una sola lógica: la asociación de pensamientos del protagonista.
Una técnica como la utilizada en Lacuna entraña cuestiones filosóficas y morales que exceden largamente la anécdota romántica. Para algunas corrientes de pensamiento uno es lo que recuerda: la identidad de una persona se edifica sobre la estructura indemne
de la memoria. Necesitamos recuerdos garantizados para estar seguros de quiénes somos. Por otro lado, la evocación constante de una situación traumática puede mutilar el espíritu de una persona hasta el punto de impedirle llevar una existencia significativa.
Charlie Kaufman y Michel Gondry se ocupan de dejar su posición implícita en la película.
El procedimiento de Lacuna Inc. dista mucho de ser perfecto. Las políticas de discrecionalidad de la compañía son muy fáciles de violar: Joel averigua inmediatamente por qué Clementine ya no lo reconoce. Como si se tratara del comercio más ordinario, la operación está en manos de dos empleados indiferentes, licenciosos y con un grado de competencia mínimo. Y los clientes de Lacuna se vuelven adictos, obsesionados por la necesidad de librarse lo antes posible de cualquier tipo de malestar.
Pero la sensación de rechazo que produce la tecnología del Dr. Mierzwiak no surge ni de sus fallos intrínsecos, ni de su utilización abusiva ni de la negligencia con la que es implementada. Los personajes que se someten a ella, como Clementine y Joel, son inseguros y autodestructivos, y su demanda de acabar velozmente con el dolor sólo logra desequilibrados más. El trastorno causado por la extirpación de los recuerdos va más allá de lo orgánico: es la privación de una experiencia y, por lo tanto, de la posibilidad de elegir libremente. En esta película borrar la memoria no es sinónimo de empezar una nueva vida sino de repetir indefinidamente los errores del pasado.
La mayoría de los espectadores entenderá la reconciliación final de Joel y Clementine como un hecho positivo. Sin embargo, se trata de un happy end con reservas: el nacimiento del romance no tiene el mismo sabor después de haber visto hasta qué punto puede ser destructiva la evolución de la pareja.
En Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos la anécdota tecnológica deriva en una reflexión sufrida y esperanzadora sobre el amor, capaz de sobrevivir a todo, incluso a la peor catástrofe cerebral, para convertirse en una trampa en la que caemos gustosos una y otra vez.