Cotorrita de organito |
Todos queremos a las cotorritas de organillero. O, más bien, casi todos.
La cotorrita de organito (Miyopsitta monachus), también llamada cata común, catita, cotorra común o cotorra de pecho gris, es originaria de la Argentina, y tiene predilección por las semillas de plantas como el cardo, el sorgo, el maíz y el arroz. También se alimenta de bichos canastos (la larva de una mariposa llamada Oiketicus kirbyi), que solía habitar en los bosques de palma. Lógicamente, la cotorra de organito se aposentaba en los palmares y depredaba a los bichos canastos.
M. Monachus en el mundo. En rojo, sus conquistas de ultramar |
La población de las cotorras ha comenzado a crecer exponencialmente en esas zonas debido a la ausencia de depredadores. Las simpáticas y destructivas cotorritas han creído llegar al cielo: en la mayoría de las regiones nombradas no hay a diferencia de nuestro territorio rapaces diurnas ni comadrejas coloradas, los dos únicos depredadores de la cotorra que, por lo mismo, mantenían bajo control a su población. Para colmo, la monachus es enormemente prolífica: pone de 5 a 8 huevos que eclosionan en solo 26 días, lo que da una idea de la clase de problema a que se enfrentan los campesinos en las zonas colonizadas por esta ave.
Pero no termina aquí el problema: en los años 60, los traficantes de aves exóticas descubrieron que había un mercado potencial en la venta de cotorritas de organito, y comenzaron a capturarlas con redes (un hecho que no parece afectar la demografía de una especie que se reproduce tan bien), y a exportarlas. A exportarlas a España, protagonista principal del siguiente paso del drama cotorril.
A fines de los 60 comenzaron a ingresar a la Península las primeras cotorritas, que se vendieron como mascotas.
Las "zonas calientes" de España |
Las primeras denuncias de cotorras en libertad en España datan de 1975, pero poco se pudo hacer para intentar controlarlas. En su propio país de origen las cotorritas ya habían sido declaradas, en 1983, "especie dañina y perjudicial" (a pesar de sus depredadores). Puede imaginarse el amable lector lo que sucedería donde no los hay.
Es 2002, los temibles animalitos descubrieron los tomates del Baix Llobregat y terminaron con la cosecha catalana de ese año en forma total. Al año siguiente había 2.200 ejemplares sólo en Cataluña, y unos 3.500 en el resto del país.
En 2006 la Argentina prohibió la exportación de cotorras, porque, como expresa el Jefe de Fauna Silvestre Marcelo Silva Crome, "No estaba bien mandar al exterior una especie con tan grande poder de copamiento".
Hoy en día, a mediados de 2008, la Generalitat de Catalunya ha autorizado la caza libre de monachus, pues se enfrenta a la amenaza de que la región deje de ser productora de tomates gracias al espantoso depredador de sus cultivos. Las cotorras argentinas son ahora, en las plazas y parques catalanes, tan comunes como las palomas.
Las hormigas, como se sabe, emprenden con frecuencia horribles guerras entre especies. Son guerras a muerte, que sólo culminan con el exterminio del último ejemplar de la especie rival y la completa destrucción de su hormiguero. Y no sólo luchan contra hormigas de distinta especie, sino que dos hormigueros diferentes de una misma especie se consideran algo así como "naciones hostiles", y también se atacan con indecible crueldad.
Todas las especies hacen esto... excepto una.
La tristemente célebre hormiga argentina Linepithema humile, el pavoroso invasor que aterra al planeta, no lucha con sus congéneres. Cuando una exploradora humile descubre otro hormiguero humile, notifica a su propia colonia, y ambas comunidades extienden sus túneles, se interconectan, y forman una colonia doble con dos reinas, el doble de habitantes y el doble de productividad.
Linepithema humile
Esto se debe a la sorprendente uniformidad del genoma de la hormiga argentina. Las diferentes especies se matan entre sí porque sus cuerpos huelen de manera diferente, y mediante este mecanismo se reconocen como distintas y rivales. En las demás especies, incluso dos hormigueros de la misma especie tienen aromas ligeramente distintos, y esto las lleva a aniquilarse mutuamente. Estos aromas dependen de diferencias en el código genético.
Pero todas las humilis tienen el mismo genoma, por lo que cada hormiga argentina del mundo cree que cualquier otra congénere es miembro de su propio hormiguero. Esto las ha llevado a un grado de colaboración nunca visto en el mundo hormiguil, provocando los problemas que veremos a continuación.
|
Pero no queda ahí el asunto: si uno desembarca en cualquier islote deshabitado del Pacífico Sur, a miles de kilómetros de cualquier otra tierra emergida, encontrará allí hormigas argentinas, porque sus reinas se lanzan a la conquista en medio del mar, aferradas a cualquier palito o residuo flotante. Han conquistado media Europa, y ahora aguardan pacientemente a que las condiciones se vuelvan ideales para conquistar el mundo y destruir a cualquier otra especie de hormiga existente.
Alguien podría pensar: "¿Y cuál es el problema de que se extingan un montón de especies de hormigas extranjeras?". No hay un problema, sino muchos.
Pesadilla americana: Linepithema humile
Primero y principal: la extinción de las especies de hormigas europeas arrastrará a la inexistencia a un número imposible de determinar de arañas, pájaros y reptiles que son depredadores especializados en devorar a miembros de esas especies. Este horrendo hecho ya se está verificando en España.
En segundo lugar, las hormigas llevan a sus hormigueros semillas de diferentes plantas (siempre las mismas para cada especie), que dependen de esas hormigas para dispersarse. Por lo tanto, luego de terminar con los depredadores, el avance de la hormiga argentina acabará también con numerosas especies vegetales mediante el expeditivo método de dejarlas sin un factor esencial de su ciclo reproductivo: las hormigas indígenas. Muchas de ellas, además, polinizaban a otras especies de planta, las cuales también están ya condenadas.
Dos víctimas recientes de la hormiga argentina: Australia y Nueva Zelanda
Por último, Linepithema humile protege enconadamente a varias especies de insectos, predominantemente los áfidos y los cocoideos, impidiendo con increíble terquedad que se los mate. De hecho, humile directamente "cría" como ganado a estos insectos, ordeñándolos diariamente para sacarles un líquido dulce que segregan.
El problema es que tanto áfidos como cocoideos son brutales parásitos exterminadores de plantas, a las que devoran las hojas o succionan su savia hasta matarlas. Como ahora hay tantos miles de millones de hormigas argentinas, las poblaciones de parásitos aumentan exponencialmente, y sus plantas víctimas se enfrentan a su vez a la extinción. En los próximos años, muchas especies de jardín, forestales y cultivos estarán en graves problemas, y no parece que se pueda hacer nada al respecto: rosales, cítricos y muchas plantas de interior serán víctimas de los parásitos cuidados tan tiernamente por las hormigas argentinas.
Volante de advertencia sobre la existencia de hormigas argentinas... ¡En Hawaii!
La sucesión de desastres de este tipo, como es dable suponer, continúa y continúa. Mientras escribimos este texto, los Estados Unidos se encuentran bajo el furibundo ataque de una mariposa nocturna china.
Existe una versión norteamericana de similares características, Lymantria dispar, que ya ha causado y sigue causando significativos problemas a lo largo y lo ancho de Norteamérica. Es que las orugas de L. Dispar sus larvas son abominables destructoras de árboles. Unos pocos miles de ejemplares son perfectamente capaces de desfoliar (y por lo tanto matar) bosques enteros en su ambiente natural.
Oruga de Lymantria dispar, la gran conquistadora
Pero el género no es nativo de Norteamérica, sino de Europa. A partir de allí, todo fue caos: esta mariposa es generalista (es decir, no se especializa en devorar a un árbol en particular), y puede depredar sin problema ni remordimiento a más de 500 especies diferentes, la mayoría de ellas de enorme importancia económica (forestal, frutal, etc.).
Durante el golpe de estado acaecido en Francia en 1852, muchos franceses consideraron que sus vidas corrían peligro y huyeron a América. Entre ellos estaba Etienne Leopold Trouvelot, nacido en Aisne en 1827. Trouvelot se aposentó en Medford, Massachusetts, un suburbio bostoniano de clase obrera. Se ganaba la vida como pintor de retratos, pero era, además, entomólogo aficionado. En los ratos libres, el artista galo vagaba por los bosques, interesado en identificar especies norteamericanas de gusanos de seda con la esperanza de aplicar estos conocimientos a la industria textil.
El que tuvo la culpa: Trouvelot
A fines de la década de 1860, y por razones que se desconocen, Trouvelot regresó de un viaje a Francia con cierta cantidad de huevos de la variedad europea de L. Dispar en su equipaje, y aparentemente se dedicó a criarlas en los árboles que había al fondo de su propiedad. Los motivos que pueden haber impulsado a este hombre a criar con dedicación una vulgar mariposa nocturna nos son, también, inasequibles.
Como era de esperar, algunas de las larvas se le escaparon. Consciente de haber cometido un error potencialmente fatal, Trouvelot denunció el hecho a la sociedad entomológica local, pero nadie se preocupó por ello.
Preparada para atacar
Pronto, los árboles del barrio de Trouvelot comenzaron a desaparecer, cayendo uno tras otros bajo las voraces embestidas de las larvas de dispar. Al poco tiempo, todos los árboles de Boston mostraban señales de infestación, y el problema había alcanzado una gravedad tal, que el Departamento de Agricultura de Massachusetts decidió iniciar una agresiva campaña de erradicación. La misma incluyó desde la remoción manual de los huevos hasta el incendio de los bosques afectados, pasando por la aplicación de los más efectivos insecticidas de la época. A pesar del dispendio de esfuerzos y dinero, la iniciativa no tuvo éxito. La mariposa siguió conquistando nuevos territorios y, a principios de 1900, la campaña fue abandonada.
Incendiando los campos infestados
Hoy en día, la humilde pero aterradora mariposita americana provoca devastación y caos en las industrias forestales y frutales de 20 estados norteamericanos y todo el sudeste de Canadá.
"¡Maldito Trouvelot...!"
¿Es esto lo suficientemente malo? Puede ser, pero será peor aún. Existe una variedad aún más voraz, la dispar asiática, originaria del sur de China. Y sucede que existen, desde principios de los ´90, repetidos y alarmantes reportes que dan cuenta de que la raza asiática está uniendo esfuerzos con su par yanquieuropea para destruir los bosques de los estados sureños y occidentales. Así, es frecuente capturar dispar asiáticas en las forestas de Idaho, Washington, California, Texas y Oregon. No sólo eso: las mariposas chinas se están reproduciendo con las europeas. Lo sabemos porque se están capturando hembras híbridas en lugares tan dispares como Lituania, Alemania, Grecia, Croacia, Portugal, Polonia y Francia.
Apariencia engañosamente inofensiva
El problema es que las hembras europeas y norteamericanas no pueden volar por faltarles los músculos necesarios para ellos, y de este modo su dispersión se ve seriamente limitada. Pero las hembras chinas sí vuelan, y las hembras híbridas también, además de su superior agresividad contra los árboles.
El gobierno y los agricultores de todo el mundo están preocupadísimos: si las hembras chinas consiguen conquistar los Estados Unidos, todos los bosques de ese país estarán perdidos.
Lamentablemente, se han descubierto masas de huevos de la subespecie asiática en las bodegas de muchos de los 10.000 contenedores y 100 buques mercantes provenientes de China que atracan diariamente sólo en el puerto de Los Angeles, demostrando de este modo que el hallazgo de hembras chinas en nuestro continente no era en modo alguno una ficción.
En estado de histeria masiva, los norteamericanos acaban de firmar un acuerdo con el gobierno chino que permite a biólogos estadounidenses revisar los bosques cercanos a los puertos de embarque chinos en busca de huevos, larvas o ejemplares adultos de la mariposa china.
L. Dispar
Pero la erradicación de la dichosa mariposa es una empresa con pocas esperanzas.
El Servicio Forestal de EEUU, que encuentra suficientes problemas gracias al bueno de Trouvelot con su propia subespecie como para enfrentarse además con la importada, reconoce que el rociado de cientos de miles de hectáreas con insecticidas sólo ha reducido la velocidad de propagación de la mariposa, pero que no ha sido capaz de detenerla.
Los puertos norteamericanos fueron usados como cabeza de playa en dos desembarcos de la variedad china, pero los expertos consiguieron exterminarlas antes de que se escaparan. Pero, en 2007, miles de masas de huevos fueron descubiertas en buques en arribo. La ley norteamericana autoriza ahora a la Aduana norteamericana a interceptar los barcos sospechosos y destruir huevos o larvas antes de que se les permita desembarcar la carga.
Mike Simon, experto en plagas del Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales, declara abiertamente: "Los estados costeros occidentales están directamente aterrorizados. La invasión conjunta de las dos variedades será devastadora para sus bosques, tanto forestales como recreativos". Esto se debe a que la costa oeste norteamericana salvo algunos brotes esporádicos está libre de mariposas dispar. Las razas chinas, libres de la competencia de la subespecie autóctona, pueden prosperar allí sin despeinarse.
La fatídica mariposa nocturna colonizaba los Estados Unidos, en 1980, a una velocidad de 20 kilómetros por año. Esta velocidad es hoy muchísimo mayor.
Animación de la propagación de la mariposa
El especialista en agricultura Vic Mastro expresa que se han dispersado más de 350.000 trampas para atrapar machos en todo el occidente estadounidense. Las trampas están cargadas con feromonas sexuales femeninas, lo que los deja con una ingente cosecha de machos años tras año. Sin embargo, siempre les queda la duda de si habrá hembras voladoras en el área. Si esto es así, entonces la variedad asiática ya ha hecho pie en suelo americano. El acuerdo con China obliga al gigante asiático a rodear con trampas semejantes sus puertos de embarque.
Tenemos, pues, tres invasiones transcontinentales (que amenazan convertirse en mundiales) de especies nativas de un sitio que han salido a ver el ancho mundo por culpa del hombre. Hay muchas más, algunas tan graves como éstas.
La moraleja es que, si nosotros no cobramos conciencia de la fragilidad de las redes ecológicas y del daño que puede hacer la introducción de especies exóticas, es posible que la supervivencia de listas enteras de especies indígenas no tenga destino otro que la extinción inmediata y masiva.
Deberemos cambiar nuestras leyes de exportación, nuestras políticas comerciales y nuestros sistemas de control para hacerlos más eficientes y tratar de evitar, en tanto se pueda, este tipo de incidentes que, casi incontrolables hoy en día, se pudieron haber evitado desde el vamos con un poco de inteligencia y de sentido común.