Revista Axxón » «ENTREVISTA A YOSS», por Ricardo Germán Giorno - página principal

¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 

ARGENTINA

 


¿Yoss, el Guerrero?

 

Axxón: ¿Por qué Yoss?

Yoss: Es una de las preguntas favoritas de los entrevistadores… y una historia interesante también. Más o menos en el 80 o el 81, cuando apenas tenía once años, en la Escuela Secundaria (no diré cuál) tuve una profesora de Educación Física (cuyo nombre asimismo me reservo), con un defecto en el paladar que repercutía en su habla. Mi nombre es José Miguel, pero cuando ella me llamaba sonaba más o menos como «Yoss» y mis amigos y compañeros de curso comenzaron a decirme así. Y te digo sonaba, porque en honor a la verdad, no empecé a escribirlo de ninguna manera hasta el 86, cuando tuve necesidad de enviar un cuento con seudónimo al concurso de textos breves de ciencia ficción de la revista cubana Juventud Técnica, y empleé precisamente ése. Hasta aquel momento, podía haber sido Josh, Jozz o qué se yo. Pero, casualmente, unos meses antes había escrito un relato fantástico uno de cuyos protagonistas, evidente alter ego mío, se llamaba precisamente Yoss… por lo que usé esa misma grafía.

Una anécdota curiosa: en el 89, cuando iba a publicar mi primer libro de cuentos de ciencia ficción, su editor José «Pepe» Rodríguez Feo, antiguo mecenas de José Lezama Lima y Virgilio Piñeira y por ello toda una institución de las letras nacionales, refunfuñó enérgicamente contra mi seudónimo que le parecía extranjerizante y gratuitamente extravagante (¡cuántos adjetivos y adverbios trepidantes para sólo cuatro letras ¿no?), así que ese volumen, Timshel, apareció bajo mi nombre completo. Y aconteció que a las pocas semanas visita mi casa un amigo muy furioso, blandiendo el libro y diciendo que él y otros más iban a romperle las piernas en cuanto lo encontraran al José Miguel ese tan descarado, porque esos cuentos él sabía que eran míos.

Ya yo entonces, desde hacía años, era Yoss y sólo Yoss para todos, así que tuve que explicarle que José Miguel era mi nombre «verdadero». Pero la lección del incidente fue clara: desde entonces, nunca he dejado que me publiquen más sino como Yoss. De hecho, José Miguel ya apenas si me llama mi madre y sólo algunas veces…

Axxón: Ya que estamos, y nombraste un editor de peso, ¿cuál sería el límite ante el «avance» de un editor? ¿Depende del estado en que se encuentre nuestra carrera como escritores?

Yoss: Buena pregunta. Supongo que la mejor respuesta sería que todo límite es una cuestión de principios… con la coda agregada de que uno no debe dejar que malos principios lo lleven a peores finales. Varía mucho, por supuesto, la extensión de esa tierra de nadie en la que un editor deja de corregirnos para empezar a censurarnos… o a escribir por nosotros. Lo que puede ser incluso mejor: ¿no se dice, por ejemplo, que J. W. Campbell desde su trono en Astounding escribió por mano de Asimov y otros escritores de su tiempo lo mejor de su obra, y que personalmente no pasó de algunos cuentos de space-opera no tan brillantes? También está el célebre refrán italiano de traduttore, tradittore… y a veces un buen editor traduce lo que queremos escribir del galimatías que hemos escrito. No sé, es una pregunta difícil y con muchas respuestas. En general, es relativo: depende del momento, del editor, de cuánto paga, de si eres o no conocido, de si tu ego es tan grande que no puedes aceptar que te enmienden ni una coma…

Axxón: ¿Tenés un círculo de gente amiga que te lea tus trabajos, previo a la publicación?

Yoss: Lo tengo, por supuesto. Amigos del fandom, algunos son también escritores, otros que no viven en Cuba y a los que envío mis textos por e-mail… los miembros del Taller Literario Espacio Abierto, a cuyas filas pertenezco desde el 2009, aunque ellos pueden darme sus consejos y opiniones sólo en lo que respecta a cuentos cortos, porque lo que son novelas y relatos, lo que más escribo… es obvio que, por razones de extensión, no pueden leerse enteros en público. Además, debo agradecer a mis novias el ser siempre público de primera mano, por así decirlo… sobre todo si viven conmigo y además les gusta la ciencia ficción. Que no es lo más frecuente: a diferencia de algunos escritores que escriben para tener novias (conozco muchos casos) estadísticamente lo normal es que las mías me acepten a pesar de que escriba, y no precisamente porque lo haga…

Axxón: Bueno, ésta me la dejaste picando en el área: Vos hablás en plural constantemente. «Mis novias», decís. ¿Más de una a la vez?

Yoss: Para serte sincero, alguna vez ha ocurrido. No soy un mujeriego compulsivo, pero tampoco de esos monógamos ortodoxos que consideran la promiscuidad pecado digno del infierno y tienen a la fidelidad (ni mía hacia ellas ni de ellas hacia mí) en un altar: la constancia hará la fuerza, como dice el refrán… pero es la variedad la que hace la inteligencia. Por si fuera poco, no soy celoso, y no resisto a las mujeres celosas… dos características bastante raras, lo sé, y que además me han estropeado numerosas relaciones, porque la mayoría de los seres humanos parece pensar que si no celas no quieres.

Pero calcula: no fumo, no bebo alcohol ni café, no consumo drogas (como no cuente el helado, los coffee cakes y el refresco negro… ya sea Pepsi, Coca o lo que sea Cola, menos Inka Cola, con perdón de los peruanos), hago deporte regularmente, trato de no decir mentiras y ayudar al prójimo… o sea que si no tuviera algún que otro vicio quizás me canonizarían en vida ¿qué crees? Pues como no me interesa poner el San delante de Yoss, prudentemente he elegido tres vicios: mujeres… mujeres y mujeres. Y no lo escondo ni me avergüenzo de ello. Creo que no le hago daño a nadie, ¿no? Ninguna mujer ha sido dañada durante el proceso de responder esta entrevista y todo eso…

Aunque cuando digo «mis novias», y lamento decepcionarte si ya te imaginabas mi vida como la de una especie de sultán-con-su-harén que cuando no está tecleando se la pasa en la cama, bien acompañado, ese plural es más bien una manera de referirme a todas las que han estado a mi lado desde aquel lejano 1984 en que comencé a escribir. Que han sido muchas, y todas sabiendo lo importante que es la literatura en general y la ciencia ficción en particular para mí. Así que aunque pocas han compartido mi afición por el género, al menos la han respetado… o simplemente no han durado mucho en la condición de parejas. No me avergüenzo de escribir y leer, es una parte inseparable de mi vida, y si la mujer más bella del mundo me advierte que para estar con ella tengo que buscarme un empleo serio y no vivir a salto de mata, de derecho de autor en derecho de autor… pues que se vaya con toda su seductora belleza a buscarse un empleado de banco. No me dejo sobornar ni con sexo.

Ah, supongo que te preguntarás qué pasa, y si alguna no se molesta porque me refiero a sus predecesoras. Ocurre… ocasionalmente. Pero no es asunto mío; peor para ella, pobrecita, y al carajo si sueno misógino o egocéntrico. Es que si los celos son estúpidos en general, los retroactivos son los más estúpidos de todos. No entiendo a esas personas que cuando llegan a la vida de alguien quieren borrar todo su pasado como si con ello pudieran convertirse en dueñas de su futuro. Nadie posee a nadie. Las personas no son muebles. Sean mujeres u hombres, los que celan de relaciones anteriores me parece que sólo demuestran una terrible inseguridad. Yo convivo tranquilamente con los ex de mis novias, y algunas tienen hijos con ellos, así que tienen que verlos regularmente. También a menudo me hago amigo de los novios que tienen después de mí. ¿Por qué no iba a hacerlo? ¿Orgullo machista al estilo de «no quiero saber que eres de nadie después de ser mía»? Tonterías: alguien a quien aprecié lo bastante como para compartir mi vida por unos meses o unos años no puede dejar automáticamente de ser amiga mía por el hecho de que ya no comparta mi cama ¿no? Por suerte, termino la aplastante mayoría de mis relaciones en buenos términos. Y tengo muchas amigas, en consecuencia.

Ah, dato curioso: si, como me advertías en un mensaje, ese «me la dejaste picando en el área» en fútbol, parte consustancial de la idiosincrasia argentina (y mundial, sospecho) significa que te di el pie para esta pregunta, resulta que los cubanos, aunque juguemos fútbol (bueno, eso pensamos, nunca hemos sido campeones ni del Caribe), tenemos mucho más incorporados los términos del béisbol en nuestra vida cotidiana. Y paradójicamente, en tal deporte «picar en el área» más bien se refiere a un batazo válido. Claro que, a diferencia del fútbol, en béisbol la bola pierde buena parte de su actividad cuando pica… pero vamos a dejarlo ahí, que esto no es una entrevista deportiva, ¿OK?

Axxón: ¿Qué distancia hay entre «El equipo campeón» y «Angélica»?

Yoss: Cronológicamente, once años. La primera narración es del 96, mientras que Angélica no estuvo terminada hasta bien entrado el 2007. Cuando escribí El equipo campeón tenía veintisiete años, nunca había probado el formato novela, y decidí que para llegar a tener una podría intentarlo con el clásico método del fix-up: varios relatos interconectados. El primero de esos cuentos fue Trabajadora social, luego vino El performance de la muerte y El equipo campeón fue el tercero. Esos tres y otros cuatro más, más siete viñetas, forman Se alquila un planeta, novela que he publicado en España y Francia y que pronto aparecerá también en Italia. Es una transposición clara de la situación de Cuba en el llamado Período Especial, entre el 91 y el 98, en clave de ciencia ficción. Textos escritos con más rabia y ganas de decir que preocupación por la verosimilitud, el estilo o el acabado. Y sin embargo, muchos consideran esa cuentinovela mi obra más lograda. Sólo espero que en el futuro logre superarla, si es que ya no lo he conseguido.

Y en cuanto a Angélica… además de tener ciento quince páginas exactas, como varios textos de estos años que enviaba perseverantemente al premio UPC de Barcelona (hasta que lo gané en el 2010 con Super Extra Grande) su principal particularidad está en ser la novela más hard que he escrito. No niego que fue inspirada por el Dune de Frank Herbert, una saga que adoro: sus conceptos de mundo desierto, escasez de agua, arenas pobladas de monstruos, sustancia valiosísima sólo obtenible ahí, están todos, por así decirlo, reciclados en mi Angélica. Bueno, él también, a su modo, los había tomado del ciclo de la Instrumentalidad Humana de Cordwainer Smith… todo lo nuevo no es sino algo viejo con capa diferente ¿no? Pero esta vez lo hice jugando además con los conceptos del planeta prisión y de la trascendencia al mejor estilo de El palacio de la eternidad de Bob Shaw, mi otra gran influencia en ese texto. Además, está mi leit motiv de siempre: los problemas del contacto con otra raza inteligente, tan distinta de los humanos que resulta muy difícil de comprender. Puedo revelar que debajo de la narración de aventuras hay meses de trabajosos cálculos de inclinación axial del planeta, de fajas de temperatura, de biomasa y humedad ambiental… que espero que no se noten. Por supuesto, sigue estando mi muy personal gusto por la aventura y las artes marciales. El Cazador protagonista de esta historia, sin dudas, es también un alter ego mío. Yo adoro los kukris… aunque no sea gurkha ni del Nepal, nunca haya montado en un torquemóvil y el único desierto que conozca ¡y apenas de pasada! sea el de Atacama, en Chile, que no es precisamente de arena, aunque sí muy árido.

Axxón: Interesante respuesta. De ella se desprenden varias preguntas. ¿Sos «cuchillero», es decir, poseés algún tipo de colección de armas blancas?


¿Yoss, el marine?

Yoss: Voy a suponer que cuando escribes «cuchillero» quieres decir aficionado a las armas blancas. Pues sí, y mucho ¿cómo lo adivinaste?… ahora mismo, mientras respondo esto, miro mi pequeña colección colgada en la pared sobre mi librero y mi computadora: dos sables de esgrima europea, una katana y un wakizashi nipones, una réplica de la Excalibur del filme homónimo de 1981 dirigido por John Boorman, una daga, dos cuchillos de caza, una bayoneta de AK-47, una tonfa, un hacha de doble filo, cinco navajas, dos puñales arrojadizos, otros tantos shiriken japoneses… y si todavía no tengo una alabarda, un mangual, un mandoble, un kukri o una claymore, no es porque no quiera: es sólo que aún no he tenido tiempo o dinero para conseguirlos… y ya me empieza a faltar espacio para colgarlos, además. Pero me inspira muchísimo verlos en mi pared, dispuestos como una singular panoplia de armas. Ah, también tengo una colección de cartuchos de fusil, pistola, escopeta y ametralladora, y de miniaturas de tanques de guerra. Supongo que será un rezago de mi adolescencia, cuando coleccioné muchas cosas: sellos (sí, yo también fui un filatelista, lo confieso… y hasta tuve peces tropicales en varias enormes peceras), canicas de vidrio, tapas de botellas de cerveza y refresco… hasta que descubrí que me gustaba más hacer yo cosas que reunir las cosas que otros coleccionaban. Y también una muestra de mi viejo y morboso interés por las creaciones humanas para destruir a otros seres humanos; soy un gran aficionado a la historia militar, y creo que en buena parte de mis textos eso aflora.

Axxón: Sí, siempre aflora lo que llevamos adentro. Cambiando de tema: nombraste varias influencias pero ninguna hispanoamericana. ¿No hay nada en lengua materna hispana que te conmueva? ¿O sí?

Yoss: Bueno, la verdad es que las influencias salieron solas a flote. Pero me confieso desde ahora culpable de que la aplastante mayoría de «mis clásicos» personales hayan sido escritos en inglés… o en ruso. De la literatura en mi idioma, sin embargo, tengo una gran influencia… aunque no tanto de la fantástica, como de la del boom y postboom latinoamericanos, en cuanto al estilo. Pero de todas maneras puedo citarte una larga lista de autores y de obras fantásticas en español que me influyeron mucho. Para empezar, el Borges de los relatos metafísicos: Tlön, Uqbar, Orbis Tertius; El Libro de arena; La biblioteca de Babel; Las ruinas circulares. Luego, también argentino, Kalpa Imperial, de Angélica Gorodischer. Obras maestras de la fantasía como son Olvidado Rey Gudú, de la española Ana María Matute, e Igur Neblí, del catalán Miquel de Palol. Y ya propiamente en ciencia ficción, Lágrimas de luz y Mundo de Dioses de Rafael Marín; El señor de la rueda de Gabriel Bermúdez Castillo; Futuro Imperfecto y Gabriel, de Domingo Santos. El Refugio; Mundos en la Eternidad y toda la serie de Akasa-puspa de Javier Redal y Juan Miguel Aguilera… por cierto que en fecha reciente tuve el altísimo honor de ser incluido en la antología por invitación de este universo que saldrá pronto en España; La mirada de las furias, de Javier Negrete; El mundo de Yarek, de Elia Barceló; Jormungand: tierra de nadie, de Rodolfo Martínez… bueno, para no citarlos en primera instancia, creo que son bastantes ¿no?

Axxón: Ya que nombraste obras dentro de la Fantasía: ¿Finalmente el Fantástico le ganará a la ciencia ficción?

Yoss: Creo que ese es un interrogante ligeramente absurdo: dado que la ciencia ficción es sólo un parte del fantástico, es como preguntarse ¿finalmente los Estados Unidos le ganarán al resto de la Humanidad? Cierto que a veces los yanquis parecen creer de verdad que hay una competencia planteada justo en esos términos, ellos contra el mundo como si no estuvieran en el mundo, pero allá ellos…

No, en concreto creo que hubo fantástico antes de la ciencia ficción y lo seguirá habiendo. Las narraciones en otros mundos, con audaces exploradores en sus naves enfrentando a fieros monstruos extraterrestres, son sólo una versión de nuestra Edad Tecnológica del arquetípico relato del caballero andante que acude al lejano país a matar al dragón. Las utopías y distopías, nuevos cuentos de hadas. Los cuentos de invenciones terribles y/o maravillosas, la eterna fábula del genio en la lámpara actualizada… porque ahora el genio somos nosotros y nuestra ciencia, los mismos que frotamos la lámpara.

¿Qué por años ha habido una lamentable profusión de novelas adocenadas sobre grupos con una guerrera, un enano, un elfo y un troll buscando algo en Reinos Olvidados, y sagas interminables (para bien de sus autores y editores) de jinetes de dragones y magos con problemas personales? Bueno… será que tienen un público al que le da pereza leer a Tolkien. O no le basta. Pero ¿dejó de leerse literatura seria cuando la explosión (que no ha terminado, por cierto, Marcial La Fuente Estefanía tiene muchos continuadores) de novelitas de a duro del Oeste? NO. Creo que no hay una ciencia ficción buena y una fantasía mala. Hay literatura buena, ya sea del Oeste (piensen en Zane Grey), de fantasía o de ciencia ficción. ¿Que es una minoría? Lógico: Sturgeon, en su famoso enunciado, decía que si el 90% de la ciencia ficción era mierda, el 90% de todo también lo era. Mi consejo: a quedarse con el 10% que vale la pena, y resignémonos a los muchos 90% en calidad de substrato, caldo de cultivo o abono. Funciones para las que, por cierto, resulta ideal el excremento ¿no?

Axxón: Completamente de acuerdo con lo que decís. Pero yo iba a… Bueno, pensándolo mejor: ¿»Star Wars» es Fantasía o ciencia ficción?

Yoss: Para mí, es ciencia ficción 100%. ¿Que hay montones de razas conviviendo juntas sin aparentes problemas de diferencias atmosféricas, alergias y virus inofensivos para unas que podrían ser mortales para otras? Puede que sus ciencias biológicas y médicas estén mucho más desarrolladas que las nuestras… de hecho, tienen prótesis cibernéticas, scanners médicos totales y artilugios así, ¿no? Ya se sabe, citando al viejo Clarke: una tecnología muy desarrollada es casi indistinguible de la magia. Entre otras cosas, porque no es imprescindible que quienes la utilicen la comprendan por completo. Eso ya se nota hoy: ¿cuántos de los miles de millones de dueños de aparatos de TV sabrían explicar el principio en base al que funcionan sus sofisticados artefactos? Y no hablemos ya de las computadoras y los teléfonos celulares. En Star Wars las naves son como las alfombras mágicas de Las mil y una noches: todos las usan, pero nadie sabe cómo actúan ni mucho menos fabricarlas o conseguirlas. ¿Qué la Fuerza es un componente argumental con fuertes aspectos místicos? Bueno, la burda cotidianeidad no lo es todo ni siquiera en nuestros días. Y como practicante de artes marciales te puedo asegurar que las cosas que un luchador entrenado con buen autodominio de su chi o fuerza interna pueda lograr pasarían como actos circenses trucados para cualquiera. A ver, para simplificar: es ciencia ficción porque se nos presenta envuelta en tales ropajes. Aunque en estos tiempos de new weird y slip stream hay mucha mezcla de géneros. Por ejemplo, los dos filmes de Hell Boy son un magnífico ejemplo, tanto como los de Lucas, de cómo ligar conjuros y demonios a tecnología punta y organizaciones gubernamentales secretas.

Y conste que soy consciente de que todo el batiburrillo anterior es sólo para de plano no decirte que definir qué es y qué no es ciencia ficción es casi como el antiguo problema geométrico de la cuadratura del círculo, o definir el tiempo. Citando a un célebre teólogo medieval, te diré que cuando no me lo preguntas lo sé perfectamente, pero en cambio, si me lo preguntas… uy, ¡qué enredo conceptual!

Axxón: Por estas pampas la gran mayoría de los escritores noveles reniegan de la investigación previa. ¿Algún consejito y/o sugerencia?

Yoss: Simple: que despierten y dejen de mirarse su propio ombligo. No hacer investigación previa, el famoso y denostado «trabajo de mesa» es una ABSOLUTA ESTUPIDEZ. Hemingway ponía como metáfora de la escritura al iceberg, en el que lo que no se ve es siempre mayor que lo que se ve.

Un ejemplo: si voy a escribir una distopía en la que los nazis ganaron la Segunda Guerra Mundial, antes de empezar a narrar mi propio curso temporal tengo que dominar de pe a pa todo lo que tiene que ver con la Wehrmacht, la Luftwaffe, las Waffen SS, el Abwer, la Kriegsmarine y todas las demás palabras en letras góticas y más o menos llenas de diéresis (de las que me abstengo) relativas a la Alemania de 1933 a 1945. Puedo, por supuesto, partir de que mi Alemania-vencedora-de-los-aliados será otra y no tiene que ser tan fiel históricamente hablando… pero el caso es que si la mía es demasiado diferente de la histórica, no tendrá ya gracia. No puedo, por ejemplo, caer en errores tan frecuentes en autores de best-sellers de tres al cuarto como decir que los subfusiles automáticos M-38 y M-40 que usaban las tropas alemanas eran Schmeisser, porque Schmeisser nada tuvo que ver en su diseño o fabricación. O ponerles cierres relámpago a los pantalones de uniforme, jeje. Si voy a hablar de los cazas bimotores a reacción Messerschmidt 262 tengo que saber qué armamento tenían, qué pilotos los volaron en la vida real (sólo los de la Luftwaffe y la Fuerza Aérea de la Rusia Libre, aviadores rusos que se oponían a Stalin, valga el dato)… vaya, que hay que ser un experto… o por lo menos parecerlo de modo convincente. Aunque luego sólo hable de un Standartemführer alemán que lleva una Walther P-38. A veces, por supuesto, si uno ha investigado durante años por afición (creo que con respecto al tema del ejército nazi se nota que es mi caso; no soy un nostálgico adepto del nacionalsocialismo ni cosa que se le parezca, pero me fascina la WWII porque nunca antes ni después estuvo tan cerca este planeta de ser invadido por la oscuridad más negra) todo ese conocimiento se sedimenta y a la hora de escribir brota con naturalidad. Yo, biólogo de profesión, practicante de artes marciales y aficionado a la historia militar, ya lo dije, ¿no?, tengo en estos temas mis puntos fuertes… pero cuando mis textos abordan otros aspectos, me documento sin ningún tipo de vergüenza. Creo, modestia aparte, que tengo una buena cultura general (y a veces casi me parece que lo de hacerme escritor fue una especie de coartada para poder investigar y leer sobre todo lo que me gusta con la cómoda excusa de que «pienso utilizarlo en una novela» ) pero uno nunca termina de aprender. Si concibo una historia en la que soy demiurgo absoluto, y un lector nota una incongruencia… adiós ilusión y suspensión de la incredulidad; ya se va a poner a buscar otros y dejará a un lado mi trama y mis personajes. Además, en estos tiempos de Internet y Wikipedia ¿quién tiene ya la excusa de «no tuve acceso a esos datos»? Más bien, hay exceso de datos… lo complejo es filtrarlos.

Axxón: La «oscuridad más negra» mantiene demasiados adeptos alrededor del mundo. ¿Hay fascinación por lo oscuro? No estoy hablando de un deseo consciente. ¿O sí?


¿Yoss, el taumaturgo?

Yoss: Eh, me gusta eso de usar mis propias palabras para la siguiente pregunta. Bravo, sinceramente.

Mira, ¿te has puesto a ver por qué son siempre tan atractivos los personajes negativos en libros o filmes? Porque tienen profundidad. Porque no son tan repugnantemente unidimensionales como los buenos, que de tan perfectos aburren y dan asco. Eso, por un lado. A menudo los malos son tipos obsesionados, mucho más que los buenos, pero por eso mismo capaces de pasar por encima de todo en nombre de sus aspiraciones o sus creencias… que es algo con los que muchos humanos sueñan: tener algo en que creer, una fe, un propósito en su vida tan grande que se vuelva su propia moral. En este siglo XXI vivimos tiempos de crisis de fe, tanto religiosa como política, y resulta duro creer en uno mismo y ya, no acogerse a un poder o una idea mayor que dé seguridad. Creo que muchos de los escépticos de estos tiempos envidian más o menos secretamente a los fanáticos… para ellos todo es tan fácil, ¿no?

Por demás, insisto en que a menudo el bien se nos presenta en términos tan pacatos y ortodoxos que a uno le dan ganas de irse al lado del mal sólo para demostrar que no es tan obvia la elección. Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo, ¿eh? Sobre todo si el Cielo está lleno de curas hipócritas y pedófilos… si su Dios les perdona eso, que se queden con él. El mal, en cierto modo, tiene esa función: demostrar que hay elección. Y en el fondo, quizás muchos malvados sólo estén tratando de retar a los poderes del bien a que los venzan, para estar seguros de que existen, de que hay algo mayor que ellos mismos que asegura que la justicia sea una realidad. Es un gran dilema ético.

Además de que, en general, al menos durante las primeras partes de los filmes, a los tipos oscuros parece irles mejor. ¿Tendría tanto glamour el mal si desde el principio sus adeptos tuvieran que pasarlas moradas, los despreciaran todos y se burlaran de ellos? No… pero tampoco serían tan atractivas las historias bien-contra-mal entonces, si los buenos no tuvieran que luchar contra algo realmente poderoso ¿no crees?

Sin contar con que en estos tiempos a menudo parece que en la vida real resulta mucho mejor ser malo y oscuro que bueno y claro. Te da misterio. Mira por ejemplo a los vampiros de Stephenie Meyer: ídolos de jovencitas que sueñan con redimirlos de su pecado de sangre, pero no con privarlos de sus poderes. ¿Vale la pena ser un malvado así? Probablemente… salvo que resulta que, como vampiros, son en realidad más humanos que muchos humanos…

Creo que la ambigüedad del ser humano entre el bien y el mal será eterna. Por suerte. Sería terrible no tener el libre albedrío, ser perfectos. Como los ángeles… aunque incluso ellos cayeron, ¿no? Por más que se diga que Dios lo tenía todo planeado desde el principio, la rebelión de Luzbel hace sospechar que tal vez el libre albedrío sea lo más común en el universo, la regla y no la excepción, incluso cuánticamente hablando.

Axxón: Hablando de libre albedrío, ¿qué te decidió a escribir? ¿Fue un hecho puntual, una cadena de hechos, pensaste que habías nacido para escribir, o simplemente te largaste a la pista y listo? (Espero haberla pegado con alguna de las alternativas, je).

Yoss: Soy, en pocas palabras, un público que se volvió artista: un lector compulsivo que desesperado ante la escasez de libros e historias en general de ciencia ficción en Cuba a mediados de los 80, decidió escribir justo las del tipo que le gustaban… y descubrió que crearlas y escribirlas era todavía mejor que leerlas. ¿Quizás no me habría vuelto escritor en un panorama de superabundancia editorial del género, como el de España o los EUA? Creo que lo habría sido de todos modos… si bien probablemente no habría empezado tan pronto.

El hecho puntual y crucial también existió: yo criticaba toda novela que leía, y mi padre un día se cansó de mi pedantería y me dijo «Si todos los demás lo hacen tan mal en tu opinión ¿por qué no pruebas a hacerlo mejor tú?». Probé, y aún guardo el bodrio absoluto que escribí. Con decirte que lo titulé El planeta rojo ya te harás una idea: excreción viscosa de los más adocenados clichés del género. Pero como aquello de crear, aunque no me saliera bien de la primera, me gustó, perseveré… y en cuestión de meses ya estaba decidido: sería escritor o nada. Si estudié Biología (soy graduado de la Universidad de La Habana) fue porque como lo que más me gustaba escribir era justamente ciencia ficción, necesitaba una ciencia, y mis simpatías iban hacia las biológicas, más que hacia la Matemática, o la Física… bueno, mi segunda opción era la Sociología. Además, tenía la duda de si conseguiría alguna vez vivir de lo que escribía… entonces, por si acaso, era mejor tener una carrera. Puedo decir con satisfacción que, graduado en el 91, ejercí mi especialidad sólo por dos años, durante el Servicio Social que todo cubano debe pasar. Luego, nunca más.

Como ya te dije, lo bueno de escribir es que uno no tiene horario, ni jefe, ni obligación, y que te permite, cuando alguien te ve leyendo cualquier cosa extraña, decir muy serio: «Estoy recopilando datos para una historia que se me ocurrió». Lo malo es que no hay sueldo seguro, ni retiro, ni primas por enfermedad o accidente. En fin, lo que vale cuesta ¿no?

Pero, palabra que era bastante raro a los quince años saber ya lo que uno quería ser en la vida, sobre todo rodeado de gente que todavía no lo tenía muy claro, como es lógico: la mayoría de los jóvenes a esa edad sueñan con IR y TENER, quizás HACER, en el mejor de los casos… saber lo que se quiere SER, e incluso tener una idea más o menos clara de la trayectoria que uno debe recorrer hasta convertirse en ello, creo que fue un privilegio.

Axxón: Aparte de que escribís excelentes cuentos, personalmente me hago a la idea de que tenés una marcada vena novelística. ¿Qué les podés decir a aquellos escritores que siempre escribieron cuentos y hoy, ahora mismo, están pensando en largarse con una novela?

Yoss: Mira, a mí me gusta mucho escribir cuentos. No sólo porque por ahí empecé: es un reto, por su brevedad, meter una historia entera en unas cuartillas. Como dijo Borges, el cuento es el tigre de la fauna literaria: no le puede sobrar ni faltar ningún colmillo, ninguna garra. La novela, en cambio, es más… tolerante. Puedes incluir en ella historias que aparentemente no tienen que ver con la trama principal, regodearte en descripciones, dar rodeos… viene a ser como la mierda, que es la única sustancia químicamente pura de la naturaleza: cualquier cosa que le eches, sigue siendo mierda.

Parece fácil, ¿no? Y sin embargo, no sólo en la ciencia ficción sino en la literatura en general, se considera la novela la obra de madurez de un autor, dejando aparte a fenómenos como Raymond Radiguet, que antes de los veinte tenía ya en su haber esa joyita que es El Diablo en el cuerpo, o entre los «nuestros» a Samuel R. Delany, que a la misma edad ya había publicado Las Joyas de Aptor, revelándose como adolescente-fenómeno del fantástico.

¿Por qué este concepto? Las razones son varias: una es que a ojos del público cualquiera escribe cinco cuartillas… pero sólo los verdaderos escritores tienen paciencia y perseverancia para lograr una novela. Mentira: hay muchas malas novelas, cualquiera lo sabe… y es mucho más difícil lograr un buen cuento corto que una novela regular. Hay otra razón puramente comercial, por obra y gracia de las editoriales, distribuidores, librerías y sus sacrosantas ganancias: si los libros son caros, y te dan a elegir entre una novela o un libro de cuentos de igual precio, te vas casi automáticamente por la historia unitaria, a no ser que seas de esa rara especie (que existe) de lectores adictos a los cuentos, que pueden tardar semanas en terminar un libro, leyendo y paladeando un relato cada noche antes de dormirse. Pero, en general, si no hay revistas o antologías frecuentes, las novelas terminan siempre ganando la pelea por la popularidad.

Sea como sea, hay que pasar a la novela: ¿Consejos? Déjate fluir. En el cuento por lo general uno mantiene un control sobre el argumento, los personajes, las situaciones… en la novela, si es buena, debe haber un momento en que la historia casi comience a escribirse a sí misma, en que te sientas como un mero escribano, más que escritor. Eso no es malo en sí… claro, si el resultado vale la pena.

Un novelista se hace invirtiendo muchas horas-nalga ante el teclado. Escribe, escribe muchos cuentos antes de lanzarte a una novela. No trates de convertir un cuento largo en novela. Hay argumentos tan pequeños que por mucho que los infles no pasan de ser eso: globos. Cuando tienen cinco cuartillas al menos se tragan rápido, pero un globo de quinientas, la mitad de los lectores lo dejarán antes de la página 200.

¿Más consejos? No olvides el detector de mierda de Hemingway: mira tu texto como si no fuera tuyo, incluso cuando lo estás escribiendo… es duro, por lo general, hacer borrón y cuenta nueva de una historia cuando ya has escrito ciento veinte cuartillas, en vez de apenas doce… pero a veces no queda más remedio. Y siempre prepárate para descubrir que, por buen cuentista que hayas sido, no necesariamente serás un buen novelista. Consúelate: Harlan Ellison, con su montón de premios, nunca terminó una novela. Y Borges, tampoco. No todos son Lois McMaster Bujold o Asimov o Stephen King, polígrafos novelísticos compulsivos. Por suerte. Y además, si no puedes ahora ¿quién sabe dentro de cinco años? Date tiempo.

Por demás, la novela es un género con tantas posibilidades que todo cabe. Las hay con diálogos, epistolares, puramente descriptivas, en primera persona, con montones de personajes… en general, se puede decir que sólo hay una clase: las buenas novelas. Porque una mala es una no-verla…

Axxón: Quizás es algo mío, pero yo jamás me sentí identificado, ni odié, ni quise que triunfara, ningún personaje de un cuento corto. En cambio, hasta he llorado leyendo una novela.

Yoss: Pues me temo que definitivamente es algo tuyo. Aunque, con sinceridad ¿no se te puso siquiera los ojos húmedos la suerte del niño subanormal maltratado en la mazmorra del cuento de Ursula K. LeGuin Los que se van de Omelas? Porque lo que es a mí, no te digo ya llorar, hasta me revolvió el estómago esa historia.

El buen arte conmueve independientemente de su extensión, a mi modo de ver. Lo que sucede, supongo, es que si un personaje está «contigo» a lo largo de mil páginas en vez de solamente diez, es más factible que «sientas» su dolor, sus frustraciones y hasta su muerte como tuyos. Pero, no sé, quizás lo que ocurre es que como soy un lector tan veloz, habituado a devorar unas doscientas cuartillas por hora, me he acostumbrado a buscar la intensidad y no la extensión, porque si un cuento breve lo leo en cuestión de dos o tres minutos, y una novela en dos horas, no me queda otra solución para no andar por la vida de «corazón a prueba de sentimientos».

Axxón: La siguiente pregunta es más una duda que me persigue desde hace un tiempo. La cosa es más o menos así: yo pienso que los escritores de ciencia ficción corremos con desventajas comparados con, por ejemplo, un escritor costumbrista y/o de comedia romántica. Lo digo porque el público puede ver hasta el hartazgo cien variaciones de «Cuando Harry conoció a Sally» pero no puede soportar dos películas diferentes donde el argumento se base en un robot que recibe un rayo y adquiere conciencia de sí. Como que la ciencia ficción debe tener continuamente ideas innovadoras. ¿A vos qué te parece?

Yoss: Interesante reflexión, en verdad, Mira, creo que el público quiere ser sorprendido… pero lo justo: no demasiado, ni demasiado poco. Las comedias románticas son una fórmula que funciona porque uno sabe que al final todo acabará más o menos bien. Las reglas del juego están claras. Es la misma historia de lo que debería ser la realidad (que no siempre termina bien ni mucho menos… entre otras cosas porque no acaba al cabo de dos o tres horas de cinta o DVD, y envejecer y morir no tiene tanto glamour como irse abrazados a ver el crepúsculo) una y otra vez… si acaso con diferentes actores.

Pero el quid de la cuestión es que el que Harry encuentre a Sally no cambia el mundo, no hace borrón y cuenta nueva ni altera drásticamente el escenario. El resto de las Sallys pueden seguir suspirando porque las encuentren. En cambio cuando un robot gigante venido de un planeta malvado ataca la Tierra, si se obsesiona con Tokio y destruye la famosa y malaventurada torre de TV de la capital nipona, uno dice «ya esto lo he visto muchas veces» porque se supone que después de que la destruyeron todo tenía que cambiar ¿no?

A ver si me explico mejor: la mayor fuerza dramática de la ciencia ficción es que a menudo plantea acontecimientos a escala global. Pero resulta que esa es también su debilidad. Si un robot es golpeado por un rayo y se vuelve autoconsciente (eso es el filme Cortocircuito, si no me equivoco) y de ahí surgen un montón de dilemas, aventuras y peripecias, el público espera como mínimo que de ahí en adelante los modelos siguientes de robots vengan con pararrayos y toma de tierra incluidas. Si nos atacan extraterrestres que amenazan con destruir el planeta y esclavizarnos (eso podría ser Independence Day o las varias versiones de La Guerra de los Mundos), o un meteorito amenaza con caer sobre la Tierra (Armagedón o Meteoro) se confía en que realmente se tomen medidas contra tal acontecimiento… Mientras que si ocurre a cada rato, uno acaba preguntándose cuántas civilizaciones malvadas y asteroides errantes hay y por qué todos acaban viniendo aquí. Me temo que mientras más tremendo sea el hecho, menos sorprende cuando se retoma. Es pura psicología humana. Y por eso mismo los autores y guionistas a menudo recurrimos al secreto para garantizar que el tremendo final del asunto pueda tener secuelas. Mira, por ejemplo, la saga de Terminator ¿crees que después del filme alguien dudaría un instante en identificar como una criatura de Skynet a un humano forzudo que se levantara como si tal cosa después de recibir varios balazos? Si un concepto, sea de ciencia ficción o de fantasía, se incorpora al imaginario cotidiano deja de resultar novedoso. Ni los T-1000 ni los vampiros son ya tan sorprendentes. Creo que, de hecho, a los niños de hoy hay que explicarles muy lentamente que no existen, para contrarrestar la influencia de tanta serie y película según las cuales están por todos lados.

De todos modos, Oscar Wilde decía una vez que «una idea que no es peligrosa no merece ser idea». La ciencia ficción es una literatura de ideas y espero que lo siga siendo siempre. Sólo que con tanto feed-back en el género algunas de esas ideas se vuelven convenciones: ya no hay que explicar que es un ansible, ni una máquina del tiempo, ni un alien. Así que el que quiera sorprender a la gente con esas cosas, muy duras se las va a ver… sería como reinventar el agua tibia. Pregúntale si no a Michael Marshall Smith y sus Clones… ¿alguien lo recuerda a estas alturas?

Axxón: Hablando de ideas. Por aquí me topé con muchos a los cuales les leí sus cuentos y luego les sugerí correcciones de estilo. Varios me respondieron: «No importa cómo esté escrito, lo que vale es la idea».

Yoss: ¿Verdad? Diles que, por desgracia, están retrasados unos sesenta años. Eso podría ser más o menos cierto (y no del todo, que conste) en tiempos de Campbell… pero ya no. La ciencia ficción ante todo es literatura, y la literatura mal escrita, si tiene buenas ideas, sigue siendo mala literatura. O buenas ideas mal escritas. Hay límites a lo que puede tolerarse: tics personales, tal vez. Pero nada de gerundios mal usados, concordancias erróneas, gramáticas enrevesadas o cosa por el estilo. Lovecraft tenía vicios de escritura, abusaba descaradamente de los adjetivos, todo el mundo lo sabe… pero es grande no por eso, sino a pesar de eso. Y buena parte de la fama de Stephen King no está sólo en sus historias, sino en cómo las cuenta. A fin de cuentas, Cujo era sólo un San Bernardo con rabia y La Danza de la Muerte, con su Norteamérica diezmada por la gripe Capitán Trotamundos dividida entre el bien y el mal, una historia postapocalíptica, ¿no?

Por demás, una analogía: si es sólo el contenido y no la forma la que importa, ¿por qué a la mayoría de los hombres les gustan las mujeres lindas? Eso es pura forma, dentro, las feas también tienen lo que cuenta: corazón, pulmones, ovario, útero, vagina… la idea ¿verdad? Y algunas feas y gordas hasta son inteligentísimas y supersimpáticas… sin embargo, donde una rubia bien linda y escultural se pare, ya saben que tienen las de perder con la mayoría de los hombres, aunque la rubita sea tonta… bueno, quizás más aún si lo es. Con perdón de las damas por mi ejemplo machista ¿nunca se han preguntado por qué será que ocurre esto, si sólo la idea importa?

Axxón: En la época de oro de la ciencia ficción, la ciencia era más intuitiva para el común de la gente. Hoy la ciencia parecería ir más rápido que los escritores de ciencia ficción. ¿Es tan así?

Yoss: Así es y no es nada nuevo. La ciencia siempre ha ido más rápido que los escritores de ciencia ficción… aunque nunca tanto, es cierto. A veces se nos ensalza a los autores del género como divulgadores científicos, pero la verdad es que la ciencia sobre la que escribimos hoy como si fuera del mañana a menudo estaba atrasada ya ayer, tan rápido cambian los paradigmas, por ejemplo, en genética y astrofísica. Claro que también en estos tiempos el escritor enciclopédico, tipo Da Vinci, que domina desde la historia de Roma hasta las características del ciclo de Otto del motor de combustión interna, ya por necesidad es cada vez más raro. Demasiado saber, demasiados campos diferentes. Es una era de especialistas. Para un autor de ciencia ficción, trabajar en algo relacionado con la ciencia parece un método de mantenerse al día… pero resulta que lo es sólo en un pequeño campo. Y un autor de ciencia ficción para dar un panorama convincente del futuro debe por fuerza ser un pasable generalista. Por eso los mejores autores dedican buena parte de su tiempo a documentarse sobre el state of the art de la investigación, leyendo (por necesidad) muchísimos resúmenes y artículos divulgativos. Si de alguno le nace una idea, profundizan en el tema. Que para eso, ya lo dije, está Internet.

Pero, por otro lado, también creo que el sentir general de los tiempos de la ciencia ficción clásica, de que la ciencia y la tecnología eran la solución, aquel optimismo ingenuo con que se miraba a todo lo que pareciera científico, ha cambiado. Por fuerza debía ser así, tras la bomba atómica y tantos terrores debidos a la ciencia. Pese a tal terror hacia lo que no comprende, el hombre de la calle hoy acepta encantado los productos de la ciencia, como teléfonos celulares y televisores de pantalla plana… sin que le importe que, como el de los años 40, la mayoría tampoco entiende muy bien los principios en base a los que funcionan… y no está mal. Aunque le doliese al fundador Hugo Gernsback, que tenía alma de divulgador, la ciencia ficción es ante todo literatura, no manuales de instrucciones de artefactos del futuro. Hablamos de los hombres de hoy en situaciones que, aunque coloquemos en el futuro, son metáforas de otras cotidianas, o extrapolaciones, en el mejor de los casos. Pero no queremos esos futuros, a menudo, sino que más bien los tememos, y advertimos contra ellos… por si acaso.

Axxón: ¿Te pasó alguna vez que un cuento te golpeó la puerta de calle, y cuando saliste a ver te dijo: quiero ser novela?

Yoss: Me pasa al menos un par de veces por año; y es normal. Como te puse arriba, una de las cosas que distingue a la novela es que te pide pista y casi se escribe sola. Por lo general soy un escritor más bien fluido, se me da bien extenderme: me cuesta mucho más lograr un texto de cinco cuartillas que uno de quince a veinte, que es mi longitud habitual para relatos. Pero cuando un cuento pasa la barrera de las treinta cuartillas, me digo: «va para noveleta». Y si pasa de las setenta, que es lo que el Premio UPC considera el mínimo, es que ya va para novela… y lo sigo. Sin enfurecerme ni pensar que es un fracaso por no haberlo detectado antes.


¿Cuál de todos estos será Yoss?
¿O será que es todos ellos?

AXXÓN: ¿Qué significó para vos ganar el UPC? ¿Qué significa para los hispanoparlantes?

Yoss: Significó MUCHO, no te lo voy a negar ni a hacerme el estoico y el modesto. Fue una alegría indescriptible, por tres razones: La primera, porque hacía dieciocho años que mandaba casi todos los veranos (bueno, verano en el hemisferio norte, julio… para Argentina, pleno invierno). Buena parte de mis novelas cortas de la última década fueron concebidas pensando en el UPC. La segunda, porque con la fama de ser el premio más prestigioso del mundo en lengua hispana, para mí era el final de una etapa y el comienzo de otra… a la vez reconocimiento y desafío. Bueno, de hecho ya puedo decirte que en esta segunda etapa igualmente me está yendo bastante bien: acabo de enterarme de que por Plànéte a Louer, la versión francesa de mi cuentinovela Se alquila un planeta, me han otorgado el premio Julie Verlanger 2011, para libros publicados en la lengua de Voltaire… y además del mérito, son 2300 euros, que es MUCHISIMO DINERO para un cubano; supongo que no tanto para un argentino, pero sigue siendo un monto respetable. Ah, y de ahí la tercera razón: imagínate si 2300 euros para mí son muchos, cuánto serán casi el triple, los 6000 euros que en el 2010 me traje a Cuba (bueno, no todo en metálico, bastante en forma de libros, muñequeras, botas, espadas y cositas así…) y que sirvieron para arreglar la casa, pagar los gastos del restablecimiento de mi madre de su operación de cáncer de seno…

En general, el premio UPC fue como la confirmación, si alguna me faltaba a estas alturas, de que con tesón, disciplina, austeridad, si vives en Cuba… y tienes mucha suerte, sí, se puede uno mantener con la pluma propia escribiendo ciencia ficción.

Axxón: La obsesión de muchos es «El primer encuentro». En una respuesta anterior me confesabas que es un tema recurrente en vos. Sin embargo, ya hubo primeros encuentros en nuestro planeta. El más conocido: la llegada de los españoles a América.

Yoss:¿Y qué quieres que te diga? ¿Qué deberíamos tranquilizarnos ante la posible llegada de visitantes de otros mundos, recordando lo que Cortés y Pizarro le hicieron a aztecas e incas? Creo que más bien todo lo contrario. En un famoso cuento sobre el tema, Murray Leinster sentenciaba que cuando dos civilizaciones se topan, entre ellas sólo puede haber comercio o guerra… sin pensar en que ambas actividades no son para nada excluyentes. Hoy está claro que la guerra, como la diplomacia para Von Klausewitz, no es más que la extensión del comercio por vías violentas. Gulp, no es una perspectiva agradable vernos obligados a vender baratas nuestras materias primas, comprar caros los productos manufacturados, recibir turistas de galaxias ricas o incluso, más humillante aún, quedar condenados a pagar un tributo para no ser limpiamente exterminados. ¿Y si los ETs son infinitamente poderosos e infinitamente buenos, entonces qué? Creo que sería peor si sabemos que están ahí y ni nos visitan ni nos atacan… nos sentiríamos, en buen cubano, bastante ninguneados por esos tipos tan superiores. La humanidad podría suicidarse en masa de la depresión de haber sido encontrada «falta de peso». Oh, las posibilidades son tantas, y muy pocas agradables… de hecho, si yo fuera una raza extraterrestre, ni me acercaría por acá: una civilización que todavía no tolera más que a regañadientes sus propias diferencias internas de color de piel, estatus económico o región geográfica, sencillamente no está preparada para aceptar a entidades radicalmente distintas de otros mundos. Quizás en los próximos doscientos años… y si sospechan que nadie se les acerca por esa misma razón, y se deprimen por estar tan solitos… pues asunto suyo: o cambian, o seguirán estándolo. Así que, a despecho de tanto admirador de OVNIs, no creo que el primer contacto llegue pronto: me basta con abrir un periódico cualquiera y ver un noticiario de TV para darme cuenta de que nadie en su sano juicio querría tenernos como vecinos ni como protegidos… y que tendría que estar muy desesperado y ser muy tolerante para aceptarnos como colonia, inclusive.

AXXÓN: Pero los escritores no deben dejarse llevar por el pesimismo. ¿O sí?

Yoss: A menudo se nos acusa a los autores del género de pesimistas, por describir tantos futuros sombríos alzando el índice admonitorio, etc… en lo personal, yo soy un optimista a prueba de cataclismos. Pero no un tonto ciego. No digo «la botella está medio llena» sino «tenemos media botella», que parece igual pero no es lo mismo.

¿Por qué escribo entonces tan a menudo de mañanas con tintes tan negros? Simple: PORQUE NO QUIERO QUE OCURRAN. Si mil personas leen una advertencia pesimista, hay mil posibilidades menos de que sigan actuando como si la Tierra, este único planeta con el que hasta ahora contamos, fuera de su propiedad y no una herencia de nuestros padres para nuestros hijos. Hay que ser optimista y pensar que la humanidad podrá vencer la polución, la guerra, la ambición de un puñado de poderosos, la desidia, el shock tecnológico, las IAs, los virus de diseño, etc. Ese es el espíritu humano, de acuerdo. Pero no tan optimista que raspe lo idiota, diciendo a coro que todo está bien, que nada nos amenaza, que no hay problemas y que nos espera sólo un futuro luminoso. Ese futuro existe y es posible, claro… pero resulta que es apenas uno, quizás el menos probable al paso que vamos, de entre todos los posibles. Y si queremos que nuestros hijos y nietos vivan en él y no en cualquier otra distopía, tenemos que luchar muy duro. Nada es gratis en esta vida… y por lo que parece, si hay otra, tampoco allí.

AXXÓN: ¿Qué es ser escritor de ciencia ficción en Cuba?

Yoss: Es, ante todo, una profesión de fe. Es luchar contra la incomprensión de la gente, contra el estereotipo de que la ciencia ficción es un género de países altamente desarrollados, de que escribir sobre esos futuros tecnológicos en un país gobernado por una dictadura (de izquierda, de acuerdo, pero no menos dictadura por eso… lamento decepcionar a muchos que quizás aún ven a este país como «la Isla de la Libertad», pero les comunico que los latigazos de un verdugo, aunque sea zurdo, duelen igual) que ni siquiera ofrece a sus ciudadanos libre acceso a Internet es como ser capitán de navío en Bolivia, que ni siquiera tiene salida al mar…

Es tratar de mejorar la vida de tu país, de tu planeta, con lo que mejor haces: escribir. Tratar de concientizar a la gente, aprovechando que la ciencia ficción es un magnífico medio para evadir la censura, con metáforas sobre mundos lejanos y universos paralelos que, en realidad, se refieren al hoy-y-aquí. Es sentir que uno comienza la carrera de escritor, esa competencia contra otros autores que publican y ganan premios y dinero a carretadas (casi todos anglosajones, para qué engañarse) con el handicap terrible de escribir en la lengua de Cervantes y no en la de Shakespeare, de no tener acceso a las grandes revistas, de estar siempre algunos años atrasado con respecto a lo que se publica, se lee, se premia. Es el peligro de, siendo el mejor entre pocos, acabar sintiendo la fácil autocomplacencia de la cabeza de ratón… duro, cuando uno no está interesado en ser león (ni muerto me voy a vivir fuera de Cuba; no soy sólo un autor de ciencia ficción, sino un autor CUBANO de ciencia ficción, que lejos de mi entorno me secaría) ya sea cola o cabeza, y siempre hay quien puede acusarte de falta de valor por no intentar lo que en realidad no te interesa…

Es que todo eso no te importe, porque la ciencia ficción y el fantástico, más que géneros, que algo que escribes, son una forma de vida, un latir en tus venas, algo sin lo que no te imaginas tu cotidianeidad. Son tu vida misma.

AXXÓN: Aquí nos despedimos (por el momento, espero), un caluroso saludo de la redacción de Axxón, y mío propio en especial. Tenés las últimas palabras…

Yoss: Bueno, este podría ser el momento para recordar el latín que aprendí en Biología y concluir doctamente con alguna frase lapidaria que suene a colofón. Tipo SIC TRANSIT GLORIA MUNDIS; QUI NON PROFICIT, DEFICIT o PER ASPERA AD ASTRA.

Pero creo que más que quedar como un solemne conocedor de la lengua de Virgilio, me gustaría demostrar la clase de tipo irreverente y divertido que ante todo soy. Y como en latín una de nuestras grandes diversiones era hacer traducciones espurias de sentencias célebres, ahí van dos:

ALEA JACTA EST: La jalea está hecha.

Y esta otra:

OMNIA MEA MECUM PORTO: A todo el que me orine, me lo llevo (dijo el policía).

EXITUS (que no es salida, sino despedida o defunción).

 

31 de octubre de 2011

 

 


Axxón 224 – noviembre de 2011

12 Respuestas a “«ENTREVISTA A YOSS», por Ricardo Germán Giorno”
  1. M. C. Carper dice:

    Hace mucho que no disfrutaba leyendo algo como esta conversación entre ricardo y Yoss. Muy bueno.

  2. elpoggi dice:

    Ya puedo decir, en la mitad de la lectura, que este reportaje no tiene desperdicio. Las preguntas, las generosas respuestas de Yoss, ese ardor en las palabras de Yoss que me llevó a buscar y bajar el cuento de Le Guin y los cuentos de Borges… y ahora sigo leyendo. Imperdible. IMPERDIBLE. ¡¡IMPERDIBLE!!

  3. elpoggi dice:

    Y, ahora que terminé de leer la entrevista, concluyo: ATRAPANTE DE PRINCIPIO A FIN.

    Gracias Axxón por la decisión de esta entrevista, a Giorno por el tenor de las preguntas, y a Yoss por la generosidad de sus respuestas.

  4. Mariláu dice:

    Excelentes preguntas las de Ricardo. Felicitaciones por el reportaje.

  5. Federico Schaffler dice:

    ¡Excelente entrevista! Me gustó mucho el intercambio, pero sobre todo, la frescura de las respuestas y su profundidad. Da mucho para pensar y motiva aún más para escribir. ¡Enhorabuena, Yoss y felicidades, Ricardo por tan buenas preguntas!

  6. Excelente reportaje de Ricardo. Las preguntas muy buenas. como alguna vez dijo alguien, Giorno le saca el jugoa Yoss, pero sin exprimirlo.¡¡¡Muy bien!!! Y las respuestas de yoss impactantes. Un intelectual que se juega entero y que deja perlas inolvidables. Ojalá que siga esta costumbre de reportear a escritores.

  7. fraga dice:

    Muy buena entrevista y estrujantes respuestas de Yoss. Ya lo era, pero lo reafirmo: soy fan de Yoss.

  8. Antonio Mora Vélez dice:

    He disfrutado esta entrevista de Yoss. Muy buena.

  9. Perdón, pero voy a ser sincero. No pude terminar de leer. Cuando Yoss comenzó a hablar de su vida sexual y a brindar monólogo tras monólogo me surgió una duda, ¿la cosa iba a mejorar o empeorar? Tal vez termine de leer el texto en enero. Muy mal enfoque, al menos al inicio. Mejor paso a leer las ficciones del autor, de las cuales tengo muy buen concepto y así me pongo al día con la mejor revista de literatura fantástica del mundo. Por cierto, Inca Kola dejó de ser una bebida netamente peruana en 1999 cuando Coca Kola adquirió el 49% de las acciones. Desde aquel momento la calidad de esa preciosa bebida de antaño ha decrecido bastante. Exitos.

  10. […] El autor Yoss en una entrevista para Axxón. […]

  11. […] autor Yoss en una entrevista para Axxón. Share this:TwitterFacebookMe gusta:Me gusta Cargando… Esta entrada fue publicada en blog, […]

  12. […] en cambio, si me lo preguntas… uy, ¡qué enredo conceptual!   Para leer la nota completa: http://axxon.com.ar/rev/2011/11/entrevista-a-yoss-por-ricardo-german-giorno/     Victor Conde, escritor español   Es “space fantasy” […] Yo diría que […]

  13.  
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