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COLOMBIA

 

«I could never see tomorrow, but I was never told about the sorrow.»

Al Green.

 

 

En agosto del 2011, Intel sorprendió al mundo con la publicación del libro The tomorrow project, en donde se contó con la colaboración de escritores de ciencia ficción de primer nivel para promover su visión del futuro lleno de sensores y robots domésticos[1]. Poco tiempo después, la NASA anunciaba al público su programa de apadrinamiento de escritores de ciencia ficción. La pretensión de este proyecto junto a la Editorial Tor-Forge, según lo explicaban las fuentes de la Nasa, era «Darles una sólida formación en ciencia e ingeniería de manera que sus historias sean lo más realistas posibles.»[2].


Luis Cermeño

Estos anuncios, por parte de las grandes empresas y organismos oficiales, de incorporar las narrativas de ciencia ficción a los proyectos de investigación, fueron recibidos alegremente por parte de los fanáticos del género y el mundo friki en general. La pregunta que surge, sin embargo, es si el rol del escritor de ciencia ficción estriba en promover las visiones hegemónicas y las agendas futuristas de las grandes empresas informáticas o agencias gubernamentales de ciencia. También se podría preguntar si lo ideal para el género es volver a sus orígenes en el romanticismo científico y el realismo tecnológico, en aras de legitimar su importancia social a través de una elaboración de relatos «hard» —ciencia ficción dura—.


Bruce Sterling

En el recordado discurso de 1995, llamado La vida y muerte de los medios[3], Bruce Sterling formulaba una pregunta provocadora: «¿Las tecnologías de información necesitan una mayor promoción aerostática (more hot-breathing promotion) por los escritores de ciencia ficción»? Y él mismo se respondía diciendo que esa labor ya la cumplían a cabalidad los mercachifles de relaciones públicas o los abogados de propiedad intelectual.

Cuando nos preguntamos desde la ficción sobre la vida en el futuro tal vez no queramos hacer estrictamente «futurismo», como si se tratara de una ciencia predictiva; tal vez, cuando nos preguntamos por el futuro, estemos pensando en una definición de la ciencia ficción como la de Pat Cadigan: «La ciencia ficción nunca es sobre el futuro o los alienígenas. Es sobre el presente y sobre nosotros mismos, cómo somos en el presente.»[4].

El futuro, el tiempo por antonomasia de la ciencia-ficción, tiene un radio de acción tan amplio y una capacidad tan extensa de generar metáforas que puede lograr reunir una multiplicidad de discursos que no son atravesados necesariamente por las ideas del progreso, el desarrollo y la técnica más sofisticada. En este sentido, es pertinente la crítica, con un ligero sabor steampunk, de Ileana Boltvinik: «No coincido con aquellos que enuncian como única posibilidad de adelanto aquella que se apoya en las tecnologías de punta, que es la única opción, y sin acceso a ella estamos jodidos.»

Este revival de la ciencia ficción que se pretende dura por contar con el aval económico de gigantes emporios tecnocientíficos, desconoce algunas críticas que grandes escritores del género realizaron a su debido tiempo, hace mucho tiempo atrás, cuando se percataron de que para salvar la ciencia ficción era necesario transformarla.

Uno de los primeros en preguntarse cuál sería el rol del escritor de ciencia ficción fue J. G. Ballard, cuando en el prólogo de 1974 para la edición francesa de la novela CRASH, manifestaba abiertamente su adhesión al género, pero alejándose de dos de sus temas recurrentes: «… no me satisfacía el apego compulsivo de la CF por dos temas principales: el espacio exterior y el futuro remoto. Tanto con propósitos emblemáticos como teóricos y de programa, di el nombre de {espacio interior} al nuevo territorio que yo deseaba explorar: ese dominio psicológico (y que aparece, por ejemplo, en los cuadros surrealistas) donde el mundo exterior de la realidad y el mundo interior de la mente se encuentran y se funden.»

Así como la idea del espacio exterior daba la impresión de «enormes fragmentos de un decorado teatral desechado», autores como Philip K. Dick insistían en separar lo que llamaban aventura del espacio del género propiamente dicho: «el placer es esencial y definitivo ingrediente de la ciencia ficción, el placer de descubrir la novedad» (Philip K. Dick). Sin querer entrar en la discusión tan recurrente en los amantes del género sobre qué es Ciencia Ficción, coincido en términos generales con el pensamiento de Dick sobre las diferencias entre aventura espacial y fantasía, guardando afortunadas salvedades como la fusión del space opera y la CF en obras de autores como Vance o Scott Card; o la fantasía con ciencia ficción, como Powers, Pratchett, entre otros.

Con la idea del tiempo futuro, al igual que el «espacio exterior», ha sucedido un giro similar en la narrativa de ciencia ficción; a tal punto que autores tan emblemáticos para los escenarios futuristas de nuestro imaginario común, como William Gibson, han optado por abandonar definitivamente estas extrapolaciones temporales y crear sus ficciones desde un tiempo más cercano y perturbadoramente familiar al presente.

En un artículo reciente[5], Cory Doctorow ha aclarado cómo el papel del escritor de ciencia ficción no es pues el de predecir ningún futuro sino, acaso, de inspirar estos futuros en la gente que desarrolla los aparatos tecnológicos; y, sin embargo, no se reduce en lo absoluto a inspirar a los ejecutivos de electrodomésticos, puesto que también el escritor de ciencia ficción refleja su sociedad, expone y advierte. Pero, ante todo, según Doctorow, lo valioso de la persona que escribe ciencia ficción es que elabora un lenguaje, un vocabulario, en el que el futuro puede ser hablado.

 

Volviendo al prólogo de CRASH, Ballard declara que el rol esencial y definitivo de quien se atreve a abocarse en la construcción de un universo de ciencia ficción se trata de algo aún más ambicioso, de mayor envergadura: «Cada vez es menos necesario que el escritor invente un contenido ficticio. La ficción ya está ahí. La tarea del escritor es inventar la realidad».

Así que la próxima vez que atiendas a la puerta el llamado de un vendedor de robots domésticos, asegúrate bien de no estar comprando una realidad barata.

 

 


NOTAS

 

NOTA 1: Descarga del libro completo o los cuentos por separado, aquí. [VOLVER]

NOTA 2: «¿Escribes Ciencia Ficción? ¡La NASA te apadrina!. Papel en Blanco, 26 de agosto de 2011. [VOLVER]

NOTA 3: «The Life and Death of Media«, Bruce Sterling. Speech at Sixth International Symposium on Electronic Art ISEA ’95Montreal Sept 19, 1995. [VOLVER]

NOTA 4: «Why science fiction writers love meeting the other«, Pat Cadigan. io9.com – November 18, 2001. [VOLVER]

NOTA 5: «A Vocabulary for Speaking about the Future«, Cory Doctorow. LOCUS Online – January 1, 2012. [VOLVER]

 

Luis Cermeño nació en Saravena (Colombia) en 1981, es escritor de fantasía y ciencia-ficción. Estudió Comunicación Social y Periodismo. En la actualidad está terminando la maestría en Comunicación. Obtuvo una beca (09/10) en el programa de residencias para el desarrollo de proyectos avanzados en tecnologías en Escuelab, Lima. En esta residencia creó la Plataforma Experimental Futurista Con-textos Alternos y el primer Concurso Escolar de Cuento Yo Soy el Robot, Lima 2010. Quedó en el primer lugar, en el concurso literario de videojuego Game Over 2011 organizado por Cinosargo, en Chile, por el cuento Té Vespertino, escrito junto a Felipe Escovar. Ha publicado los libros «Noches de Oriente» (Ed.Norma. Bogotá, 2009); «Álgebra Pyhare», Cermeño, Escovar (Felicita Cartonera. Asunción, 2010); «Tríptico de Verano y una mirla», Cermeño,Escovar, Marsella (Ed. EL Zahir. Bogotá, 2011). Administra el blog: Malédiction.

Ha publicado en Axxon la entrevista: CIENCIA-FICCIÓN: UN GÉNERO DE LIBERTAD QUE ADMITE TODAS LAS TENDENCIAS, Entrevista con el escritor Antonio Mora Vélez junto a Camilo Arias.


Axxón 226 – Enero de 2012

Artículo de autor latinoamericano (Artículo : Ensayo : Literatura y Medios : Fantástico : Ciencia Ficción : Colombia : Colombiano).

3 Respuestas a “«Cuando el mañana llama a tu casa», Luis Cermeño”
  1. Fileno dice:

    Excelente ensayo. Ahora han aparecido nuevos cultores del llamado «hard» que dejan de lado algo que para otros ha sido muy importante: La relación del escritor con el lenguaje. Si se parte de una concepción realista de la literatura, como la que impulsan organismos como la NASA, se esta dejando de lado mucho. El realismo no consiste en escribir sobre cosas reales; es una propuesta sobre el lenguaje, es comprender que éste es una simple representación de lo que se ve (aunque eso sea una imaginación o un delirio). Lo que hacen estos organismos no dista mucho de la propuesta estética del partido comunista en la antigua URSS o la que hacen muchos autores latinoamericanos que quieren aplicar, al otro extremo de esto, las teorías más contemporáneas del lenguaje y ya ni siquiera les importa contar una historia porque, como buenos fundamentalistas livianos, sólo les interesa hacer «artefactos lingüísticos» y «juegos literarios».

  2. No hay que olvidar que, como toda forma de arte, la literatura debe cumplir el objetivo de transmitir sensaciones al lector.
    Si puede emocionar, divertir, sorprender, confundir, atemorizar, intrigar, mantener en vilo, intruoducir al lector en una atmósfera determinada y hacerlo vibrar allí, entonces habrá logrado el objetivo. Y tal vez no importe mucho si hemos formulado una buena predicción, si hemos viajado al espacio lejano o a un futuro cercano y familiar o si hemos diseñado un engendro inadmisible.
    Quiero decir que tal vez no importe tanto la taxonomía de géneros como la secuencia de sensaciones que se logre despertar en el lector, y fundamentalmente, dar con alguna que lo impulse a seguir hasta el final.

  3.  
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