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Una vez más, el Fin del Mundo nos ha fallado.

Si hay un miedo supremo —claro, siempre hay excepciones— es el miedo a la Muerte. Y muchas veces evocamos ese miedo detrás de una gran catástrofe (¿mal de muchos, consuelo de tontos?). Las catástrofes, en especial las mayúsculas, monumentales, apoteósicas, nos atraen casi de manera morbosa, y dan lugar a decenas y decenas de mitos e historias. Todas las artes, de alguna manera, tocan alguna vez el tema. El Apocalipsis nos sacude cada tanto, y cada tanto vence un nuevo calendario.

¿Por qué? ¿Cuáles son los mecanismos que nos acercan a este placer morboso? ¿No nos alcanza con ver la muerte que nos rodea, la que causamos, la que no evitamos? ¿O es esta una forma de suavizar las muertes reales, esas que suceden a diario en cualquier parte del mundo?

Necesitamos de la muerte tanto como de la vida. Y probablemente esto sea así porque sin muerte no hay renovación, y por consiguiente tampoco hay nueva vida. Y quienes seguimos con vida debemos superar la muerte para seguir creando.

La literatura fantástica ha tratado estos temas una y mil veces, con antecedentes remotísimos que podemos encontrar en todas las viejas culturas. La Ciencia Ficción, puntualmente, ha llenado páginas y páginas con muchísimas variantes, un abanico enorme e imaginativo, en los cuales muchas veces el mismo hombre es el causante de todos los males. En los ochenta de la guerra fría el cine se había ocupado del tema atómico con películas que marcaron mi imaginación adolescente a través de un par de certeros golpes bajos, y mucho más recientemente, con el desarrollo de grandes efectos y pocas ideas, las olas cubrieron el planeta, o casi es destruido por meteoritos, o es invadido por extraterrestres… y sigue la lista.

La referencia mortal no se limita a las catástrofes planetarias. Hoy están de moda los zombis, así como hasta hace poco éramos mordidos por vampiros, con Drácula a la cabeza. Ya no nos alcanza con no-muertos, necesitamos muertos que se muevan, pero que además se vean muertos. Lejos de la romántica figura del vampiro, urge hacer palpable la muerte a través de la putrefacción y degradación de la carne. Muerte que causa más muerte. Y así quedó transformado un viejo clásico como Soy leyenda, más allá de que el cambio de final haya alterado el tema del libro inicial, donde lo que se trata es el tema del Monstruo, un monstruo que no es otro que el puro, simple y único Ser Humano que queda en el mundo.

 

Volviendo al mundo, a este mundo lleno de zombis y vampiros, nos encontramos con que el Fin del Mundo, anunciado otra vez más con bombos y platillos, ha pasado sin pena ni gloria.

¿Qué vamos a hacer, ahora?

Yo propongo que, ya que la catástrofe ha fallado a la cita y un nuevo (y occidental) año comienza, tratemos de generar vida. Esas pequeñas e imperceptibles catástrofes que nos tocan a cada uno, a veces temporaria y otras definitivamente, no suelen dejar huella a nivel planetario, aun cuando a nosotros nos marquen para siempre. Dejémosle, pues, ese trabajo a la fatalidad y a la naturaleza. Como creadores de nuevos mundos que somos, tratemos de dar lo mejor de nosotros, generando y dando la posibilidad de generar un mundo mejor.

 

 


Axxón 238 – enero de 2013

Editorial

7 Respuestas a “Editorial: «Después del Fin del Mundo»”
  1. Gabriel dice:

    Interesante editorial, hace poco lei en internet que una raza extraterrestre «vio» en el futuro un minusculo planeta donde sus habitantes eran esclavizados por una tirania de otra raza. Y que al ver esto se indignaron tanto que viajaron al pasado, que es el presente nuestro y cambiaron la historia evitando el fin del mundo.
    No recuerdo ninguna literatura que se haya escrito con este tipo de historias.
    Suena interesante, al menos no serian vampiros ni zombies.
    Saludos y Buen comienzo del 2013.

  2. Carlos E. Ferro dice:

    Una vez más, tengo que felicitarte por el editorial, Daniel.
    Ya no me sorprende que coincidamos en tantas cosas, que nuestra visión del mundo sea en gran medida coincidente. Pero sí, como en cualquier espejo, encontrar en tus palabras ese detalle que yo no había visto, esa vista diferente.

    Aparte de compartir personalmente las opiniones, el editorial es una buena pieza, comentando algunos detalles de nuestro mundo actual y cerrando con la invitación a los creadores de nuevos mundos.

    Y sí, fines del mundo eran los de antes…

    Igual, está mal que le cuentes a la gente el final de Soy Leyenda.

  3. Nestor dice:

    muy buena editorial, tratando sobre el tema del fin del mundo que ahora algunos dicen se «corrio» a marzo o abril con la famosa marea solar. Ahora, pareciera que mucha gente desea el fin del mundo, al menos eso es lo que me ha parecido viendo tantos blogs y paginas a lo largo del 2012, es como que una catastrofe global los sacaria de sus rutinas, como decian por alli «no mas impuestos» «no mas trabajo», y si la extincion es total agrego: «al menos nos fuimos todos juntos, no vaya a ser que alguno quede vivo».
    Hollywood lo supo explotar, muchos bestselleros tambien, que ira a hacer Hollywood ahora? Que escribiran aquellos que tanto machacaron con los mayas? Esas cosas me pregunto. En cualquier caso las catastrofes ahora estan fuera de moda.

  4. Marisol Utreras dice:

    PARA GABRIEL (PRIMER COMENTARIO)

    Yo tampoco recuerdo literatura específica de viaje en el tiempo para cambiar un futuro apocalíptico, pero sí hay varias películas como «Doce Monos», remake del cortometraje francés La Jetée (1962), la película Millenium, protagonizada por Kris Kristofferson en 1989 y Terminator.

    La otra cara de la misma moneda sería el relato breve «El ruido de un trueno» de Bradbury, donde el viaje al pasado prehistórico genera un presente (futuro) indeseado y distópico.

    • Gabriel dice:

      PARA MARISOL

      En efecto Marisol, si no me falla la memoria en todas estas peliculas que mencionas, ademas del cuento de Ray Bradbury, los que viajan al pasado son los mismos humanos o robots en el caso de Terminator.

      Pero no recuerdo o al menos no tengo conocimiento de que los viajeros hayan sido de una raza no precisamente humana.

  5. Tal vez el problema es creer en profecías que señalan un día específico, eso es ridículo. Catástrofes latentes hay varias, el tsunami en Japón nos regaló imágenes increíbles, surrealistas, tanto que si las vemos en una película las creeríamos exageraciones de Hollywood. Los problemas ambientales, políticos y sociales que se avecinan o mas bien que ya nos muerden los talones hacen casi, casi añorar un apocalípsis que termine con todo de golpe y no como la horrible agonía que puede llegar a ser el futuro.
    Aunque quizá ya estamos todos muertos y explotó todo. Lo que pasa es que no nos enteramos o más bien no quisimos, y vivimos en un limbo gigantesco todos los humanos. Una enorme alucinación compartida.

  6. sergei dice:

    Los finales del mundo colectivos forman parte de un fenómeno exótico a cuya adivinación se han consagrado durante milenios farsantes de toda raza, sexo y condición. Tal es el número de profetas que si en alguna ocasión un iluminado ha conseguido predecir con éxito un funesto final, lo normal es que haya sido ignorado por las gentes sensatas del momento. (Véase complejo de Casandra). El fin del mundo suele llegar cuando uno no lo espera. Es impuntual, siempre inoportuno y sobre todo, nos llega de uno en uno. Excelente reflexión, Dany.

  7.  
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