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MÉXICO

 

Moda, catarsis de las multitudes ante su miedo a la muerte, metáfora del consumismo, preguntamos a un conjunto de expertos cómo explican la popularidad de los zombis.

 

El estreno en 2013 de la película Guerra Mundial Z, protagonizada por Brad Pitt, es una de las noticias más recientes en lo que bien podría llamarse la epidemia global de los zombis, la recurrencia de un producto del terror que desde hace años experimenta una innegable popularidad. La cinta que mencionamos es una adaptación de la novela del mismo nombre escrita por Max Brooks, publicada en 2006, tan exitosa que hubo una pugna por sus derechos entre Pitt y Leonardo DiCaprio, con el triunfo de la productora del primero.

La industria editorial o cinematográfica gira en torno a la efectividad mercantil de ciertas figuras. Ocurre a veces con la épica ambientada en variantes de la Edad Media, como con El Señor de los Anillos y sus adaptaciones, o con las novelas de George R. R. Martin y la serie de televisión Juego de tronos de HBO. Otras veces, la gallina de los huevos de oro es el mago juvenil y de clase media cuyo prototipo es Harry Potter.

En ese contexto, donde los monstruos impulsan la taquilla y los best sellers, ¿a qué se debe el interés por las películas y los libros de zombis, capaces de competir con los vampiros castos de la saga Crepúsculo? El interés por los zombis ya es uno más de los productos del mercado pletórico, como lo prueban los muñecos de peluche y hasta las pantuflas de zombi que pueden encontrarse en los grandes almacenes de Norteamérica. Por todo lo anterior, nos ha parecido llamativo consultar a expertos en literatura, historietas y cine de género, así como a artistas que se han interesado por los zombis, para saber su opinión a propósito de un fenómeno que, además, es un negocio millonario, el de los muertos que caminan y hacen dinero.

 

 

Criaturas de George A. Romero

 


La noche de los muertos vivientes,
de George A. Romero

La escritora mexicana Raquel Castro, autora de la novela Ojos llenos de sombra, se remonta a finales de la década de los sesenta para plantear un determinado debut de los zombis:

«Desde mi punto de vista, el interés en los zombis «modernos» (es decir, que se deben a fenómenos distintos al vudú y que son más una horda anónima de comegente, en lugar de los revinientes esclavos, sujetos a la voluntad de su amo), surge a partir de la película La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead), de George A. Romero».

Un producto, por lo tanto, del emblemático año de 1968 y de ciertos personajes literarios: «A pesar de que en esa peli jamás se menciona la palabra «zombi», y que, en realidad, se trata de una adaptación muy libre de la figura del vampiro (a partir de Soy leyenda, de Richard Matheson), el monstruo que inventó Romero atrajo poderosamente la atención del público, dando lugar a secuelas y a visitas de otros directores al muerto-que-revive-y-come-gente».

Entre esos directores influidos por el trabajo de Romero, Raquel Castro cita al italiano Lucio Fulci, el director de Miedo en la ciudad de los zombis vivientes (1980): «Uno de los entusiastas fue Lucio Fulci, quien le agregó mucha sangre a la imaginería zombi. Desde entonces, el interés ha seguido presente, aunque es cierto que por temporadas se «apaga», como parece que ocurrió en los setenta».

Además, Castro agrega que en los ochenta hubo dos grandes impulsos a la popularidad del zombi. El primero de ellos fue «el video «Thriller», de Michael Jackson, que fue en su tiempo un derroche de efectos especiales y caracterización».

Se recordará que, en 1983, John Landis, el director del filme de terror Un hombre lobo americano en Londres (1981), dirigió al famoso cantante en uno de sus videos musicales más emblemáticos.

El otro gran empuje que el fenómeno del zombi recibió corrió a cargo, como nos explica Castro, de otra cinta, El regreso de los muertos vivientes (Return of the Living Dead), «que añade un concepto que muchos han retomado desde entonces: el zombi que busca especialmente comer cerebros». Esa película, de 1985, fue dirigida por Dan O’Bannon, conocido por haber participado en el guión de Alien, en 1979.

Las referencias que Raquel Castro nos proporciona acerca de la evolución de estas criaturas a partir de los ochenta son muy numerosas y van desde el cómic hasta el juego de video: «El zombi ha seguido presente en la cultura popular desde entonces, principalmente en cómics. The Walking Dead es probablemente la referencia más conocida, pero ahí están también Blackgas, de Warren Ellis y Max Fiumara; The Abandoned, de Ross Campbell; Marvel Zombies, de Robert Kirkman y Sean Phillips».

En cuanto a las películas, Castro menciona unas cuantas más: «desde Braindead, de Peter Jackson, que fue traducida como Tu mamá se comió a mi perro, hasta las magníficas Shaun of the Dead (El desesperar de los muertos, de Edgar Wright, 2004), Pontypool (Bruce McDonald, 2008) y Fido (Andrew Currie, 2006), de nuevo, solo mencionando unas cuantas». Si de videojuegos se trata, «mi favorito es Plantas contra zombies», añade.

No obstante la resonancia de todos esos ejemplos, el zombi seguía siendo un asunto de iniciados: «Sin embargo, todo este tiempo, aunque el interés por los zombis seguía allí, era de un sector «friki» y no se extendía al resto de la gente». Fue en los noventa cuando comenzó la pandemia que se experimenta en la actualidad, cuando ni siquiera una de las novelas de Jane Austen se ha salvado de ser convertida en Orgullo y prejuicio y zombies, parodia construida por Seth Grahame-Smith.

Castro explica que la actual popularidad de los zombis se debe al juego de video de los noventa Resident Evil y sus versiones en cine a partir de 2002 (protagonizadas por Milla Jovovich), así como la película Exterminio (28 Days Later), de Danny Boyle, «película en la que los zombis se vuelven veloces y su origen no es sobrenatural sino causado por un virus».

Una saga, la protagonizada por Jovovich ya va por la quinta parte, mientras que la película de Boyle, de 2002, cuenta con una secuela, 28 semanas después, de Juan Carlos Fresnadillo, que se estrenó cinco años más tarde.

En la recapitulación que hace Castro no puede faltar otra serie, que se exhibe actualmente: «La cereza en el pastel es la serie de TV The Walking Dead, que hace una versión fresa y dramosita de la novela gráfica de Robert Kirkman. Esta serie hizo que un público que en general evita las historias de horror y apocalipsis se acercara a los zombis desde el confort del melodrama seriado (¡hay episodios en los que sale un solo zombi y al final del capítulo! ¡Espanto y horror, si el chiste de los zombis es que son muchos!)».

Luis M. Rosales, director de la revista española Scifiworld, también afirma que el detonante de este resurgir del zombi podemos encontrarlo en el éxito de las franquicias Resident Evil y 28 Days Later. Y hace una aclaración: las criaturas de esta última no son zombis, sino infectados, algo parecido a lo que ocurre con los seres de la española [Rec], de Jaume Balagueró y Paco Plaza, que en realidad no son muertos vivientes sino poseídos. Rosales explica que los zombis siempre habían estado presentes:

«Realmente nunca nos habían abandonado, pero el éxito del film de Danny Boyle y la fama de la saga de videojuegos Resident Evil y la primera película sí los volvió a poner en el candelero. Luego, el regreso del padre del zombi moderno con Diary of the Dead (El diario de los muertos, de George A. Romero), el remake de Dawn of the Dead (El amanecer de los muertos, 2004, de Zack Snyder), la aplaudida Shaun of the Dead, y el inicio de la saga de [Rec] los impulsaron todavía más, llevando a los no muertos a cinematografías no tan dadas a realizar este tipo de cine como la francesa, con La horde», esta última, una película de Yannick Dahan y Benjamin Rocher, de 2009.

De hecho, el zombi ha llegado hasta filmografías como la noruega, con Zombis nazis (Død Snø, 2009), de Tommy Wirkola, en la cual los muertos vivientes también se desplazan a gran velocidad. En esta ocasión, los zombis son unos soldados nazis que sufren una maldición por los crímenes que cometieron durante la Segunda Guerra. Recientemente, pudo apreciarse la cubana Juan de los Muertos (2011), de Alejandro Brugués.

 

 

Mercadotecnia y miedo a la muerte

 

«Sinceramente creo que hay mucho, pero mucho marketing detrás», dice Eduardo J. Carletti, editor de la revista argentina Axxón, dedicada desde hace décadas a la ciencia ficción, la fantasía y el terror. Sin embargo, Carletti además supone que esa mercadotecnia necesita de ciertos precedentes psicológicos para surtir efecto.


Michael Jackson en el video musical Thriller

En este último aspecto, la psicología, insiste Rosales: «Creo que todo se reduce al temor de la humanidad a la muerte. «¿Qué hay tras la muerte?» es una pregunta que está ahí desde el inicio de los tiempos. Es un temor primigenio que reside en lo más profundo de todo ser humano. Si a eso le sumamos el miedo a que un familiar querido pueda volver de la muerte sin conciencia, con el único fin de alimentarse de uno, ya tenemos otro de los factores».

De ahí que Rosales piense que la gente se disfraza de zombi, como en las recientes festividades del Halloween, para tratar de revertir por medio del juego esos temores: «¿Y cómo lucha el ser humano contra ese miedo? Pues a través de los disfraces, la parodia, etc. Es como un exorcismo colectivo. ¿Cuántos de los que nos disfrazamos de zombis o vamos a zombi walks (desfiles de zombis) saldríamos corriendo ante una situación como la que se nos plantea en esas películas? Todos, ¿verdad?».

Javier Fernández, uno de los organizadores del Salón del Manga de Murcia (comunidad del sudeste de España en la cual este evento se realiza por cuarta ocasión), se inclina por aquellas interpretaciones que tienen que ver con crisis sociales:

«Los zombis representan muy bien la alienación de la sociedad actual, donde el individuo se diluye en una masa abrumada de etiquetas, que en realidad solo se rige por los estímulos que le marcan ciertos impulsos. Hay quien incluso hace una interpretación marxista del zombi, simbolizando una deseable rebelión de las clases bajas, sin formar, que al no haber podido integrarse destruyen y colapsan cualquier tipo de sistema. No hay que obviar tampoco el miedo a la muerte que todos tenemos y el cambio ¯o la superación¯ que el zombi reivindica».

A propósito de la referencia a la lucha de clases, en su momento el crítico mexicano Leonardo García Tsao interpretó una de las películas de zombis de George A. Romero, Tierra de los muertos (Land of the Dead, 2005) como una rebelión popular contra los más acaudalados (ver «Mundo zombi» en el diario mexicano La Jornada, edición del 22 de julio de 2005).

 

 

Un chivo expiatorio

 

Carlos Mal es un caricaturista mexicano quien actualmente radica en París. Con el guionista José Carlos Soto es el autor de Los zombis de Ra, un cómic acerca de los muertos vivientes, representados por medio del humor. Carlos Mal empieza expresando que suele decirse que los zombis deben interpretarse de acuerdo con los criterios de la posmodernidad: «Por ahí leí que los zombis son populares gracias a la posmodernidad, que nos acostumbró a pensar en dicotomías relativas (arte que a la vez es popular y transgresor; sociedades que son apáticas y se sienten activistas a la vez, etc.)».


Milla Jovovich en Resident Evil

Sin embargo, su análisis del fenómeno es distinto: «Yo creo que tiene mucho que ver con la censura: los zombis nos permiten disfrutar del gore, de la masacre, del exterminio en masa, sin involucrarnos con los objetos de estas atrocidades. Por muchos años tuvimos a los superhéroes matando nazis, vampiros y otros grupos considerados por el consenso como inhumanos. Los zombis son el siguiente paso: no tienen el lastre de la ideología y son prácticamente como nosotros (tienen nuestra ropa, están en nuestras ciudades y su motivación es la misma que nos mueve a todos nosotros, el hambre), pero, convenientemente, no hablan, no sienten dolor y no tienen capacidad de redención (aunque hay que ver qué pasa con la próxima película Warm Bodies, va a ser interesante). En resumen, son una especie de chivo expiatorio perfecto para nuestra agresividad y nuestros instintos de destrucción más sanguinarios».

 

 

Representan los problemas del presente

 

Alberto Chimal, el escritor mexicano de literatura fantástica (aunque a él le gusta hablar de literatura de imaginación), es autor de varios libros de cuentos, como El país de los hablistas (2001), Éstos son los días (2004) y Grey (2006). Recientemente publicó su libro El último explorador y la novela La torre y el jardín, ambos de 2012. Además es ensayista, por lo que ha reflexionado acerca de problemas como el que planteamos ahora. Hay que agregar, además, que Chimal es autor de un cuento, «Los salvajes» (disponible en el sitio de la revista mexicana Letras Libres), en el cual plantea, también con humor, una historia de zombis y narcotraficantes. Esto fue lo que nos comentó acerca de los zombis y las razones detrás de su enorme popularidad:

«El zombi es una figura popular porque, de algún modo, es emblemática de muchas preocupaciones del presente. En cierto nivel, por ejemplo, el zombi se ha convertido en una parodia siniestra, una versión exagerada hasta su extremo más terrible, de la imagen «ideal» de los consumidores de los países occidentales, que son (somos) de costumbres uniformes, desprovistos de pensamiento independiente, sin capacidad o interés en cuestionar lo que sucede alrededor y de motivarse por nada salvo los impulsos más primarios. A la vez, en otro nivel, está la idea del zombi como un otro perfecto, un ser siempre ajeno, un enemigo incapaz de comunicar u oponer un punto de vista al nuestro porque no lo tiene, y además empeñado en destruir a la «civilización». (Esta interpretación es la que se ve más en la cultura popular estadounidense, por ejemplo, obsesionada como está por el poder y la percepción de su propia valía.) El zombi, pues, resume tanto el malestar de muchos con su propia existencia como su miedo a las existencias ajenas: a la violencia que amenaza de tantas formas lo que supuestamente iba a ser el «fin de la historia»».

 

 

No se puede pactar con ellos

 

Raquel Castro resume de la siguiente forma las características que han llevado al zombi a convertirse en el monstruo perfecto:

«Creo que el interés en los zombis se debe a que son unos monstruos con los que no se puede pactar: el vampiro te seduce, la momia no puede reproducirse, el hombre lobo tiene periodos largos de raciocinio. El zombi carece de conciencia, no ataca por venganza ni ningún otro motivo personal y solo si bien te va te destruye: lo más probable es que te convierta en parte de un ejército anónimo en el que desaparece la conciencia. Acostumbrados como estamos a la exaltación del individuo y su originalidad, así como la comodidad de una vida «moderna», la perspectiva de perder por completo estos atributos es aterradora».


Exterminio, de Danny Boyle

La novelista tampoco descarta los factores psicológicos que mencionan los otros entrevistados: «Súmale el miedo que siempre nos ha dado «la otredad» y lo siniestro, pues ya está: monstruo perfecto. Hablando de lo siniestro, que podríamos definir como la irrupción de lo sobrenatural en lo cotidiano, ¿qué puede haber más siniestro que toparte de frente con alguien a quien creías conocer y que ahora es un cascarón vacío con ganas de comerte el seso?»

Catarsis colectiva, moda, evidencia del miedo a la muerte, crisis de una idea de civilización o forma de canalizar impulsos atávicos, el zombi nos espera en las salas de cine, las librerías y los lugares más insospechados de esta sociedad que muchos reconocen como célebre por fagocitarse a sí misma.

 

 

Manuel Llanes (1972). Escritor mexicano. Autor de la antología de relatos «Decir adiós de noche» (2008). Un cuento suyo, “El templo”, fue incluido en la antología «Naves que se conducen solas. Narrativa en Sonora» (2011). Actualmente es colaborador del periódico mexicano «Primera Plana», donde publica crítica de cine. Sus artículos también pueden leerse en el portal español «Cuenca News».


Este artículo se vincula temáticamente con La Horde, una de zombis a la francesa (Axxón Noticias); TODOS NOSOTROS ZOMBIES, de Luis Saavedra y ¡ZOMBIE, RESPONDE!, ORDENÓ EL PLASMATRÓN, de Ariel S. Tenorio.


Axxón 238 – enero de 2013

Artículo de autor latinoamericano (Artículo : Medios : Temas, Fantástico, Zombis : México : Mexicano).

4 Respuestas a “«Muertos que caminan… y hacen dinero», Manuel Llanes”
  1. Lisi dice:

    Excelente artículo, lo leí con muchísimo interés. Me he cuestionado en diversas oportunidades el porqué de esta obsesión con los zombies, principalmente en Estados Unidos, y la explicación de Carlos Mal me ha parecido muy realista y convincente. De todas maneras, cada aporte de los especialistas ha sido muy enriquecedor.
    Gracias por la publicación, y mis saludos a Manuel Llanes desde Argentina.

  2. Gracias, Lisi, qué bueno que te gustó el artículo. Saludos.

  3. Un artículo muy completo, cubre todas las posibles explicaciones del fenómeno Zombi. Lo que me interesa remarcar es un tópico que se dijo al principio, la posibilidad que un familiar querido y cercano se convierta en un cascarón vacío que solo quiere devorarte. Esa idea me recordó un hermoso cuento de Ambrose Bierce llamado «La muerte de Halprin Fraser». Precisamente en este cuento Bierce habla de la existencia de «los cuerpos sin alma» que vuelven de la tumba para llevarse con ellos a los suyos. Es un probable antecedente literarios del zombi.

  4. Gracias por tu comentario, Alejandro. Ambrose Bierce es un escritor excelente y que no puede faltar cuando se habla de estos asuntos relacionados con el terror y la fantasía; voy a releer ese cuento que comentas. Recibe un saludo.

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