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Tengo, cada vez más seguido, la sensación de estar viviendo al borde de una singularidad. Tal vez no sea La Singularidad —aquella que al menos una vez ya ha sido visitada por Eduardo Carletti en un editorial anterior— pero sí esa suma de pequeños cambios que hacen que el mundo actual no sea nunca más el mundo del día anterior. Esos cambios son de la más diversa índole: muchos nos alcanzan en lo cotidiano, casi sin darnos cuenta; otros, en cambio, aparecen efímeramente en las noticias y luego permanecen en las sombras, desapercibidos. Algunos de estos cambios son muy sutiles, específicos, y suelen aparecer en medios científicos y canales de divulgación científica sin llegar a los medios masivos porque no suelen ser noticia. Otros tal vez lleguen a hacer algo de revuelo, pero muchas veces no son lo que parecen o están tan fuera de nuestra comprensión de personas comunes que pocos llegan a entender su magnitud y relevancia.

Sea como sea, la Singularidad por excelencia sigue siendo esa singularidad tecnológica donde las Inteligencias Artificiales toman control de sí mismas. Y sin llegar a eso —aunque el cine actual se encargue de tocar este tema, con mayor o menor acierto— siento que vivimos en un singular mundo de ciencia ficción.

¿Es eso bueno?

Supongo que sí. Hay descubrimientos y adelantos científicos que cambian nuestra visión del mundo, y mejoras en ciencia y tecnología que permiten solucionar problemas que hasta hace poco parecían irresolubles.

¿Es eso malo?

Creo que también. No todos los mundos que leímos son agradables, y muchas cosas de nuestra realidad se acercan en mayor o menor medida a estos modelos de mundo. Por otra parte, aquellas mejoras que aparecen como buenas alcanzan a un porcentaje mínimo de la población mundial. No es este un mundo parejo sino un mundo cruel, regulado por un sistema que está lejos de los sentimientos humanos.

Si somos nosotros, personas, los que hacemos así las reglas, ¿por qué temer, entonces, a aquello que imaginamos distinto?

Puede ser que eso sea algo intrínseco, algo grabado en nuestra condición humana, tan fuerte como nuestro vaivén entre la esperanza y la autodestrucción. Y entre cada ida y vuelta de ese péndulo nuestra vida cambia. ¿Y si mientras esperamos ese cambio somos nosotros los que cambiamos? ¿Hay posibilidad de que nosotros seamos los distintos? ¿Que pasaría si uno o un pequeño grupo de nosotros cruza la línea de lo que llamamos humanidad?

Mientras este mundo en el que vivimos se parece cada vez más a aquellos que la ciencia ficción ya ha visitado —no por anticipatoria, sino por los problemas y soluciones que platea, por los logros y las alegrías, las frustraciones y los sinsabores que deja entrever— los autores de hoy siguen creando nuevos mundos, acariciando nuevas ideas y reformulando otras preexistentes, transformadas a través del lente de nuestra realidad actual.

Para mí no hay nada como esta literatura loca, distinta, para mostrarnos cómo somos, para indicarnos —para bien o para mal— aquello que tal vez podamos ser.

 

 


Axxón 256 – julio de 2014

Editorial

2 Respuestas a “Editorial: «Singularidad»”
  1. Muy interesantes reflexiones, Dani. Sí, hay mucho egoísmo; en cada uno de nosotros. Debe ser porque evolucionamos así para sobrevivir, y cientos de miles de generaciones pueden más que 10.000 años de civilización, cuando se trata de genes y comportamiento inconsciente. De hecho, Axxón fue un gran descubrimiento en 1989, más en nuestra sociedad cultural, que necesitaba algo así. Tuvo repercusión en muchos medios, porque le interesaba a los periodistas que escribían en esos medios, pero no en el público en general. No digo que fue ignorado, pero ahí quedó. Mucho después llegó el PDF, y hoy el PDF es el rey de la publicación en soporte informático junto a los formatos para móviles. Hace poco unos argentinos se hicieron propaganda con una prótesis de mano para un niño… Salió una nota hasta en portada del diario de mayor circulación –no voy a nombrarlo– alabándolos como inventores, y hoy aún siguen apareciendo personas que nombran este «invento» como ejemplo de ingenio argentino, aunque muchos intentamos aclarar que esa gente se habían adjudicado INJUSTAMENTE la invención. Incluso cuando quedó claro que la invención no es de ellos, sino de uno jóvenes en Sudáfrica (tiene más de 2 años en dominio público, y sitio en internet), de todos modos ellos y esos mismos medios se defendieron diciendo que los argentinos «habían adaptado» esa prótesis para el niño. Pues bien, la prótesis se fabrica con una impresora 3D y EL AJUSTE A TAMAÑO DE CADA PERSONA VIENE INCLUIDO EN LOS ARCHIVOS, que los jóvenes sudafricanos que lo desarrollaron pusieron en dominio público. Quizás si estos jóvenes hubiesen creado una empresa y ganado muchos millones de dólares, habrían salido en portada de New York Times como unos héroes de las ideas y los negocios… pero en realidad hicieron algo mucho mejor: ponerlo en dominio público. Cosa que no conviene a muchos intereses. Así que el mundo es como manda la mente de la mayoría, o quizás de la minoría con poder (y medios) de persuasión. La gente quiere escuchar algo, y si alguien quiere meterles en la cabeza una determinada cosa, basta que la disfrace un poquito de lo que esa gente quiere escuchar, aunque sea mentira. Y luego la gente defiende la mentira mucho más que lo que acepta la verdad, con documentación ante sus ojos y todo. Ha sido una constante en mi vida sentir que el cacareo –bien, «publicidad» entre los humanos– es más fuerte que los hechos y los logros en sí. Por lo tanto puede haber «héroes» de la sociedad que sólo han logrado cacarear bien, mientras que otros que han logrado cosas con gran esfuerzo son ignorados. Se aplica a varias de tus reflexiones, y también a las relaciones humanas que no se basan en hechos tecnológicos. Es el mundo que tenemos. Los que leen mucho quizás puedan contarme si el tema se ha desarrollado debidamente en la literatura y con la repercusión que debería tener, ya que esto influye MUCHO en la vida y la Historia de la especie humana… De hecho la CF lo hizo, pero díganme con cuánta repercusión. Prácticamente nada. Somos consumidores de pan y circo. No es nada nuevo, lo proclamaban como excelente sistema los dirigentes en la Tierra hace siglos, pero no es historia antigua: el circo continúa y a veces el pan escasea… y hay que ganárselo respaldando el circo.
    Felicitaciones por la intensidad que logran tus editoriales y un gran abrazo.
    Edu

    • dany dice:

      ¡Uh, Edu! Me siento orgulloso de tus palabras, y por sobre todo, agradecido por el lugar que estoy ocupando, que es completamente tuyo, lo cual me fuerza a hacerlo lo más dignamente posible. Creo que cualquier otra cosa que diga está de más.
      Otro abrazo grande, enorme.

      Nos escribimos,
      Daniel

  2.  
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