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ARGENTINA

 

 

Si ustedes siguen estos editoriales sabrán cuántas veces me he preguntado por qué la Ciencia Ficción parece flaquear, en la actualidad, ante el auge de sus hermanas fantásticas, la Fantasía y el Terror.

Si bien creo que una de las causas es que por lo general la primera es más difícil de digerir que las restantes, a veces pienso que otra razón es que hay un desengaño que nace en la confusión de relacionar Ciencia Ficción con Futuro.

Yo me siento personalmente desengañado respecto a ciertas promesas de futuro, especialmente esa promesa de futuro tecnológico donde el mundo es infantilmente feliz y apacible. Aunque aprovecho mucho la tecnología que está a mi alcance (relativamente barata, mundana, hecha para consumir) no creo que su uso esté orientado a que con ella construyamos un mundo mejor, sino a mantenernos confortablemente adormecidos. La tecnología que se produce en masa es básicamente idiotizante. No obstante, el problema no es el martillo que he utilizado para hundir el cráneo, sino yo mismo, pues la herramienta no es en sí un arma, no fue creada para convertir a nadie en asesino.

 

Cierta Ciencia Ficción nos ha mentido: esa que nos ha prometido que el futuro sería mejor porque sí, porque así es el espíritu de un Occidente triunfador y benévolo.

Creo también que Otra Ciencia Ficción, en cambio, ha hecho los deberes correctamente. Pero esa Ciencia Ficción, ciertamente, es la más difícil de escribir. Mueve ideas y sentimientos profundos, puede darnos vuelta como un guante y trastocar nuestra percepción de la realidad para siempre.

Yo necesito creer que podemos ser mejores, menos mezquinos, y hacer las cosas bien de una buena vez. No quiero conformarme y pensar que esto es todo lo que podemos ser: monos armados con afiladísimas y tecnológicas navajas láser, listos para saltar al cuello del primero que piense en forma diferente a la nuestra.

 

Pero hay algo más.

 

Cuando en mi adolescencia leía Ciencia Ficción, encontraba que esos libros estaban en realidad dedicados a los adultos. Incluso cuando los personajes eran niños, la mirada era la de un padre, comprensiva y cuidadosa de los primeros pasos dados por el infante. En algún momento, el género pasó a la rebeldía de la adolescencia, y hoy suele tener una mirada más madura, pero algo más amarga en lo general, de lo que nos pasa y nos va alcanzando.

Hoy existe una literatura fantástica que se centra en el futuro cercano. No me refiero a su contenido, sino a su target: los adolescentes. De Harry Potter para acá, saltando entre las tres patas de lo Fantástico, varias series de gran tirada que incluso ya cuentan con sus propias versiones cinematográficas de dos o más capítulos (nada se consume de un tirón en el mercado de masas de hoy) tienen protagonistas que son adolescente o adultos muy jóvenes. Y cuidado: sus protagonistas pueden llegar a ser héroes, pero en primer lugar son supervivientes que se enfrentan a una espiral de contratiempos cada vez más graves, donde las decisiones deben ser tomadas rápidamente y sin dudar, aún a costa de la vida, propia o ajena. No son las clásicas novelas juveniles. Corre sangre, y a veces bastante.

 

Vivimos en un mundo ordinario que no nos ayuda a crecer, más bien nos acomoda para que cumplamos nuestra parte dentro de una maquinaria delineada por otros. ¿Necesitamos una bocanada de heroísmo que nos tenga engañosamente como protagonistas? ¿O nos estarán preparando para ese mundo agresivo y feroz en el que nos tocará vivir o sucumbir?

 

Estos tiempos interesantes que nos toca transitar zamarrean nuestro ordinario mundo en lo cotidiano pero también en lo trascendente, llevándolo de aquí para allá. Y también, es posible, marcándolo para siempre. Y a nosotros con él. Los decisiones soberbias y egoístas de unos pocos poderosos pueden mellar la historia sin vuelta atrás, olvidando que la humanidad es mucho más que números estadísticos y mercados que consumirán sus productos o se subyugarán bajo su pie firme y poderoso. Se trata de gente. Se trata de nuestro mundo. Así y todo, pareciera que lo malo sólo llega a través de la TV y que siempre ocurre en un lugar distante. Estamos protegidos de este lado de la pared de pixeles, y entonces todo se transforma en fuegos de artificio. Muerte en alta definición, pero indolora. Y para que se note menos esa falta de dolor, si es conveniente y correcto nos ponemos una cinta negra y virtual, porque eso es lo que hay que hacer en ciertos casos. Los más mediáticos, claro.

Qué casualidad, como en las películas…

 

No obstante, creo que es posible hacer un camino distinto, de construcción, aún cuando ya sea tarde como para volver sobre los pasos mal dados. Muchas veces esas voces nacen de pensar la realidad desde lo tangencial, desde ese ángulo que se sale de lo preestablecido. Voces subversivamente necesarias. Ese ángulo más de una vez lo dio la imaginación para muchos febril de la ficción conjetural. Sé que seguirá haciéndolo, y espero con ganas que esos autores encuentren en Axxón un canal donde expresar esas ideas, volcadas en obras de ficción o en artículos y ensayos que siempre son bienvenidos, pues no solamente sirven como expresión de su autor: son esporas fértiles que pueden derramarse sobre otros y dar nuevos frutos. ¿Qué autor de ficción no se vio alcanzado alguna vez por el fuego de un artículo provocativo?

 

Debemos estar aquí cuando la luz caiga sobre ese prisma distinto. Debemos permanecer como un canal válido para esas ideas que están por venir.

Y aquí estaremos.

 

 


Axxón 268

Editorial

3 Respuestas a “Editorial: «Mundo ordinario»”
  1. Mekola dice:

    El tema de la mirada hacia los jóvenes y las sagas parece nuevo, pero no lo es. Ya para la generación anterior existieron los libros de novelas de aventuras, de la cual la más destacable para los géneros que aquí ocupan, es sin duda la saga de novelas de «(Alfred Hitchcock y) Los Tres Investigadores», que creó Robert Arthur Jr. en 1964 y que cuenta con 58 libros de la serie original yanqui y más de 100 en la saga alemana que Kosmos continúa hasta nuestros días. El éxito de estas viejas sagas que precedieron a Harry Potter en popularidad es tal, que algunas se han comenzado a reeditar, tal el caso de Los Tres Investigadores cuyos primeros cuatro títulos se han vuelto a reimprimir en España.

    • dany dice:

      Hola Nicolás.

      El tema no es la mirada hacia los jóvenes, sino los objetivos que se les plantea: matar o morir, la mera supervivencia.

      • Mekola dice:

        Pues las novelas de aventuras anteriores eran más laxas. Podía haber situaciones de peligro, amenazas contra los protagonistas, pero sucedía como con los héroes, lograban sobrellevarlas. Caso típico como la serie de TV de Batman de 1966.

  2.  
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