Revista Axxón » Entrevista a Marcelo Huerta, Ricardo Giorno - página principal

¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 

ARGENTINA

 

 

Marcelo Huerta
Marcelo Huerta.

AXXÓN: Contanos cómo llegaste a conocer la revista, y qué hacés para Axxón.

 

Marcelo Huerta: Como muchos, yo me acerqué a Axxón como simple lector. Empecé a tener contacto con Axxón cuando las revistas eran programas ejecutables, y me las bajaba de los antiguos BBS, a velocidad de conexión telefónica y por módem.

Y mi primera aparición fue en una carta de lectores del número 53, en la que contaba mis peripecias como lector y les enviaba otra misiva/cuento, presuntamente desde el futuro donde contaba lo que ocurriría con Axxón en un futuro opresivo y posapocalíptico.

Con el tiempo envié descaradamente algunos de mis cuentos, que los selectores de Axxón tuvieron la generosidad o el descuido de elegir para su publicación. Desde que empecé a leer la revista, nunca dejé de seguirla.

En 2002 uní mi gusto por Axxón por mi gusto por la tecnología portátil: me había comprado una Palm, y así como descargaba otros sitios para leer en cualquier parte, empecé a hacerlo con Axxón. En ese momento hacía viajes largos en tren todos los días, no siempre podía leer Axxón en mi PC, y mi trabajito artesanal le permitía a la revista, como dice su lema desde el inicio, ir donde yo la llevara.

Hay que destacar que ese es un trabajo en el que me subí sobre los hombros de gigantes que hicieron mucho del trabajo por mí. El formato que usé para leer en la Palm, llamado Plucker <plkr.org>, se creaba con un programa de código abierto y generaba los archivos a partir de páginas web, respetando mucho de su formato. De modo que mi trabajo inicial consistió en convertir las páginas de Axxón en versiones «mini», con iconitos tamaño Palm, y usar Plucker para obtener el producto final.

Al principio lo hacía para mí, pero andando el tiempo se me ocurrió algo: Axxón me había dado muchísimo (horas de lectura, una fuente de información y curiosidades sobre el fándom local) y lo había hecho gratis. Sentí que mis modestas compilaciones podían ser de interés para alguien más, y así me comuniqué con Eduardo Carletti para ofrecerle su publicación en el sitio.

Cuando él aceptó, la generación del Axxón mensual fue una de mis tareas gratas de cada mes. La tecnología de armado se fue automatizando más y más con programas creados por mí, siempre utilizando Plucker para el producto final. Esto alcanzó bastante difusión en los círculos de usuarios de Palm en castellano, algunos de los cuales habían empezado esfuerzos independientes para generar versiones Palm de Axxón (sólo con el texto), pero mi versión se convirtió en la «oficial».

Con el tiempo resultó cada vez más evidente que generar versiones para Plucker era insuficiente. Como formato de publicación era adecuado pero estaba indisolublemente ligado a las Palm, un tipo de dispositivo que los avances tecnológicos volvían cada vez menos relevante. Y cuando yo mismo dejé de usar una Palm y la reemplacé por un teléfono Android, fue evidente que el formato ya no me servía. Sin embargo, como sabía que los lectores de Palm no habían dejado de existir, había que idear un medio para generar los números para más de un formato, de la forma más transparente posible.

Para ese momento (2009), el formato EPUB empezaba a imponerse como una opción seria de formato libre, respaldado por una entidad que definía y publicaba el formato y generable con herramientas también de código abierto. Y esto era importante: además de no ser oneroso de generar, había que preservar la gratuidad de Axxón en todos los formatos, para que los lectores no debieran incurrir en gastos adicionales para leerlos y que no hubiera formatos propietarios por cuyo uso alguien pudiera reclamar.

Para generar Axxón en EPUB, la herramienta que empecé a usar fue Calibre <http://www.calibre-ebook.com/>, un software brillante que además de ser un gestor de la propia biblioteca de ebooks, posee herramientas para automatizar la generación de ebooks en muchos formatos, entre ellos EPUB, a partir de páginas web. Así, las versiones iniciales simplemente consistieron en las páginas para Palm convertidas a EPUB con Calibre. Pero después, utilizando herramientas adicionales, todas relacionadas con el lenguaje Python, y mis propios programas complementarios, logré generar versiones diferentes apropiadas para cada formato. La ventaja de usar un software tan potente como Calibre es que a partir del mismo formato inicial se pueden generar varios formatos de salida, así que en diciembre de 2012, luego de algunas vacilaciones iniciales, agregamos el formato Mobipocket para leer en Kindle, con la intención de alcanzar la mayor cantidad de lectores de ebooks disponibles; creo que con generar EPUB y Mobipocket los abarcamos todos.

(Por cierto, tengo curiosidad por saber más de los lectores de versiones móviles, así que si los lectores pueden responder nuestra encuesta en la página de descarga lo agradecería mucho. Y sigan las novedades allí, ya que ahora hay una especie de blog donde contamos lo que va pasando.)

 

 

AXXÓN: ¿Es posible una Axxón sin Eduardo Carletti? De ser así, ¿cómo sería?

 

MH: No me atrevo a decir que sería imposible pero sin duda sería inquietante. Y para que Axxón siga siendo Axxón, un hipotético «Carletti 2.0» tendría que compartir con él ciertos atributos: la voluntad de apertura a todos los géneros, todas las temáticas y todos los orígenes; una total falta de amiguismo a la hora de elegir qué publicar, cuándo y cómo; un amor apasionado, desmedido, por la literatura de ciencia ficción y sus temas aledaños y un deseo de considerarla, además de literatura en sí misma, un portal a la posibilidad de crear un mundo mejor. Sí, Axxón lleva en sí misma una gigantesca, sobrehumana dosis de idealismo. Es lo que le ha permitido sobrevivir todos estos años y es lo que debe preservar y aportar cualquier persona que se cargue la mochila al hombro.

 

 

AXXÓN: Dos preguntas en una: ¿Qué le agregarías a la revista? ¿Cómo ves la tarea de Daniel Vazquez?

 

MH: El regreso del taller De máquinas y monos es una reincorporación de algo que yo consideré siempre un valor importante de Axxón. Ojalá funcione bien y dure mucho. Y me gustaría que los aportes de los lectores hicieran revivir Urbys, la ciudad construida enteramente con relatos, en los que cada aporte debe encastrarse con el resto para mantener la coherencia; el trazado urbano posterior no debe contradecir el existente, y aunque una manzana sea ciencia ficción dura y la otra tenga un aire de misterio, todas conviven y se tocan entre sí. En algún momento aporté un par de textos para Urbys; en la Manzana de la Ciencia apareció la perversa Genowerks, la empresa dedicada a extrañas manipulaciones genéticas. Lo demás, lo dirán sus responsables, yo no me siento autorizado a siquiera sugerir adiciones a Axxón; la quiero demasiado como es.

Daniel es una persona notable a quien tengo el privilegio de poder llamar amigo. Obviamente lo conocí gracias a Axxón (aunque la fiesta de disfraces en la que se disfrazó de mosca me lo mostró en una luz bastante extraña para un primer encuentro) y se está poniendo al hombro la dirección de la revista de una forma impresionante. Hay que recordar que en la época de Axxón ejecutable ya lo había hecho, y lo había manejado igual de bien. Fue uno de los primeros en dar la bienvenida al formato móvil de la revista, y hemos conversado de algunas ideas interesantes que tienen que ver con ese formato de Axxón, pero no quiero adelantar nada. Sobre todo porque no han pasado de la etapa del «estaría bueno si…», sueños locos en los que uno se deja llevar.

 

 

AXXÓN: Sé que tus conocimientos sobre CF son vastos. ¿Te parece bien una pequeña reseña de cómo nació tu gusto por la CF?

 

MH: Yo no los llamaría «vastos», como mucho son diversos… Empecé a leer cf en la infancia, y la encontré apasionante. Un tío me prestó varios libros de una colección publicada por Bruguera de libros de cf de la década del 50 y 60, incluyendo una antología de cuentos rusos. Las traducciones eran un poco vacilantes, siempre conservadoras y no siempre cumplían bien con la finalidad de transmitir plenamente las ideas del original. Además tenían un estilo particular que resulta anticuado y falto de palabras apropiadas para describir temas que hoy son lugares comunes. Cuando alguien escribe hoy en día con un estilo así suelo llamarlo «estilo de traducción de Bruguera». (Con perdón a la editorial, es un recuerdo infantil muy arraigado.)

En la adolescencia disfruté mucho de la muy famosa colección de Hyspamérica. Mi acceso a libros era limitado por lo que los primeros libros, que releí muchas veces, son los que me produjeron una impresión más fuerte. El fin de la eternidad, 2001, Tropas del espacio, Estación de tránsito, Mundo anillo, Visiones peligrosas, Relaciones extrañas… podría seguir enumerando, pero esos clásicos del género me quedaron grabados para siempre. Cada nueva noción, cada idea desconocida que entraba en mi mente me abría las percepciones y me aportaba un tipo de felicidad, de goce intelectual, que a la vez era triste. El goce de disfrutar de una idea nueva, compleja y fascinante no necesito explicarlo, pero la tristeza la producía el no tener, en ese momento, con quién compartir esas ideas. Conocer Axxón me dio permiso no sólo para disfrutar más libremente de esas ideas, sino de crear las mías propias, hasta donde fuera capaz, y con la esperanza de que otras personas las conocieran y, quizá, las disfrutaran. Hoy sigo leyendo todo lo que se me cruza y pertenece aunque sea en parte a la cf y, últimamente, también a la fantasía, en particular las que implican choque de culturas y/o especies. (El policial se cruza con el mundo mágico en las novelas de Dresden Files de Jim Butcher; una ciudad estadounidense va a parar a la Alemania de la Guerra de los 30 años en la serie de novelas iniciada con 1632, que además dio origen a un universo compartido; la serie «Lilith’s Brood» de Octavia Butler, que en la también famosa colección de Ultramar se conoció como Xenogénesis.). Lo que leo y disfruto mucho, tiendo a releerlo, y como resultado lo recuerdo bastante bien. Eso resulta en que a veces comento detalles que pocos tienen presentes y alguna gente termina consultándome cosas a ver si las recuerdo. No siempre es el caso, pero entre los círculos de amigos de Axxón y la Tertulia del bar La Alameda me han hecho fama de memorioso. Y recuerdo que en alguna fiesta de Axxón nos acusaron a mí y a Andrés Diplotti de ser pichones de John Doe (un personaje de una serie de TV, quien de un modo desconocido lo sabía todo sobre todas las disciplinas).

 

 

AXXÓN: Según tu propio criterio: ¿Qué libro concibió mejor la idea de los viajes en el tiempo? ¿Por qué?

 

MH: Alguna vez leí acerca de escuelas divergentes sobre los viajes por el tiempo. Están aquellos que creen que un cambio mínimo puede generar grandes impactos históricos; y están los que creen que la historia es como un río caudaloso y que una leve desviación no podría alterar el curso ya esperable de los sucesos. (También están aquellos como Alfred Bester, que escriben historias donde cada instante está totalmente separado de los demás, como Los hombres que mataron a Mahoma, pero estos casos son minoría, por supuesto.) Las historias en general se agrupan en una de esas dos grandes escuelas, y lo novedoso son los mecanismos por los cuales se producen los viajes. Entre las que más me gustan de lo que leí recientemente, los métodos de viaje por el tiempo que me resultan más creativos son: la «red», poco descripta salvo por sus efectos, de la novela To say nothing of the dog de Connie Willis, y el extraño mecanismo que produjo el «Anillo de Fuego» en 1632 y las novelas de ese universo: una «viruta» de espaciotiempo, descartada de una escultura en el continuum creada por una civilizacion llamada Assiti (que luego fue exterminada por practicar una forma de arte tan irresponsable), chocó con la Tierra intercambiando dos zonas de espaciotiempo.

 

 

AXXÓN: Recomendame 5 libros para alguien que ya ha leído CF clásica.

 

MH: Suponiendo que por «clásica» te referís a autores consagrados del pasado, mis recomendaciones son más recientes.

Accelerando, de Charles Stross. Neuropath, de R. Scott Baker (es especulativa, pero es tan plausible que parece realista). Los niños de Darwin de Greg Egan. Hermano menor de Cory Doctorow (publicado en Axxón, y profundamente significativo para nuestra época).

 

 

AXXÓN: Qué le falta y qué le sobra a la CF hispanoamericana.

 

MH: En este caso tengo que declararme incompetente. Aun cuando no hubiera leído tan poca cf hispanoamericana como he leído, creo que no me corresponde pronunciarme en ese sentido, en particular cuando he escrito tan poco.

 

 

AXXÓN: Sé de tus conocimiento de cine y series. Acá también te voy a pedir un breve resumen.

 

MH: El gusto por la literatura de cf me hizo extender mi gusto a las series y películas de la misma temática, disfrutando los buenos resultados pero notando que en general el cine y la tv están muy debajo de la literatura en cuanto a calidad y complejidad temática. La principal fuente de estos temas suele ser Estados Unidos, para bien y para mal, y noto que casi siempre las producciones que requieren cierta complejidad mental para su disfrute son las que están condenadas a durar poco. Quizá se subestima al público o, lo que sería más triste, el público es poco exigente y disfruta más de las recetas más obvias. Como sea, tiendo a ver algo menos de cine del género porque me he vuelto más selectivo. Ciertamente no vería películas basadas en libros de Stephenie Meyer; o, por ejemplo, luego de haber leído y visto Juegos del Hambre, y haber leído luego por curiosidad la serie Divergente (bastante inferior, a mi juicio, a Juegos del Hambre a quien le debe no poco), no tengo mucho interés en ver películas basadas en esta última.

En cine en general prefiero adaptaciones fieles a los libros, salvo en los casos donde el producto supera ampliamente al original. Para mi gusto, por ejemplo, Blade Runner es mejor que «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», incluso sin la ambigüedad sobre la condición de replicante de Deckard que introdujo Ridley Scott. Y hace poco disfruté muchísimo «Predestinación», una película basada en (y muy fiel a) «Todos ustedes zombies» de Heinlein. Creo que he visto la mayoría de las franquicias «importantes» del género con al menos algún gusto y la mayoría con profundo placer.

En series me atrapan premisas interesantes que tengan algo nuevo, como en Firefly, Dollhouse, Journeyman… series de duración breve o canceladas con premisas interesantes, del tipo que mencionaba antes. Y le huyo a las series de JJ Abrams porque tiende a complicarlas de formas irresolubles y frustrantes. (Prefiero no hablar sobre lo que hizo con la franquicia Star Trek y lo que temo por la de Star Wars; baste con decir que a la luz de lo hecho con una desconfío profundamente de lo que hará con la otra.)

 

 

AXXÓN: Si separaras tu vida por décadas, ¿cuáles fueron las mejores series, las peores y las extrañas de cada una de esas décadas? ¿Por qué?

 

MH: Uh, vamos a aburrir a los lectores. A ver si recuerdo las buenas, al menos.

En mi infancia disfruté muchísimo las series en Supermarionation de Gerry y Sylvia Anderson (Supercar, Fireball XL5, Joe 90, Stingray, pero extrañamente no vi Thunderbirds). Y si bien Meteoro (Speed Racer o Mach GoGoGo!) no era estrictamente de cf, el Mach 5 sí. ¿Quién no quiso tener ese auto, cuando chico?

En mi adolescencia hubo varias; la I.A. de Knight Rider era asombrosa y uno quisiera que todos los autos fueran tan amigos de uno como KITT lo era de Michael Knight. The greatest american hero (en Argentina se la conoció como El gran héroe) tenía una premisa muy a lo Linterna Verde: «Extraterrestres preocupados por la Tierra presentan traje con superpoderes a la última persona capaz de abusar de sus poderes». El toque humorístico de que el maestro devenido en superhéroe perdiera el manual del traje la convirtió en comedia pero planteaba algunos interrogantes dignos del género serio. Ya que estamos con los héroes, el Flash de los ’80 no estuvo tan mal. Entre las malas hubo muchas, pero The powers of Matthew Star destaca por la sobrecarga de clichés.

Ya en mi edad adulta hay demasiadas para mencionar. Las dos primeras «series nuevas» de Star Trek (The Next Generation y Deep Space 9) constan entre las buenas, y las siguientes (Voyager, Enterprise) entre las mediocres o malas.

Muy recientemente, destacan Journeyman, Dollhouse, Almost Human, Continuum. Todas lamentablemente truncas (salvo Continuum que parece que va a tener un cierre…)

Y de las que veo hoy me divierte mucho iZombie y disfruto la nueva versión de The Flash.

Me dejo montones en el tintero, pero esas son las que recuerdo hoy.

 

 

AXXÓN: Como vas a mencionar después, hicimos talleres juntos. Siempre me fascinó tu universo «Los Visitantes». Hablame un poco sobre eso.

 

MH: El universo de los Visitantes, como he dado en llamarlo, comenzó de forma caprichosa: con un enamoramiento adolescente. Había una compañera de colegio de la que me había prendado: ojos claros, figura atlética, inteligencia aguda y sonrisa rutilante. En mi fantasía la hice aún más atlética, más bella e imponente, la imaginé de otro mundo y la vestí de un traje adherente blanco al mejor estilo de las heroínas de cómic. Durante mucho tiempo la única imagen fue la de esta versión mejor del objeto de mi afecto, y luego empecé a pensar vagamente en otra gente de su mundo imaginario: cómo serían, cómo interactuarían con nosotros.

Sin embargo lo que más impulso le dio a este universo con Visitantes de otro mundo fue una total insolencia hacia los grandes del género. Años después de esa primera imagen, leí El fin de la infancia, de Arthur Clarke. Más allá de lo impresionante de la historia, a quien nadie en su sano juicio podría restar valor sin caer en el ridículo, hubo una sola noción que me resultó poco creíble precisamente por la ligereza con la que se la trata en la novela. Clarke cuenta que los «Superseñores» (Overlords) le proporcionan a los terrestres una tecnología que les permite examinar el pasado, y que al examinar los presuntos momentos históricos de inicio de las religiones y comprobar que difieren de los relatos oficiales, las religiones desaparecen totalmente en un abrir y cerrar de ojos. Eso revela una cierta diferencia con lo que yo mismo he podido encontrar en la mente de muchos creyentes (y difiere con mi experiencia tratando con ellos como co-editor del sitio ateo SinDioses.org). A la mayoría de los creyentes les han enseñado que lo importante es la fe, ante todo, que dudar está mal y que las pruebas son irrelevantes. Ningún creyente se convence porque se le presenten pruebas; se les ha enseñado a descartarlas. La única manera de abandonar la fe es emprender un personalísimo proceso de análisis y confrontación de la realidad y estar dispuesto a cambiar de idea si las pruebas encontradas revela que las ideas previas son erróneas. (No es casual que este sea precisamente el método de la ciencia.)

En mi universo con Visitantes, estos seres ajenos a la Tierra presentan una tecnología similar, pero con ciertas «condiciones de uso» que explícitamente prohíben su aplicación religiosa. La violación de estas condiciones de uso (que eran de esperarse: ¿quién lee las licencias de uso del software?) deja a la Tierra sin Visitantes, con tecnología avanzada sin poder activarse y a los países a merced de la demagogia religiosa. En nuestro país, esto da paso a una teocracia totalitaria llamada Ascención Eclesiástica, que hace uso de métodos desgraciadamente tradicionales en nuestro país para imponer su ideología por la fuerza, incluyendo el uso improvisado de la poca tecnología visitante que han podido obtener, y que han decretado ilegal para uso del público en general.

Debido a mis propias limitaciones no he logrado aún articular todo esto en una novela unificadora, pero algunos cuentos han surgido con cuentagotas de ese caldero de ideas. De lo que tuve la dicha de ver en Axxón, en «No viniste, pero estabas«» un grupo de amigos se reúne para recordar a un par de víctimas de la Asunción; en «Crónica policial: catástrofe en ángulo de 90º» se cuenta como noticia policial un problema con las tecnologías visitantes cuando sufren de interferencia política. Incluso en «Verografitti«, aunque no se lo diga expresamente, podría considerarse que lo que hace funcionar al aerosol es tecnología visitante. Hay algunas historias más en germen… más de las que puedo reconocer sin sonrojarme por la falta de resolución. Pero los personajes viven, y de vez en cuando me patean indignados por no dejarlos salir. Confío en darlos a luz alguna vez.

 

 

AXXÓN: Ah, de Verografitti me deslumbró la idea. ¿Qué quisiste contar con Paula y el olvido?

 

MH: Creo que es la expresión de un terror. En la última dictadura, cuando la gente desaparecía era conveniente no hablar de ella, para que quienes hablaban no desaparecieran también como cómplices. Pero la familia y los amigos recordaron siempre a los ausentes y fueron el motor que permitió, ya en democracia, reclamar por su reaparición o al menos saber qué había ocurrido con ellos. Pero ¿qué pasaría si la facción en el poder tuviera la capacidad de suprimir por completo a los borrados de la mente de los sobrevivientes? ¿Quién hablaría por ellos? La idea de estar vivo o muerto pero dejar de existir por completo en los recuerdos de quien nos conoció me parece espeluznante.

 

 

AXXÓN: Dos preguntas en una: ¿Qué es SinDioses.org? ¿Cuál es tu visión del universo?

 

MH: Sin Dioses (<http://www.sindioses.org>) es un sitio de difusión de información atea, escéptica y científica en el que empecé a colaborar hace más de diez años. Sus otros miembros en ese momento eran Juan Carlos Cisneros, antropólogo; Glenys Álvarez, periodista y divulgadora dominicana que actualmente reside en Estados Unidos, y Ferney Rodríguez, profesor de biología en Colombia. En principio me ofrecí a traducir ciertos artículos de la Fundación Educativa James Randi <http://jref.org>, que resultaban de interés por su temática escéptica; luego sugerí unificar y simplificar el formato del sitio, en el que las páginas se elaboraban artesanalmente y cada responsable las subía cuando y como podía. Como en el caso de Axxón Móvil, mi principal aporte fue introducir herramientas que simplificaran llevar la cuenta de todos los artículos publicados y unificar el formato, así como crear las cuentas que nos representan en Facebook (<http://www.facebook.org/SinDioses.org>) y Twitter (@sindioses_org).

«Mi visión del universo» suena como si fuera a escribir una versión moderna de Hacedor de Estrellas; lejos de mí semejante insolencia. Mi posición es la de muchos ateos y escépticos: que la mejor manera de saber cómo funciona el universo es interrogarlo con las herramientas a nuestro alcance, postulando hipótesis y ver si las pruebas verifican o contradicen nuestra posición. Aceptar acríticamente nociones sobrenaturales o no probadas y luego inventar racionalizaciones para justificar por qué no pedimos pruebas para aceptarlas es una tendencia muy humana, pero nos lleva al error. Hacer uso del sentido crítico y la racionalidad no son impulsos humanos naturales, pero son un privilegio concedido a quienes poseemos un cerebro tan avanzado como el que el Homo sapiens lleva sobre los hombros, y usar esos recursos es una virtud. No busco consuelo en las ilusiones; mi objetivo es creer tan pocas cosas falsas y tantas cosas verdaderas como sea posible.

 

 

AXXÓN: ¿Qué es un Taller de Pares?

 

MH: Según lo entiendo, a diferencia de un taller con coordinador, en un taller de pares gente de aproximadamente la misma habilidad para escribir se reúne para realizar ejercicios de práctica y crear textos que luego son criticados por el resto para mejorarlos, con la idea de llevarlos a un nivel publicable.

Tuve la fortuna y alegría de participar en un taller de ese tipo que organizaba Mönica Torres en su casa, donde compartí textos y críticas con Omar Munarriz, Diego Escarlón, Alejandro Ferreira, y por períodos breves y no siempre coincidentes Laura Nuñez, Claudia De Bella, Bárbara Din, Martín Panizza, y también vos, Ric. En ese taller empleábamos, más o menos, las técnicas delineadas por Ursula K. LeGuin en su libro Steering the Craft, y aportes mixtos de otras fuentes. Por un tiempo breve también estuve en un taller pequeñito y artesanal convocado por Martín Panizza junto a Claudia De Bella y, en los últimos tiempos, Laura Ponce. De allí recuerdo claramente la génesis de textos hermosos de Laura y Claudia que luego se publicaron en antologías, y de allí surgió mi breve «Crónica policial».

Lo que destaco, porque a mí me fue útil en ambos talleres, es que además del respeto por el texto de los otros ambos talleres promovían y disfrutaban del gran afecto de los participantes entre sí. Resultaba mucho más fácil saber que las críticas eran al texto y que no había animosidades personales que influyeran en la crítica. (Si en algún momento las había, era momento de salir del taller, ciertamente.)

 

 

AXXÓN: Otra vez dos preguntas en una: ¿Estás de acuerdo con el tamiz de las editoriales? ¿Qué opinás de la autoedición?

 

MH: Creo que no es cuestión de estar de acuerdo o no, sino de aceptar una realidad: cada grupo editor tiene su propio criterio para seleccionar. Es de esperar que esos criterios incluyan la calidad del texto, y en varios emprendimientos editoriales de gente amiga, como los que lideran Luis Pestarini o Laura Ponce, o incluso en la colección impresa de cuentos de Axxón, me consta por los resultados que la calidad es un elemento fundamental en la selección. En cuanto a las editoriales mayores, lo desconozco. Es un país que no he visitado aún, me temo.

Comparto cierta idea contraria que expresara Eduardo Carletti respecto de la autoedición en este sentido: si uno publica lo que le sale sin pasarlo previamente por un filtro de calidad reconocida, si no se ha recibido al menos una lectura crítica, o si no se ha sido seleccionado para una publicación reconocida, sea en papel o electrónica como Axxón, la autoedición puede resultar en mera vanidad. Agrego que hasta que a uno no le bajan prolijamente los humos en relación con el texto que tiene escrito y lo desenamoran de la formulación original para llegar a algo mejor, me parece que no conviene publicarlo.

 

 

AXXÓN: Veo bastante (ya sabés que ando por muchos Talleres Literarios) que el futuro escritor no desea trabajar. Cada vez leo más guiones, o resúmenes, que películas filmadas (llamo así a aquellos libros que hacen que tu cerebro se transforme en un excitante cine). Como que la investigación y/o la corrección no tienen muchos seguidores. ¿El sistema solar habrá caído en algún lugar intersectado por rayos de vagancia y facilismo?

 

MH: Me parece que hay que tener cuidado con las metáforas visuales. Una historia no es necesariamente buena porque haga un relato cuadro por cuadro de lo que veríamos si la historia fuera llevada a la pantalla; el lenguaje más poderoso es evocador, y si genera imágenes es porque su concisión y su precisión las sugiere, no porque las explicite en el texto. Sabemos que son mejores los textos sin redundancias, lo primero que hacemos después del borrador es recortar lo que sobra. Un caso extremo: Siempre digo que los fans de Coelho exhaltan lo «maravilloso» de El Alquimista pero quizá desconocen que Borges contó esencialmente la misma historia en dos páginas… y la contó mejor.

 

 

AXXÓN: La Redacción de AXXÓN, y yo especialmente, te agradecemos tu predisposición y tu buena onda. Son tuyas las últimas palabras.

 

MH: Axxón nos ha dado mucho a todos durante estos años, creo que tenemos que hacer entre todos lo que esté a nuestro alcance para ayudar a que siga viva por mucho tiempo más. No hay que darla por sentada.

 

 


Axxón 265

Una Respuesta a “Entrevista a Marcelo Huerta, Ricardo Giorno”
  1. Judith dice:

    Hola!!
    Qué buena entrevista y cuántas novedades! Me muero por descargar las Axxón viejas, el formato original nunca lo entendí y no lo podía ejecutar… El proyecto de Urbys es fantástico, una idea genial. Ya quisiera hacer mi aporte literario.
    Larga vida a Axxón, que nos ha dado tanto a los lectores y escritores de ciencia ficción!!!
    Abrazos cibernéticos!
    Judith.

  2.  
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