Foto de National Geographic de 1916. Debido al espacio limitado del Panteón Santa Paula, en Guanajato, México, los cuerpos de los pobres permanecían enterrados sólo cinco años, a menos que sus parientes pagasen por la tumba. Los cadáveres de los que no habían pagado se los desenterraba y quedaban así colgados, en los pasillos, como si fueran impermeables en una percha. |