No, no se lo estoy diciendo a Axxón, ni a mis padres, ni al matrimonio presidencial argentino. Las bodas de plata son una celebración importante, que merece festejarse y ser disfrutada en lo que vale.
No, amigo lector. Relájese, palmee a su perro, descorche su champán predilecto y prepárese a conmemorar conmigo.
Un día como hoy, hace exactamente 25 años, un estudiante secundario emprendedor (norteamericano, para más inri), creó y liberó... ¡el primer virus informático!
¡Felices bodas de plata, pesadillas!
Fue un degeneradito de una escuela de Pittsburgh, y su malhadada creación no rompía cosas, sino que solamente mostraba el siguiente, insensato, absolutamente carente de talento poema:
Tendrá todos tus discos,
infiltrará todos tus chips...
¡Sí, es el Cloner!
Se llamaba Elk Cloner y nació en 1982 para infectar solamente a los usuarios de Apple II. Piénsese que en ese momento la PC tenía solo un añito de edad y aún tendría que esperar cuatro años más para gozar (perdón, padecer) a su primer virus nativo. Piénsese que las computadoras no estaban difundidas. Piénsese que los bancos todavía conciliaban las contabilidades a mano, y que los hospitales daban turnos a mano, y que nadie había visto un videogame salvo los del tipo Atari. La ciencia calculaba trayectorias y ecuaciones con reglas de cálculo, y los celulares pesaban como 45 kilos. Las computadoras eran elementos de hobby utilizadas por tipos que llevaban archivos menores a 360 kB en graaandes diskettes... Axxón estaba 7 años en el futuro. ¡Pero ya había virus de computadora!
En el cuarto de siglo que ha pasado entre el benigno aunque eficiente Elk Cloner, la velocidad de las conexiones (muchas de ellas inalámbricas) y el crecimiento descontrolado de Internet nos ha dejado totalmente impotentes ante el desarrollo de nuevos virus —cada vez más sofisticados— a los cuales la industria del software antivirus corre de atrás, es decir, solo puede reaccionar para tratar de neutralizar los saltos tecnológicos que dan los pícaros creadores de virus. En otras palabras, trata de paliar el hecho consumado. El así llamado malware (contracción de malicious software, software malicioso) ha pasado de ser una molesta broma de estudiantina a un peligroso (y potencialmente criminal) problema de entidad universal.
Troyanos, virus, droppers, gusanos de red, adware, spyware, keyloggers, todos estos son términos a los cuales quienes trabajamos en la industria informática (y, por extensión, todos aquellos que tenemos acceso al mundo digital) hemos tenido que acostumbrarnos. Y de golpe.
¿Por qué? "Aunque las pérdidas debidas al malware son difíciles de precisar, estimamos que oscilan entre decenas y cientos de miles de millones de dólares por año, distribuidas entre ganancias fraudulentas y pérdidas comerciales", dice el experto en seguridad infromática Eugene Spafford, profesor de Ciencias de la Computación en el Centro de Educación e Investigación en Seguridad Informática de la Universidad Purdue.
Nada menos.
Si bien los procedimientos no han cambiado desde los tiempos del Cloner, las motivaciones sí. Los modernos virus y gusanos llegan a las computadoras inocentes como adjuntos de mail, se descargan de páginas web o atacan en forma directa. Pero en vez de romper cosas en la máquina o corromper el software, hoy en día se activan y trabajan en silencio, sin hacerse notar, monitoreando, por ejemplo, los toques de teclas del usuario para detectar números de tarjetas de crédito, documentos, claves bancarias, etc. También pueden estudiar el comportamiento del usuario como consumidor (qué productos compra) para bombardearlo luego con interminables, desesperantes series de publicidades espurias (en la jerga, spam). Los malwares llamados bots incluso permiten que el malvado gobierne la máquina víctima en forma remota o la convierta en "zombie" reenviando publicidad, distribuyendo pornografía, etc.
El malware antiguo parece haber sido escrito como broma, para probar la propia capacidad del diseñador o simplemente para obtener publicidad y jactarse de ello. Esto duró hasta 2003, año en que, por ejemplo, el gusano SQL Slammer convirtió la velocidad mundial de Internet en algo similar al arrastrarse de una tortuga enfisematosa con artosis de cadera y anoxia cerebral. Pero fue el último ataque de este tipo.
Los virus y gusanos actuales son mucho más sutiles e inteligentes. Tienen que serlo, porque sus motivaciones son financieras. En cierto sentido, son mucho más inteligentes que un virus natural: este suele matar al huésped, suicidándose en el proceso. El moderno virus informático no rompe el soft de su víctima por esta razón: necesita que la máquina siga funcionando para que sirva a sus propios fines, así que preserva su integridad y operatividad. "Se parece más a un parásito", dice Spafford: "Necesita que sigas vivo para seguir vivo él".
El avance tecnológico, por su parte y contrariamente a lo que pudiese pensar el profano, beneficia a los escritores de virus y no a los usuarios legítimos. Tal es la opinión de Spafford y del científico Richard Ford, del Instituto Tecnológico de Florida. A medida que los celulares y otros electrodomésticos se van conectando remotamente más y más, a través de tecnologías inalámbricas como Bluetooth, el software malintencionado va adquiriendo capacidad de "saltar" de un vehículo a otro. Y ya no están "encerrados" en computadoras y redes informáticas. Existen varios virus para teléfonos celulares, y, aún peor: "Los programas virales virulentos celular-a-celular están muy cerca", afirman ambos expertos en una reciente entrevista en la revista Science. Spafford agrega: "Es un problema que no tiene una sola causa, por lo que la solución será muy compleja. Es uno de esos problemas que empeorará horriblemente antes de empezar a mejorar. La razón es que tiene que ver con la naturaleza humana". En otras palabras: los consumidores exigen funciones cada vez más complejas a sus computadoras, teléfonos celulares y otros aparatos, y quieren que cada vez más cosas se conecten más y mejor. Esto crea nuevos espacios para que los virus y gusanos colonicen y medren en ellos. "Si bien el software y el hardware admiten buenas barreras para bloquear los virus, la gente las apaga para, por ejemplo, jugar online", dice Spafford. Es que los firewalls y otros sistemas de defensa muchas veces no admiten el tipo de conexiones abiertas que suelen ser esenciales para jugar o descargar música u otros archivos. "En este contexto, no vemos que el malware vaya a desaparecer. La cuestión es: ¿cuánto de él hay en nuestros equipos?".
MÁS DATOS:
SciAm: Computer Viruses are 25 Years Old
(Traducido, adaptado y ampliado por Marcelo Dos Santos de Scientific American y de otros sitios de Internet)