Dibujo de un agujero negro y sus alrededores
En 1974, el astrónomo británico Sir Martin Rees propuso que podrían
existir agujeros negros supermasivos, que son aquellos con masas de un
millón e incluso de mil millones de masas solares, en el centro de
algunas galaxias. Las galaxias que él imaginaba poseían núcleos (centros)
increíblemente activos, que brillaban con la intensidad de treinta mil
millones de soles. Estos núcleos brillaban, titilando de manera
inestable, en todas las longitudes de onda, desde el radio hasta los
rayos gamma, y expelían poderosos chorros de partículas cargadas
hacia el espacio. Rees concluyó que la fuente de tales disturbios
eran agujeros negros devorando materia.
Mientras Rees aún se encontraba especulando acerca de los
agujeros negros en los centros de las galaxias activas, los
radioastrónomos norteamericanos Bruce Balick y Robert Brown se
encontraban observando el relativamente silencioso centro de nuestra
propia galaxia. Allí ellos descubrieron una fuente de radio compacta
y variable que se parecía mucho a un quasar débil, un tipo de
Núcleo Galáctico Activo lejano que los astrónomos normalmente
encuentran cerca del límite del Universo observable. Pero este
objeto se hallaba en el centro de nuestra galaxia, ¡en nuestro propio
patio trasero cósmico! Debido a que parecía encontrarse dentro de
una fuente de radio grande y extensa a la que ya se conocía como
Sagitario A, la llamaron Sagitario A* (que se pronuncia "Sagitario-A
asterisco"). Los telescopios de rayos-X como el Observatorio de
rayos-X Chandra pueden detectar el brillo incandescente del gas
sobrecalentado que cae arremolinándose hacia el interior de un
agujero negro, que es lo que se representa en la imagen.
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