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24/Dic/03

Insectos vectores de enfermedades: preocupa en Chaco, Argentina, avance de leishmaniasis

TEMAS: Biología, Zoología, Entomología, Insectos, Diptera, Dípteros, Mosca, Mosquito, Vector, Enfermendad, Leishmaniasis

El importante incremento de casos detectados en diferentes regiones chaqueñas de una enfermedad conocida como "leishmaniasis" generó preocupación en las autoridades sanitarias, ya que se detecta desconocimiento en los pobladores. Los lugareños la identifican, pero la consideran la enfermedad de los cazadores y pescadores, ya que el insecto vector ataca únicamente de noche en las zonas de monte, cañadas y ríos.

La "leshmanía" es transmitida por la picadura de una especie de mosquito muy pequeño, que actúa como vector, y en principio aparece una lastimadura que no se cierra con la ingesta de antibióticos. Si la herida no es tratada profesionalmente, puede ocasionar trastornos muy serios a nivel de piel o mucosas, produciendo lesiones que desfiguran y mutilan la cara.

La escasa información existente nos aporta que esta parasitología se encuentra con bastante frecuencia en animales silvestres. El insecto actúa de vector, haciendo de vehículo del parásito, y la infestación se transfiere a la sangre en la picadura.

En la Argentina, las provincias en las que se registran casos son Chaco, Formosa, Corrientes, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán y el norte de de las provincias de Santa Fe y Catamarca.

Los síntomas son la aparición de una o varias lesiones en partes descubiertas del cuerpo. La cara, el cuello, los brazos y las piernas son los sitios más comunes. En el sitio de la inoculación se forma un nódulo, que se agranda y se convierte en una úlcera indolente. La llaga permanece en esta etapa por un tiempo variable antes de sanar y deja una cicatriz deprimida.

En algunas personas, ciertas cepas pueden diseminarse y causar lesiones de la mucosa. Estas secuelas afectan a los tejidos nasofaríngeos y pueden causar desfiguración grave.

La leishmaniasis cutánea es endémica en más de 70 países. La incidencia anual se calcula en 1.500.000 casos.

La enfermedad tiene varias formas clínicas: leishmaniasis cutánea localizada, leishmaniasis cutánea difusa (la más difícil de tratar) y leishmaniasis mucocutánea, que es la forma más grave porque produce lesiones que desfiguran y mutilan la cara.

En los focos antroponóticos de leishmaniasis cutánea, donde se cree que el ser humano es el único reservorio, las epidemias están vinculadas a las migraciones humanas de zonas rurales a zonas suburbanas pobres.

En los focos zoonóticos, donde los mamíferos son reservorio, las epidemias están relacionadas con cambios ambientales y el desplazamiento hacia zonas rurales de personas que no son inmunes.

La vigilancia es indispensable para determinar el impacto de la enfermedad y el seguimiento, a fin de controlar la enfermedad y detectar epidemias.

Las diversas formas clínicas que presenta esta enfermedad son: leishmaniasis visceral; leishmaniasis mucocutánea; leishmaniasis cutánea difusa; leishmaniasis cutánea localizada.

La enfermedad es transmitida por la picadura de un mosquito infectado. Los primeros síntomas se pueden detectar en una lastimadura que no cicatriza ante al utilización de medicamentos corrientes.

Los lugareños identifican una especie de "gusanito que come la carne y hace un agujero en la carne".

Tras un breve proceso, la úlcera comienza a curarse (inclusive sin tratamiento); manifestándose la enfermedad tiempo después con lesiones muy graves en la cara, ya que ataca la zona de mucosas.

El mosquito es tan pequeño que es difícil distinguirlo a simple vista y es confundido con los "polvorines" o "jejenes".

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