2/Feb/04
Libros recibidos: Plop, de Rafael Pinedo
Plop es una novela rara. Y no tanto porque utilice elementos o esquemas experimentales, sino porque Pinedo construyó esta historia de desesperada supervivencia con los mismos materiales de desecho que pueden encontrarse en cualquier novela post apocalíptica, pero rearmándolos con una energía, una precisión y una saña de las que no abundan. La novela empieza y termina prácticamente en el mismo punto y cuenta las malolientes y crudelísimas evoluciones de un grupo de sobrevivientes y se centra en el personaje que le da nombre. No se explica cómo se llegó a ese estado de miseria y degradación, pero no importa demasiado. Sabemos desde un principio que la vida vegetal ha desaparecido, hasta el punto que el único árbol existente es casi legendario, que la contaminación es mayúscula, que no existen la sociedad y la civilización tal como las conocimos. Vueltos a la era de los grupos tribales, con reglas locales y el ojo puesto únicamente en la supervivencia colectiva, no hay salvajismo que se ahorre ni sadismo que se soslaye. La alimentación está basada en hongos, yuyos, y raíces que se recogen, en gatos, perros cimarrones y ratas que se cazan, pero también en el reciclado de seres humanos, que casi nunca llegan a viejos. Las cosas del pasado muerto casi no interfieren en la vida, y los recuerdos, un libro, una heladera, un animal que ya no existe, pueden ser peligrosos para quien los atesora. A veces, esas rarezas parecen precipitarse desde la nada y deforman el presente durante unos segundos, pero el presente se defiende bravamente y no tarda en recuperar su sordidez. Poco se puede decir de la novela que no esté tatuado en sus páginas. Sí, tal vez, hacer mención a la cuidada desprolijidad que Pinedo convirtió en un elemento más de la trama. A veces Plop cuenta y otras una voz invisible habla de Plop. Los hechos ocurren, pero también ocurrieron y ocurrirán, como si la inexorabilidad hubiera tomado el control. Es posible que la proximidad con la clase de literatura conjetural que me gusta leer me haya predispuesto favorablemente. La leí en unas pocas horas. Sí, ya sé que es breve. El autor pudo haber seguido y seguido acumulando episodios y personajes. Es obvio que no hacía falta. En un espacio en el que la muerte es casi tan valiosa como la vida y puede ser reclamada como una bendición, donde la economía de recursos llega a la aberración y al sadismo, la brevedad de las frases, de los capítulos, de la novela misma en su totalidad, es una especie de justicia retributiva. Puede decirse que Plop derrama alguna suerte de lección sociológica, pero no es una novela sociológica. Tampoco es novela psicológica y en rigor ni siquiera es ciencia ficción si nos atenemos a los parámetros aceptados por los puristas. En el desfigurado escenario que requeriría una peste o una hecatombe nuclear para justificarse, estos sobrevivientes sin amor se cruzan esporádicamente con el asco o con las lágrimas. Pero cuando parecen dadas las condiciones para que Pinedo se dedique a explicar qué ocurrió, por qué se llegó a ese grado de monstruoso deterioro, se produce un giro brusco, se introduce un nuevo personaje o alguno de los ya conocidos actúa de un modo anómalo, incomprensible. No es mi propósito "contarles" la novela. Pocas veces, como en ésta, es imposible separar la trama de lo que se narra. Plop, a punto de ser ejecutado, cuenta la historia, su historia, como un flashback total. No es difícil adivinar qué norma quebrantó Plop; no importa. La lucha por conquistar el poder se atraviesa en el camino del protagonista y lo arrastra hacia posiciones que trastocan una vez más, si es posible, lo que ya estaba alterado, embrollado, corrupto. La minuciosidad de Pinedo nos permite asistir a un festival antropológico de la degradación. En algún momento se "explica" que el temor a las venéreas y al sida han condicionado la vida de relación hasta extremos insospechados. En otros descubrimos que la organización, rígidamente jerarquizada, que no vacila en sacrificar lo individual para preservar al grupo, ha renunciado a casi todos los tabúes de la civilización y ha creado nuevos, que ni siquiera son los mismos en un grupo que en otro. El sexo es todo un tema dentro de la novela y si no fuera porque está tan indisolublemente unido a todo lo que sucede en ella merecería considerarse aparte. Pero las cosas han cambiado tanto... El verbo mismo que utiliza Pinedo, "usar", para referirse a las relaciones sexuales, sean de la naturaleza que fueren, produce un extrañamiento que pone de relieve, en blanco sobre negro, que el orden, la sumisión, los escrúpulos y el miedo son poco más que el barniz que nos recubre y que, puestos en condiciones de extrema necesidad, el poder hacer y la crueldad ganan fácilmente la batalla. Tal vez Rafael Pinedo sea el abanderado de la resurrección de una forma de hacer literatura, una forma que los mediocres quieren ver muerta y enterrada. Los especialistas en decir nada, pero nada bien dicha, hubieran preferido que esta novela, cruzada por ideas como ráfagas, no hubiera existido. No obstante, el insospechable jurado que le otorgó el premio, un jurado que, no me canso de puntualizarlo, no es sospechoso de adicción al género fantástico, quizás haya visto un poco más lejos. La reparación histórica de un trabajo elogiable por donde se lo mire, que fue cuidadosamente silenciado por los mercenarios de la cultura, será que se lo lea y discuta con interés y entusiasmo. Plop es la primera novela de su autor, también actor teatral e informático. Rafael Pinedo nació en Buenos Aires en 1954. Sergio Gaut vel Hartman para Axxón y Noticias Axxón. Más información:Premios Casa de las Américas: Argentina obtiene la mayoría de los galardones Una argentina ganó el premio literario de novela Casa de las Américas |
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