12/Mar/05!f>
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El premio de novela tiene cuatro finalistas
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El jurado tuvo que elegir entre 292 originales recibidos. Las obras seleccionadas son El gran oriental, La ronda, El desierto y
Viajes por el amor muerto. El lunes se conocerá el nombre del ganador.
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(La Nación) El jueves, el jurado del Premio de Novela La Nación-Sudamericana 2004-2005, integrado por Griselda Gambaro, Carlos Fuentes, Tomás
Eloy Martínez, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece dio a conocer los títulos de las cuatro novelas finalistas (se recibieron 292 originales) y los seudónimos de sus
autores. Griselda Gambaro, Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece eligieron Viajes por el amor muerto (seudónimo:
Caupolicán), El desierto (seudónimo: Orlando), El gran oriental (seudónimo: Javert) y La ronda (seudónimo: Raúl Preiss).
El desierto es una historia que transcurre en un pueblito chileno durante la dictadura. Narrada con una escritura muy elaborada, con momentos de gran
lirismo y de tragedia, la novela tiene como protagonista a una jueza que debe enfrentar a un militar. Entre el hombre y la mujer se entabla una especie de duelo
feroz del que no está excluida la fascinación mutua. El tema de la violencia histórica sirve, en verdad, para ilustrar una profunda reflexión sobre el vínculo entre el
amo y el esclavo.
Original estructura
El gran oriental, por su parte, tiene una original estructura digresiva. Toda la trama conduce, tras sucesivos desvíos, al barco que le da su título.
Construido por el visionario Isambard Kingdom Brunel, el Great Eastern -tal su nombre original- fue la mayor nave de su tiempo y la mayor proeza tecnológica
de la era victoriana. En este caso da lugar a una singular reflexión sobre la decadencia inevitable y el paso del tiempo.
Viajes por el amor muerto es una curiosa mezcla de costumbrismo y de ficción sobre un futuro próximo. En Buenos Aires se ha propagado una
enfermedad que se contrae cuando la persona infectada mira a los ojos a una sana. Por eso, todos tratan de evitar las miradas directas a la cara. Un agente de
inteligencia llega a una pensión en la que, se supone, hay un grupo de enfermos conspiradores. Una gran abundancia de diálogos, un humor por momentos
delirante, un hábil manejo de la lengua coloquial y la crudeza de lenguaje caracterizan el estilo de esta novela.
También La ronda se desarrolla en un futuro próximo en el que la crisis a la que se refieren los habitantes de Buenos Aires ha dado origen a un nuevo
tipo de vida. La brecha entre los ricos y los pobres se ha convertido en un abismo. Para matar el tiempo, los desocupados van de café en café, miran por las
ventanas, se saludan o tratan de ignorarse, según los casos, y vuelven a encontrarse horas después en otros cafés. Cada uno de ellos tiene su propio itinerario de
bares y confiterías. Cumplen "la ronda".
El lunes, a las 10.30, el jurado se reunirá en La Nación para informar cuál es el título de la novela ganadora. Posteriormente, se abrirá, delante de un escribano,
el sobre con el seudónimo correspondiente a la obra seleccionada y se conocerá por fin el nombre del autor. El resultado se hará público en la edición del
martes.
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