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27/Abr/05



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Publicaciones recibidas: Tú, el inmortal, de Roger Zelazny



Título:
Tú, el inmortal (This Immortal)
Autor:
Roger Zelazny
Traductor:
Joaquín Revuelta
Ilustración de cubierta:
Martina Pilcerova
Diseño de cubierta:
Alberto Cairo
Ensayo
de Iván Fernández Balbuena
Colección:
Bibliópolis Fantástica n° 20
224 páginas




Hace un tiempo reseñé una reedición de Mi nombre es legión, y ahora me toca otra reedición de Zelazny… Me cuesta mucho ser objetivo reseñando a Zelazny. Sin embargo, no me siento solo en los elogios. En este caso, la edición de Bibliópolis, además de una hermosa ilustración de tapa, aporta un artículo de Iván Fernández Balbuena sobre la novela. No estoy de acuerdo con muchas de las cosas que dice, pero me gusta cómo alaba a Zelazny...

Éste es uno de los primeros trabajos de Zelazny, surgido a partir de un cuento largo "...Y llámame Conrad". En esta ocasión, la historia mejoró al aumentar su extensión, haciéndose más rica en aventuras, situaciones, paisajes y evocaciones mitológicas.

Aquí Zelazny ensaya por primera vez algo que luego hará en varios libros, que es refundir una mitología conocida en un nuevo escenario, para darle una nueva vuelta de tuerca. En este caso lo hace con la mitología griega, en Señor de la Luz con el panteón hindú. Esto le permite jugar mucho con todo el trasfondo de esa mitología, y llenar su novela de alusiones y guiños para el lector que conoce —aunque sea algo— del tema. Además, la versión de Zelazny es pura ciencia-ficción, tiene una explicación racional para lo que sucede. En el Señor de la Luz, se trata de poderes mutantes en un mundo extraterrestre; aquí, la radioactividad post-nuclear brinda la excusa para la aparición de las criaturas mitológicas. Y así, desfilan pegasos, sátiros, flores-vampiro, la Bestia Negra de Tesalia y otros muchos.

Pero el libro es mucho más que un desfile caprichoso de criaturas y guiños. Cada elemento está puesto por Zelazny en un orden magistral, conformando un tapiz exquisito que sólo se aprecia al final del libro. Nada es caprichoso, nada está puesto para el lucimiento de la cultura del autor. Zelazny cumple con la premisa básica del cuento, aunque se trate ahora de una novela: no hay ni un elemento de más, cada palabra contribuye a la obra. Es una de las razones por las que considero este libro como una obra maestra.

Otra de las razones es la cantidad de niveles de lectura que tiene, y cómo puede adaptarse al deseo o al estado de ánimo del lector. Puede ser leído y disfrutado como un simple relato de aventuras, trepidante de acción y con buena dosis de suspenso. O puede ser leído como una maravillosa narración mitológica o épica, o como un trabajo excelente de interacción de personajes. Y seguramente hay más matices, que podré encontrar la próxima vez que lo lea.

La trama no parece gran cosa: Conrad Nomikós, Comisionado de Artes, Monumentos y Archivos de una tierra devastada por la guerra nuclear y prácticamente colonia de los veganos, recibe el encargo de acompañar a uno de estos alienígenas en lo que presuntamente es un recorrido turístico con el fin de obtener material para un libro. A medida que la novela progresa, vamos descubriendo muchas cosas que no son lo que parecen. Y vamos acompañando el viaje, los descubrimientos y las proezas de Conrad y su grupo. Todo está narrado desde el punto de vista de Conrad, lo que nos da una visión privilegiada, y nos hace identificarnos aún más con el protagonista, uno de los típicos héroes de Zelazny: extraordinario, pero profundamente humano. Sus compañeros también son un grupo abigarrado de seres fuera de lo común, cada uno tiene sus características y se perfila rápidamente a través de sus acciones.

Un inolvidable es el asesino Hasán, némesis y compañero de Conrad, un amistoso enemigo siempre impredecible, es uno de los motores de la acción y de los diálogos más jugosos.

Pero hay mucho inolvidable, escenas que aparecen siempre en mi memoria ligadas a la lectura de este libro: el gigantesco y albino Hombre Muerto saliendo de su ataúd, la pelea con el golem-robot, la aparición del gigantesco perro acorazado, la melodía de la flauta que Conrad, compenetrado con el espíritu de Grecia, toca para los sátiros, el encuentro de Conrad y su hijo profeta en el templo de Apolo…

Para nosotros, habitantes del otrora llamado tercer mundo, el libro tiene un atractivo adicional, ya que refleja una problemática de colonialismo y dependencia que nos toca muy de cerca, proponiendo (aunque sea en la ficción) una salida distinta.

Como cierre, este libro está lleno para mí de evocaciones y momentos preciosos y preciados. Lo recomiendo de manera entusiasta... como ya habrán visto.

Carlos Ferro para Axxón y Garrafex News.

Más información:
Tú, el inmortal, en Bibliópolis
Publicaciones reseñadas: Mi nombre es Legión, de Roger Zelazny
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