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01/Nov/05



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Curiosidad: Polvo de ataúd financia lucha contra carcoma de cripta barroca

Una medida insólita, como la venta de polvo de ataúdes históricos, financiará la conservación de la cripta barroca en la iglesia de San Miguel de Viena, donde yacen los restos mortales de la nobleza de la Corte vienesa del siglo XVIII y que puede acabar en ruinas por la carcoma y el moho

(EFE) - Se han comenzado a vender unas probetas de polvo original de un ataúd descompuesto para obtener fondos, con la intención de salvar momias y sarcófagos de metal del Renacimiento y Barroco, además de ataúdes de madera, en parte pintados con motivos que recuerdan lo efímero de la vida humana como calaveras y relojes de arena.

Un equipo de expertos en aire acondicionado consiguió, casi milagrosamente y en el último momento, según dijo el párroco de la cripta Peter Van Meijl, frenar la descomposición de los restos amenazados con un equipo de aire acondicionado que evita las condiciones de humedad ambiental que hace posible vivir a las carcomas.

Para financiar estas medidas y la restauración posterior, se pretende vender a los turistas, por diez euros cada frasco, polvo de un ataúd de la "Cripta de las Animas", además de camisetas con el dibujo de los coleópteros tachados o que llevan la inscripción "Save our coffins" ("Salvad nuestros ataúdes").

Quedan en la actualidad unos 250 ataúdes históricos, entre ellos 33 de cobre y estaño, así como unos cadáveres momificados a consecuencia del peculiar ambiente húmedo que reina en las catacumbas.

Se calcula que debajo de la céntrica iglesia de San Miguel, cerca del antiguo palacio imperial, se hallan las sepulturas de unas 4.000 personas.

Gracias a unos sondeos se sabe lo que ocurrió con los demás cadáveres: se sacaron de los ataúdes, los restos mortales fueron cubiertos de arena y barro para apisonarlos después, y los visitantes, hoy en día, caminan encima de una capa de un metro de grosor de huesos mezclados con tierra.

Los últimos entierros en este recinto se llevaron a cabo en 1784, año en el que el emperador José II, hijo de María Teresa y reformador de la Epoca de las Luces, prohibió los entierros en la proximidad de las iglesias o debajo de las mismas por motivos de higiene.

Un análisis científico realizado este año ante el evidente deterioro dio por resultado que el mayor problema era el alto grado de humedad, porque los sarcófagos de madera se descomponían debido al moho y a un tipo de gorgojo desconocido por lo general en Europa Central, que normalmente tan solo vive en Nueva Zelanda y en el área anglosajona.

La mejora rápida se produjo gracias a unas medidas de urgencia costeadas por donantes privados, la instalación de unos dispositivos de climatización que reducirán la humedad en un 40 por ciento y bajarán la temperatura de 18 a 10 grados centígrados.

El párroco Van Meijl dijo a la prensa que espera que el gorgojo se muera por el cambio de las condiciones ambientales, dado que en los primeros doce días de aplicación se extrajeron de las bóvedas de la cripta unos 466 litros de agua y la temperatura bajó rápidamente en dos grados.

Los técnicos advirtieron de que este proceso de saneamiento no podía acelerarse más porque unos cambios climáticos bruscos podrían estropearse los ataúdes y desgarrar la piel de las momias conservadas.

La iglesia de San Miguel, construida en el siglo XIII, estaba rodeada de un cementerio hasta 1508, y aún después siguió sirviendo de sepulcro a la alta nobleza de la Corte que quiso estar cerca, incluso en la muerte, a la familia imperial de los Habsburgo.

El personaje más famoso enterrado en esta cripta es el italiano Pietro Metastasio (1698-1782), poeta de la Corte, a quien se debe el libreto para la ópera de Wolfgang Amadeus Mozart "La clemenza di Tito" y que además tiene monumento en la iglesia de los frailes menores, templo nacional de los italianos en Viena.

Debido a una corriente de aire continua y la temperatura estable, los cadáveres se habían conservado bien, hasta que en el siglo XX fueron cerrados los pozos de ventilación que aireaban las extensas galerías subterráneas.

Ahora la funeraria municipal de Viena planea colocar los sarcófagos sobre unos estrados de cobre y madera para que circule mejor el aire, mientras que las obras de restauración propiamente dichas, cuyo coste se calcula en unos tres millones de euros, comenzarán después.

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