10/Dic/05!f>
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Concluyó el estudio en que doce mujeres permanecieronn 60 días en la cama
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La prueba fue realizada para experimentar los efectos de la ingravidez en los viajes interplanetarios.
(ESA) - Las experiencias de personas en estado de ingravidez que vemos en películas y documentales nos producen una impresión de cosa mágica, como si esas
personas fueran poderosas y pudiesen volar como Superman. Mucha gente sueña que vuela, y es una sensación placentera. Sin embargo, está bien para un rato,
pero exponerse a la ausencia de gravedad durante mucho tiempo tiene efectos adversos.
Entre otros, produce atrofia muscular y pérdida de masa ósea. Esto supone un serio inconveniente cuando se deben poner en marcha misiones tripuladas a otros
planetas que estarán meses en viaje.
En los laboratorios de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Toulouse se investiga cómo librarse de esta dificultad. Se han construido módulos que reproducen
los efectos de la ingravidez en el cuerpo humano. La infraestructura consiste, en lo básico, de una docena de camas. Paradójicamente, yacer es lo más parecido
a flotar en el espacio.
Finalizó esta semana la segunda fase de un estudio en el que doce mujeres estuvieron acostadas en sus camas durante 60 días. En estos dos meses han servido
de sujetos de experimentación a una legión de científicos, que tomaron nota de cada cambio fisiológico.
La falta de actividad produce síntomas de atrofia y debilitamiento similares a los que se producirían en un viaje interplanetario. En este período, además, las
mujeres estuvieron yaciendo con una inclinación permanente de seis grados, con la cabeza más baja que los pies.
El experimento comenzó en febrero de este año. Entonces, otras doce voluntarias se sometieron a las mismas pruebas. Se confrontará ahora los resultados de
ambos grupos.
Durante el estudio, cuatro mujeres debieron realizar ejercicios físicos específicos para evitar el desgaste de sus huesos. Otras cuatro recibieron un aporte
suplementario de proteínas para proteger la musculatura, y un tercer grupo sirvió de referencia.
Terminada la aventura las voluntarias se enfrentan ahora con el difícil reto de regresar a la actividad normal. Las primeras voluntarias ya pasaron por esto en abril.
"No podía creer que se pudiera olvidar andar", comentó Marjo Järvinen, una de las participantes en la primera fase. "A pesar de que soñaba con sentarme a la
mesa con mi familia, tomé la primera comida en la cama. Los treinta metros que había hasta el comedor resultaron ser demasiados", confesó.
El problema, por suerte, no es tan grave: recuperarán en un semana el estado físico anterior a la prueba.
Aportado por Eduardo J. Carletti
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