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El espíritu de Philip Dick en la Feria del Libro
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Bajo el título "Philip K. Dick: Simulacro y realidad política", cinco prestigiosos panelistas hablaron de la vida, la obra y el pensamiento de este icono de la ciencia
ficción y de estos tiempos posmodernos. El encuentro fue organizado por la SEA y coordinado por Gabriel Guralnik.
La
Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina organizó en la sala Jorge Luis Borges de la Feria del Libro de Buenos Aires un panel en el que escritores,
editores y estudiosos del género hablaron sobre la vida, obra e influencia del escritor norteamericano Philip K. Dick. El panel "Philip K. Dick: Simulacro y
realidad política" estaba integrado por la escritora Ana María Shua, el escritor y traductor Carlos Gardini, el filósofo Pablo Capanna y el editor y especialista en
ciencia ficción Luis Pestarini, bajo la coordinación de presidente de la Fundación Ciudad de Arena, Gabriel Guralnik. En el programa mencionaba también la
presencia del director de cine Fernando Spinner, quien se excusó (hace algunas semanas) de participar por compromisos profesionales.
Hubo una presencia "sorpresa" en el panel: Marcial Souto. Este verdadero pope de la CF hispanoamericana responsable, entre otros memorables proyectos,
de la ya mítica revista El Pédulo, y quien desde hace varias semanas visita Buenos Aires, tenía un indiscutible valor agregado para el panel: fue el único
de los presentes que conoció a Dick en persona. Esto sucedió cuando Souto tenía 21 años, durante una convención de ciencia ficción para la que había sido
becado. Dick tropezó en los pasillos de la convención con Souto y le preguntó por Roger Zelazny en ese momento ausente de la convención, pero luego
asistiría para recibir su premio por El señor de la luz (Premio Hugo 1968). Dick no pasaba por un buen momento y buscaba a Zelazny (con quien Souto
mantuvo un extenso intercambio de correspondencia en aquella época) para que continuara la novela Deus Irae.
Cada panelistas analizó un flanco diferente de Dick. Ana María Shua habló del trabajo de creación de universos, propio de los escritores de ficción. Shua
sostuvo que, en el momento de escribir, Dick no estaba enfermo ni loco. Que se necesitaba estar cuerdo y lúcido para construir universos coherentes, tal como él
lo hacía. Carlos Gardini también habló del tema y aportó otro costado fundamental en la obra de Dick: el de la baratura de los materiales con que Dick construía
sus historias y cómo al final le daba una vuelta de tuerca que hacía que sus argumentos y especulaciones fueran únicos.
Sobre la cuestión de "qué es real y que no lo es", presente en buena parte de la obra de Dick, Gardini mencionó el relato "Podemos recordarlo por usted al por
mayor", y leyó un fragmento de "Cómo construir un Universo que no se desmorone en dos días" (1978):
Y entonces yo me pregunto, en mi escritura, ¿Qué es real? Porque incesantemente somos bombardeados con pseudo-realidades creadas por gente muy
sofisticada usando mecanismos muy sofisticados. Yo no desconfío de sus razones; desconfío de su poder. Tienen mucho. Y es un poder inmenso: ese de crear
universos enteros, universos de la mente. Yo lo tengo que saber, hago lo mismo. Mi trabajo es crear universos, una novela tras otra. Y yo tengo que construirlos
de tal manera que no se derrumben a los dos días. O al menos eso es lo que mis editores esperan. Sin embargo, les voy a revelar un secreto: A mí me gusta
construir universos que se derrumban. Me gusta verlos deshacerse, y me gusta ver cómo los personajes en las novelas lidian con ese problema. Tengo un amor
secreto por el caos.
Pablo Capanna también analizó nuestro presente bajo la mirada de Dick. "Vivimos un tiempo dickiano", dijo, y para apoyar este argumento pasó revista a
noticias aparecidas en los diarios de las últimas semanas: empleados del INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos argentino) se manifiestan pidiéndole
al público que no crea en los índices que difunde el organismo; dos héroes de guerra estadounidenses fallecidos no son lo que el Pentágono dijo de ellos; la
existencia y la trascendencia de las personas está determinada por la presencia en los medios (como sucede con los protagonistas del tristemente célebre reality
show Gran Hermano); y ya puestos a pensar una lista de características sociales dickianas los ejemplos son virtualmente infinitos. Luego de hablar de
Blade Runner y de las discusiones que se daban en Internet sobre la película, en las que Dick no era siquiera mencionado, Capanna definió: "El mayor
triunfo de un escritor es que se hable de su obra sin que se lo nombre. Así que todo esto es, lamentablemente, un triunfo de Dick".
Consultado sobre los aciertos predictivos que Dick había logrado en su obra, Capanna se mostró cauto: "Fue un bombardeo por saturación sostuvo. Tiró
tantas ideas que alguna le iba a pegar". El panel coincidió en que no fue precisamente en el aspecto técnico en el que más acertó. Sus cuentos tenían la tecnología
de la época.
Luis Pestarini aportó otro costado de la obra de Dick, acaso el punto culminante en materia de "simulacro": los androides. Como ejemplo del tratamiento que
Dick daba a estos "robots" (que están a años luz del contexto en que la palabra fue creada por Karel Capek, y a varios cientos de kilómetros de los robots
lógicos y buenos de Isaac Asimov), Pestarini citó "La hormiga eléctrica" (1969): un cuento tardío del escritor, en el que el prestigioso director de una gran
compañía sufre un accidente por el que pierde su mano. Al despertar en el hospital le espera un terrible descubrimiento: Poole en realidad no es humano, es una
"hormiga eléctrica", un androide.
El público también participó de la charla con preguntas y recepciones y, de no ser por las limitaciones del horario, la charla sobre Phlip Dick hubiera seguido
hasta que las velas no ardieran.
Fuente: Axxón, Aportado por Alejandro Alonso para Axxón y Garrafex News.
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