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El MIT se pregunta ¿Qúe verían los ET en la Tierra?
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Un equipo analiza el modo en que los astrónomos alienígenas estudiarían la Tierra
A medida que los astrónomos mejoran sus habilidades en investigación y hallazgo de planetas extrasolares, es natural que se pregunten si no habrá alguien al otro lado observándonos
a nosotros. Ahora un equipo de científicos entre los que se incluye a un profesor del MIT y a un astrónomo español, han tratado de imaginar lo que esos ojos extraterrestres verían si
nos observasen empleando tecnologías similares a las desarrolladas por los astrónomos terrestres.
Según sus análisis, entre otras cosas los ET podrían decir que la superficie de nuestro planeta se dividía en océanos y continentes y aprender un poquito sobre la dinámica de nuestros
sistemas climáticos.
"Tal vez haya alguien observándonos ahora mismo, tratando de averiguar cuál es nuestro ritmo de rotación - es decir, la longitud de nuestro día", comenta Sara Seager, profesora asociada de Física y profesora asociada de Ciencias
Planetarias (ocupando la cátedra Ellen Swallow Richards) en el MT.
Seager, junto a Enric Pallé y sus colegas del Instituto de Astrofísica de Canarias en España, y Eric Ford (licenciado en ciencias 1999) de la Universidad de Florida, han realizado un
detallado análisis de lo que los astrónomos (aquí y en otros mundos) podrían aprender de un planeta mediante observaciones muy distantes, empleando telescopios más potentes que
los actualmente disponibles para los astrónomos terrestres. Su estudio, que acaba
de publicarse en la edición online de la revista Astrophysical Journal, aparecerá en la edición impresa del próximo mes de abril.
La mayoría de los planetas descubiertos por los astrónomos más allá del sistema solar en realidad no han sido observados; sino que más bien se ha inferido indirectamente su
presencia tras observar la influencia que ejercen en la órbita de sus estrellas madre. Pero incluso con los telescopios más avanzados que los astrónomos de la Tierra puedan planificar
para su uso a lo largo de los próximos años, un planeta que orbite a otra estrella podría visualizarse simplemente como un único pixel - esto es, solo un punto de luz, sin más detalles
que los del brillo y color. En comparación, la cámara de un sencillo teléfono móvil, toma fotos compuestas aproximadamente por un millón de pixels, es decir: un megapixel.
"El objetivo de nuestro proyecto era averiguar cuanta información se puede extraer" a partir de datos muy limitados, comentó Seager. La conclusión del equipo fue: a partir de un
solo pixel y observando el modo en que varía a lo largo del tiempo, se puede obtener una gran cantidad de información.
La forma de analizar los datos que Seager y el resto de co-autores estudiaron, funcionaría para cualquier clase de mundo que tuviera continentes y cuerpos de agua en su superficie,
además de nubes en su atmósfera, incluso aunque estos estuvieran compuestos por materiales diferentes en el mundo alienígena. Por ejemplo: mundos helados con mares de metano
líquido (como los de la luna de Saturno Titán) o mundos muy calientes con océanos de silicatos candentes (es decir roca fundida), se mostrarían de forma similar a lo largo de las
vastas distancias espaciales.
Sin embargo, el método depende de que las nubes cubran solo una parte de la superficie del planeta, independientemente de la composición del mundo a observar. De
modo que Titán, cubierto por una capa perpetua de niebla, nos nos entregaría la respuesta al misterio de su clima o de su período de rotación, y lo mismo sucedería con el
infernamente cálido Venus, que está completamente rodeado de nubes.
La clave, descubierta por los astrónomos tras estudiar los datos obtenidos por los satélites meteorológicos aquí en la Tierra, es que a pesar de que las nubes varíen de día en día,
existen patrones globales que permanecen relativamente constantes asociados con la posición de las masas de tierra áridas o lluviosas. Detectar estos patrones repetitivos permitiría a
los astrónomos distantes hacerse una idea del período de rotación del planeta, porque el brillo asociado con las nubes sobre un continente particular aparecería regularmente una vez
al "día", fuese cual fuese su longitud. Una vez que se determina la duración del día, entonces cualquier variación en ese periodo revelaría un clima cambiante, es decir: nubes en una
ubicación diferente a la media.
Ningún telescopio que sea operativo en la actualidad es capaz de realizar las mediciones analizadas por Seager y su equipo. Pero los planificados telescopios Kepler de la NASA
(primera imagen), cuyo lanzamiento se espera para el año 2009, podrían ser capaces de descubrir docenas de cientos de mundos similares a la Tierra. Después, la llegada de
observatorios espaciales aún más avanzados y todavía en fase de planificación como el TPF de la NASA (segunda imagen), permitirían aumentar el nivel de aprendizaje de estos
mundos, y averiguar más cosas sobre el clima, rotación e incluso sobre la composición de sus atmósferas, comentó Seager.
Este trabajo se financió parcialmente gracias a una beca de investigación concedida por el Programa Ramón y Cajal a Enric Pallé y gracias a otra beca de investigación en el Hubble
concedida a Eric Ford por la NASA.
Fuente: Mailkenai. Aportado por Gustavo Courault
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